Pablo Emilio Barreto, Pablo Emilio Barreto, 40 años de ejercicio del periodismo en Managua

Managua, 4 de mayo del 2010.

Honorables directivos de la Unión de Periodistas de Nicaragua,

Atención Roberto Larios, presidente de la UPN.

Asunto: 40 años de ejercicio del Periodismo en Managua

Escrito y publicado en 2010

Les remito saludos cordiales y fraternales hasta sus despachos en el Reparto Belmonte, en el Oeste de Managua.

Deseo compartir con ustedes directivos actuales y todos los afiliados de la Unión de Periodistas de Nicaragua, una historia personal, particular, y al mismo tiempo relacionada con la lucha antisomocista callejera de la década del 70, cuando los (y las) periodistas nos jugábamos la vida o muerte al enfrentar al régimen tiránico genocida, establecido en Nicaragua por el gobierno criminal y también genocida de Estados Unidos, después de asesinar a Sandino y a casi todos los miembros del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, y dejar funcionando, la dictadura militar somocista como su ejército interventor permanente en nuestro país.

Sí, es una historia personal, y relacionada con esa lucha frontal contra el régimen somocista, unos con el fusil en las manos, en la clandestinidad; otros en las manifestaciones callejeras, una buena cantidad de nosotros desafiando al tirano y su aparato opresor de guardias garantes de una dinastía sangrienta como la llamó Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, y, además, lanzando las “granadas de demolición” con ideas libertarias, con noticias de la lucha popular, con mensajes del Frente Sandinista revolucionario en aquellas Catacumbas en los interiores de las iglesias, o sencillamente en las calles y callejones de vecindarios de Managua y otras ciudades de Nicaragua.

Hago este preámbulo para compartir con ustedes mi llegada a Managua, como redactor de planta del Diario LA PRENSA, el 5 de mayo de 1970, adonde llegué por órdenes del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, estando allí como su secretaria la compañera Rosario Murillo Zambrana. Llegaba yo al Diario LA PRENSA, aquel periódico antisomocista, dirigido por Chamorro Cardenal, un antidinástico inclaudicable, insobornable, ejemplar en su combate cotidiano contra los opresores genocidas somocistas.

Había sido yo corresponsal del Diario LA PRENSA en el poblado de Malpaisillo, en León y todo Occidente, entre mediados de 1969 y mayo de 1970.

Mi trabajo de corresponsal les había encantado en Managua, en el Diario LA PRENSA, a Eugenio Leytón, a Koriko, a Agustín “Chirizo” Fuentes Sequeira, a Annuar Hassan Morales, a Horacio Ruiz Solís y al propio Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien ordenó mi traslado a la Redacción Central de LA PRENSA, ubicada entonces en la Calle el Triunfo, frente al edificio de Telecomunicaciones, muy cerca del “Monte de Piedad” de los somocistas y en la misma calle en que tenían su sede el Partido Liberal Nacionalista, de Anastasio Somoza Debayle y su Guardia Nacional de genocidas, y los “Dormitorios Públicos”, y el grifo o llave del “guaro lija” en la esquina opuesta del Cine Blanco, antes del Terremoto del 23 de diciembre de 1972.

Me sentí privilegiado de que el doctor Chamorro Cardenal haya ordenado mi traslado a Managua, y sentí que mayor era el privilegio de trabajar al lado de Pedro Joaquín, quien desafiaba al poder dictatorial desde las páginas de su periódico.

Me sentí orgulloso de conocer dentro del Diario LA PRENSA a compañeros como Bayardo Arce Castaño y William Ramírez Solórzano, de quienes ya se sospechaba eran dirigentes clandestinos del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Yo también, a mi nivel, desafiaba a los guardias somocistas, cada que podía, y por ese motivo retador, me echaron preso dentro de la Onceava (“Sierra 11”, decían los guardias) Sección de Policía, situada al Sur del Mercado San Miguel y a pocos metros de la Librería Argeñal, el 22 de diciembre de 1972, a las diez de la mañana. De allí me condujeron, metido en una “zaranda” (cárcel móvil) hacia las cárceles del Hormiguero, ubicado frente al Campo de Marte de la Guardia Nacional y en esquina opuesta al Instituto La Salle y la Compañía Automotriz.

Por gestiones de mis compañeros de Redacción del Diario LA PRENSA y por un “gesto de buena voluntad” del coronel genocida Nicolás Valle Salinas, comandante de la Policía, salí de las cárceles del Hormiguero un poco después de las diez de la noche, es decir, dos horas antes del Terremoto del 23 de diciembre de 1972, el cual destruyó Managua casi completamente.

La inmensa mayoría de los presos del Hormiguero murieron acribillados a balazos, unos; y otros, aplastados por las paredes verticales de piedras canteras, especialmente para el lado en que estaba el “torreón” por donde los encarcelados sacaban un “cartucho” de papel, colgado de un mecate, para que les regalaran 50 centavos, un córdoba, o cigarrillos.

Anduve rescatando muertos y heridos de entre los escombros del Terremoto. Le fui a ayudar a rescatar a sus familiares muertos a mi amigo Guillermo Baltodano Serrano, allí por donde eran el Hotel Réisel y la Tienda Alicia, en la Calle Quince de Septiembre.

El Terremoto dejó a Managua en el suelo y al Diario LA PRENSA también. Fue necesario esperar la recuperación del Diario hasta en marzo de 1973. Su maquinaria, oficinas, Redacción central y Laboratorio fotográfico se trasladaron todos al sitio en que hoy sigue ubicado en la Carretera Norte, donde fue destruido nuevamente por un bombardeo aéreo desatado por órdenes del alto mando de la Guardia Nacional genocida, al estallar la Insurrección Sandinista Victoriosa, u Ofensiva Final, de junio de 1979.

Me siento orgulloso de haber batallado en el Sindicato de Radioperiodistas contra el somocismo genocida, al lado de compañeros de la talla de Francisco Hernández Segura, Manuel Eugarrios Velásquez, Mercedes Solís Hernández, Maritza Cordero Ardila, María Elena Artola, Abel Calero Reyes, Telma Nidia Montiel, Vivian Torres, William Montiel Peña, César Cortés Téllez, Freddy Rostrán Aráuz, Danilo Aguirre Solís, etc.

Antes de que la tiranía somocista asesinara al doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, el 10 de enero de 1978, periodistas y trabajadores en general compartimos con él, el 24 de diciembre de 1977, las preocupaciones de que podían matarlo.

Más orgulloso me sentí cuando desafiamos abiertamente a la tiranía somocista genocida al fundar la Unión de Periodistas de Nicaragua en Granada. Pocos meses después, en septiembre de 1978, un grupo numeroso de periodistas nos lanzamos al ruedo nuevamente a desafiar a la tiranía somocista con el llamado Periodismo de Catacumbas.

Llegó la Insurrección Sandinista u Ofensiva Final contra el régimen opresor somocista, en junio de 1979. Me integré plenamente a esa Insurrección Sandinista en Managua, casi en el momento mismo en que descaradamente la dictadura somocista publicaba en su Radiodifusora Nacional de Nicaragua y Estación X, que sus “escuadrones de la muerte” (“Mano Blanca”, le decían los somocistas) tenían orden de matar a varios periodistas, entre otros: Manuel Eugarrios Velásquez, Alejandro Romero Monterrey y Pablo E. Barreto Pérez.

Me fui en el Repliegue Táctico de Managua a Masaya, a las órdenes del Estado Mayor General del Frente Interno del FSLN y del Estado Mayor de Managua, ambos comandados por el Comandante Carlos Núñez Téllez, e integrados por William Ramírez Solórzano, Joaquín Cuadra Lacayo, Ramón “Nacho” Cabrales Aráuz, Walter Ferrety Fonseca, Marcos Somarriba García, Raúl Venerio Granera, Mónica Baltodano Marcenaros, Rolando “Cara Manchada” Orozco Mendoza, Osvaldo Lacayo Gabuardi, entre otros.

En Masaya cumplí tareas revolucionarias insurreccionales con el famoso periodista Roberto González Rocha, el primer coordinador de la primera Junta de Reconstrucción Municipal en plena Insurrección Sandinista, en este caso en Masaya, Ciudad de las Flores, completamente liberada del somocismo genocida, en los primeros días de junio de 1979.

Después de volver triunfante de Masaya, Carazo y Granada, el 19 de julio de 1979, me tocó participar con un grupo de compañeros periodistas y dirigentes de la Revolución Sandinista, en la fundación del Diario BARRICADA, Órgano Oficial del Frente Sandinista, el 26 de julio de 1979. A partir de este momento, dejé voluntariamente de trabajar en el Diario LA PRENSA, ya previendo que este periódico, sin Pedro Joaquín Chamorro Cardenal al frente, se convertiría en el Diario al servicio del gobierno genocida gringo y de la oligarquía vendepatria local, tal como lo conocemos ahora.

Desde el interior de BARRICADA participé en el palpitar cotidiano viviente de la Revolución, de sus Fuerzas Fundamentales y de su gente humilde; en la organización de las Milicias, Batallones de Reserva, en la organización y accionar de los Comités de Defensa Sandinistas, en sindicatos, en la Coordinadora Sindical de Nicaragua, en los Comités de Base Sandinistas, en cursos de capacitación intensivos en la Escuela Nacional de Cuadros Ricardo Morales Avilés del FSLN, en las coberturas periodísticas del quehacer de los trabajadores, pobladores, en la defensa de la Patria agredida por mercenarios yanqui-somocistas y de la marcha triunfal de la Revolución Popular Sandinista.

Después de perder las elecciones el FSLN en 1990, cuando llegó el neoliberalismo criminal, al llegar Arnoldo Alemán Lacayo, ladrón del erario público nacional, a la Comuna capitalina, éste me acusó de haber participado en la quema de la Alcaldía de Managua, específicamente en la incineración del Edificio “H” y en el Plantel  de Limpieza Pública, conocido como “Los Cocos”. Me acusaron por terrorismo y asonada,  me echaron preso por órdenes de don Arnoldo Alemán Lacayo, alcalde capitalino corrompido y de sus concejales serviles y arrastrados, en noviembre de 1991. Quedé libre por amnistía a finales de diciembre de 1991.

Con otros compañeros y compañeras periodistas, más corresponsales departamentales, me tocó defender desde las páginas del Diario BARRICADA a centenares o miles de familias que fueron enjuiciadas y desalojadas de sus lotes, casas y tierras, a pesar de que eran protegidas por las Leyes 85, 86 y 88, emitidas por el gobierno revolucionario sandinista en abril de 1990.

En revancha, don Arnoldo Alemán Lacayo, Alcalde capitalino entonces, corrupto, somocista confeso, me mandó a echar preso por la quema de la Alcaldía de Managua, como queda relatado antes.

Estuve preso un día en la Estación III de la Policía, y después me dieron casa por cárcel del 12 de noviembre al 23 de diciembre de 1991 (también la Ciudad de Managua por cárcel), cuando los 11 acusados por terrorismo y asonada, fuimos liberados por amnistía, emitida o decretada por el gobierno de Violeta Barrios viuda de Chamorro.

La revancha en mi contra por esto de los desalojos continuó, y entonces Frutos Chamorro Argüello, Henry Núñez Abarca, Juan Pablo Rivas Castro y la jueza civil Ruth Chamorro Martínez, con 180 matones, un batallón de maleantes, me llegaron a quemar la casa en que vivía, en el Kilómetro 11 Sur, el 14 de abril de 1994, a las cinco y media de la tarde.

La casa quedó en cenizas. Todo se quemó, incluyendo una Biblioteca de casi 1,000 libros. Este caso quedó totalmente impune. La solidaridad conmigo y mi familia, fue extraordinaria, pero se impuso la impunidad neoliberal. Estos sujetos no cayeron presos, no fueron condenados como mandan las leyes nacionales. Se burlaron de mí y de todo el país, y además el Tribual de Apelaciones de Managua, de ese entonces, les otorgó «fianza» a estos criminales incendiarios, y por último, aquellos magistrados judiciales descarados hasta declararon nulo el juicio encaminado en el Juzgado Sexto de Distrito del Crimen, a cargo de la doctora Rosario Altamirano López, en esos días, a pesar de la montaña de pruebas y de centenares de testigos que acusaron a Frutos Chamorro Argüello, Henry Núñez Abarca, Juan Pablo Rivas Castro y a la jueza Ruth Chamorro Martínez.

En 1995 se presentó la crisis con los “ramiristas” o MRS en el interior del Diario BARRICADA y me tocó enfrentar a este grupo prácticamente solo. También llegó la crisis financiera insalvable del Diario BARRICADA, me tocó apoyar de manera resuelta hasta el final al Comandante Tomás Borge Martínez, quien, respaldado por la Dirección Nacional del FSLN, tomó la decisión de cerrar BARRICADA el 21 de febrero de 1998.

Quedé en el desempleo por primera vez en mi vida. Anduve solicitando empleo en medios informativos escritos, privados; y radiales…no me dieron. Sobreviví escribiendo historias del Huracán Mitch y Municipales en Malpaisillo, Tipitapa, Ticuantepe, Ciudad Sandino, Mateare,  y de ese modo, escribí e imprimí casi 20 libros modestos, los cuales se mencionan en un listado de una mi biografía breve, y también están ubicados en las dos Bibliotecas Nacionales, en todas las Bibliotecas de la Alcaldía de Managua, y en las Bibliotecas de Malpaisillo,  Tipitapa, Ticuantepe, Ciudad Sandino y Mateare.

Fui electo, con elevadísimas votaciones, presidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos y Éticos del Frente Sandinista en el Departamento de Managua, en 1994, y secretario de Propaganda del Municipal del FSLN en Managua, para el período de 1994-2000.

En el año 2004 fui electo candidato a concejal del Frente Sandinista, en Consulta Interna del FSLN, por abrumadora mayoría. Me convertí en concejal rojinegro en noviembre de ese 2004. Fui concejal del FSLN en Managua de enero del 2005 a enero del 2009. Hice 14 boletines informativos, para informar de cómo se distribuyeron algunos recursos financieros que me dieron en la Alcaldía de Managua para pobladores capitalinos.

Terminado este período de concejal, volví a quedar en el desempleo. Sobrevivo con una pensión modesta, gracias a que acumulé más del doble de cotizaciones en el Seguro Social. De lo contrario, me estaría muriendo de hambre, como me ocurrió en aquellos tiempos difíciles de febrero de 1998 a enero del 2005.

Sigo escribiendo. Tengo otros cinco libros listos para imprimirse y publicarse. El más grande, de unas 300 páginas tamaño carta, es uno sobre la Historia de FETSALUD. Necesito recursos financieros para esas impresiones. Actualmente estoy terminando de escribir un libro sobre las acusaciones que me hicieron por la quema de la Alcaldía de Managua y por la incineración de mi casa por parte de los maleantes incendiarios, jefeados por Frutos Chamorro Argüello, Henry Núñez Abarca y Juan Pablo Rivas Castro.

Con mi hijo Pedro Pablo Barreto Mejía, abrimos y tenemos funcionando una página Web o Blog con el nombre de: pabloemiliobarreto, en WordPress.com. En ella tenemos ya casi 400 escritos sobre diversas temáticas coyunturales y no coyunturales. Entre otros libros ubicados en mi página web están los siguientes: Insurrección Sandinista Victoriosa en Managua y Repliegue Táctico de Managua a Masaya, en junio de 1979; Caídos del Repliegue a Masaya, con sus biografías; Masacres somocistas en Managua, en junio de 1979; Caídos y sobrevivientes en la Batalla de Managua para derrocar a la dictadura somocista; Masacres somocista en Nicaragua…

Esa página la pongo a la orden de la Unión de Periodistas de Nicaragua. Es posible que algunos, o muchos de esos escritos les sirvan a algunos (y algunas) compañeros de la UPN.

Han pasado 40 años desde que llegué jovencito a Managua, y en particular a la Redacción Central del Diario LA PRENSA, donde algunos, como Eugenio Leytón, Koriko, el “Chirizo” Fuentes Sequeira, Anuar Hassan Morales, Manuel Salazar Ramírez, Carlos Doña y Rosario Murillo Zambrana, me vieron con simpatías, mientras otros, me observaban con curiosidad porque era, como dijeron en forma burlona en el Diario NOVEDADES (propiedad de Anastasio Somoza Debayle), “el provinciano”, “el niño mimado” de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, el jovencito con cara de niño campesino, era aquel periodista neófito, jovenzuelo, que veía con cierta estupefacción, con desconcierto y miedo el nuevo mundo del periodismo capitalino superestrella y de una Ciudad desconocida totalmente para mí, en esos momentos.

Fue Manuel Salazar Ramírez, fotógrafo estrella, quien me mostró Managua por los rumbos de escaparates comerciales brillantes, los recovecos y cantinas con tragos “de a peso”, escupidas y aserrines en el suelo. Me enseñó la Managua de prostíbulos, la Capital de luces que parpadeaban como luciérnagas y a la vez me mostró a una población que le tenía terror a los guardias genocidas amenazantes, quienes te ofrecían culatazos, carceleadas o muertes, torturas, tal como era costumbre cuando atrapaban a guerrilleros sandinistas y a opositores al régimen sanguinario genocida de Anastasio Somoza Debayle.

Yo también tuve miedo en los primeros meses. Manuel Salazar Ramírez, inseparable compañero de faenas periodísticas después, me andaba por las calles de Managua en su camioneta roja, de tina, chiquita. Me llevó a su casa en el Barrio La Fuente, me ubicó en hamaca en un gallinero familiar para que allí durmiera, mientras conseguía un cuarto o una casa para alojarme. Estuve allí tres meses.

Aquí estoy, 40 años después de haber llegado a la Redacción Central del Diario LA PRENSA, el 5 de mayo de 1970 (En realidad fue enero). Obtuve, a finales de 1970, una casa en la Colonia Proyecto Piloto, por medio del Instituto de la Vivienda  (INVI), la cual devolví al obtener otra en el Reparto Bello Horizonte, la cual terminé de pagar totalmente en 1987. En esa casa vive actualmente  mi hijo mayor, Pedro Pablo Barreto Mejía.

Después que me quemaron la casa en el Kilómetro Once Sur. Obtuve mi casa actual de la Colonia del Periodista, por decisión anterior del Frente Sandinista (antes de perder las elecciones de 1990) y de la Unión de Periodistas de Nicaragua (UPN), pues esta colonia inicialmente estaba concebida para que la habitaran sólo periodistas sandinistas. El gobierno revolucionario sandinista le dejó los terrenos en propiedad a la UPN.

He sido distinguido en numerosas ocasiones por distintas instituciones académicas, estatales y municipales. La Junta de Reconstrucción de Managua me declaró Cronista de la Capital en 1988. Distinciones de ANDEN, Frente Nacional de los Trabajadores, de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, Orden Independencia Cultural Rubén Darío del gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional; el Concejo Municipal de Managua me declaró Hijo Dilecto en marzo del 2008, el Movimiento Comunal Nicaragüense me dio su Orden Servidor de la Comunidad, la Central Sandinista de Trabajadores me entregó su Orden máxima llamada “Orden José Benito Escobar Pérez”, el Concejo Municipal capitalino también me dio la Orden Juan Ramón Avilés; tengo dos distinciones de la UPN, una de la Asociación de Educación Popular Carlos Fonseca Amador y una distinción de la Alcaldía de Ciudad Sandino.

Nací en el Hospital San Vicente de León, el 17 de agosto de 1947. Viví en comarcas periféricas de León, en Malpaisillo y en la Ciudad de León, antes de venirme definitivamente a Managua el 5 de mayo de 1970, hace 40 años.

Me convertí en ciudadano de Managua por necesidad, pues mi partida de nacimiento no fue encontrada en la Ciudad de Telica, ni en la Ciudad de León, ni en la Ciudad de Larreynaga-Malpaisillo. Entonces, un juez capitalino, no recuerdo su nombre, mediante una resolución judicial (Reposición de Partida), conforme ley, me convirtió en Ciudadano de Managua, nacido en el Barrio Ducualí.

Estoy orgulloso de haberme convertido en Ciudadano de Managua, hace 40 años. Y me siento más orgulloso de ser leonés, de origen, la tierra del patriota excepcional Rigoberto López Pérez, suelo de la infancia de Rubén Darío y también cuna que vio nacer y le dio vida a Salomón de la Selva y a José de la Cruz Mena.

Mis hijos son cuatro: Pedro Pablo, Nelson Alberto, Elisa María y Sofana Orquídea.

Me disculpan. Deseaba compartir con ustedes directivos y afiliados a la UPN, mi complacencia de haber ejercido el periodismo en Managua, durante estos 40 años pasados…y lo sigo ejerciendo, pues continúo escribiendo, aunque ahora no ando de reportero y fotógrafo cotidiano en las calles de Managua, otras ciudades, pueblos, caminos, volcanes, montañas y paisajes de nuestra santa y amada Nicaragua, tierra de Rubén Darío, del General Sandino,  de Benjamín Zeledón Rodríguez, del Cacique Diriangén, de José Dolores Estrada, de Andrés Castro Estrada, de Rigoberto López Pérez y de Carlos Fonseca Amador.

Servidor, amigo y miembro de la Unión de Periodistas de Nicaragua, de la cual soy uno de sus fundadores y fui asimismo directivo nacional en dos periodos.

Pablo E. Barreto Pérez: periodista, investigador histórico, fotógrafo, Cronista de la Capital, Orden Independencia Cultural Rubén Darío, Hijo Dilecto de Managua, Orden Servidor de la Comunidad del Movimiento Comunal Nicaragüense, Orden José Benito Escobar Pérez de la Central Sandinista de Trabajadores (CST nacional) y Orden Juan Ramón Avilés de la Alcaldía de Managua.

Residente en Colonia del Periodista No. 97. Teléfonos: 88466187 y 22703077.

Escrito en mayo del 2010.

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Autor : José Agustin Fuentes a (IP: 200.62.70.90 , 90-70-62-200.enitel.net.ni)

Correo electrónico : agusfuentes2000@yahoo.com

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Comentario:

Todo lo escrito por Pablo Emilio se verdad.

Recuerdo que el Dr. Pedro Joaquín Chamorro me dio instrucciones  para invitarlo a trasladarse a la Redacción de La Prensa en Managua;  fue después de constatar que había enviado despachos periodísticos desde Malpaisillo en una cantidad tal que superaba el trabajo de algunos reporteros en Managua.

En efecto, Pablo Emilio correspondió. Resultó incansable en el trabajo y un ejemplo de honestidad periodística a toda prueba, algo raro en aquellos tiempos y también en los tiempos actuales

Acerca de Pablo Emilio Barreto Pérez

Pablo Emilio Barreto Pérez es: *Orden Independencia Cultural Rubén Darío, *Orden Servidor de la Comunidad e Hijo Dilecto de Managua.
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