Historial revolucionario de la Central Sandinista de Trabajadores (CST nacional)

Historial revolucionario de Central Sandinista de Trabajadores

Llegada de Lucío Jiménez Guzmán a la CST nacional

*Pablo Emilio Barreto Pérez

*Entrevista realizada en 1999, en la casa de Lucío Jiménez Guzmán, y escrita el mismo año en mi casa de la Colonia del Periodista, en Managua, Nicaragua.

(Esta entrevista con Lucío Jiménez Guzmán la hice en 1999 cuando andaba investigando, entrevistando a dirigentes nacionales, regionales y locales, para escribir la Historia de la CST. Los apuntes, las grabaciones, los materiales escritos, todos los tengo guardados, con el fin de dedicarme, quizás, todo un año a esta tarea pendiente. Roberto González Gaitán, Secretario General recién fallecido, intentó el apoyo de la CST para dedicarme todo un año a escribir, pero no se pudo. Espero poder escribir esta historia en el año 2024).

Antes del Triunfo de la Revolución Sandinista, en la década de los 70 del siglo 20, Lucío Jiménez Guzmán era un joven sastre (de origen campesino), obrero de las máquinas de coser de pedales en talleres pobres de Managua, donde se conoció con dirigentes también obreros de la talla de José Benito Escobar Pérez (fundador del Frente Sandinista, miembro de la Dirección Nacional Histórica del FSLN y albañil), Gabriel Cardenal Caldera (estudiante universitario, de la Tendencia Proletaria) y René Cisneros Vanegas, edificador esclavizado en el mundo explotador somocista de la construcción en la Capital nicaragüense.

Jiménez Guzmán era de la enorme camada de jóvenes sospechosos para el sistema político dictatorial somocista genocida, cuyo enorme aparato de muerte y terror era representado en las calles urbanas, en los caminos, pueblos, comarcas y montañas por los guardias multiasesinos, agentes de la Oficina de Seguridad y “jueces de mesta”, los cuales capturaban y desaparecían por igual a hombres maduros, mujeres de todas las edades, ancianos y especialmente a los que tenían entre los 15 años y los 30 años.

Aquel Lucío Jiménez Guzmán, hombre joven, menudo, delgadito entonces, además de sospechoso para el sistema dictatorial de asesinatos y desapariciones forzadas, era también de los estudiosos del sindicalismo revolucionario y de los convencidos acerca de que el derrocamiento del somocismo genocida sólo era posible por la vía de las armas, para asaltar el poder, como las nubes de golondrinas asaltan de vez en cuando el azul celeste del cielo.

En aquellos tiempos más duros y bestialmente oscuros del somocismo genocida, del 74 hacia 1979, época en que la tiranía de «La Estirpe Sangrienta: Los Somoza», mató a no menos de 50 mil nicaragüenses, Jiménez Guzmán se volvió maestro del clandestinaje, como el resto de hombres y mujeres combatientes sandinistas en el campo y la ciudad.

Los sandinistas, pobladores, estudiantes y campesinos eran asesinados por centenares o miles por los disparos genocidas de la dictadura militar del somocismo, fundada, educada, sostenida, financiada y elogiada siempre por el gobierno atroz, invasor, agresor militar y saqueador de Estados Unidos.

Disimulando siempre, con el centímetro en la bolsa, con las tijeras, sedinas, hilos y agujas en estuches, Jiménez Guzmán iba a los planteles de la construcción o a centros industriales de Managua, a jugársela, para cumplir la tarea de organizar sindicatos y trabajadores en una combinación peligrosa de organización sindical, política, militar e ideológica, con el fin de ir creando el ejército guerrillero general, para derrocar a la tiranía somocista, según los planes iniciados por José Benito Escobar Pérez y Germán Pomares Ordóñez, otro miembro de la Dirección Nacional Histórica del FSLN.

CORN clandestinos en la UNAN-Managua

Frecuentemente, todos los integrantes de los CORN, incluido Jiménez Guzmán, se reunían secretamente en locales de la Universidad Nacional Autónoma, en el Recinto Universitario Rubén Darío de Managua, para analizar cuidadosamente cómo marchaba el trabajo político organizativo y militar sandinista en sindicatos y entre trabajadores fabriles de Managua, como en FABRITEX, SANDAK, Rolter, Nicarao, etc.

En esas reuniones clandestinas se analizaban uno a uno los cuadros potenciales de los sindicatos y trabajadores, para convertirlos en parte activa del ejército guerrillero clandestino del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

A esos potenciales cuadros políticos o militares se los entrenaba en ambos aspectos, porque la confrontación militar definitiva se aproximaba con el aparato de muerte del somocismo genocida.

Guardia Nacional somocista genocida masacra concentración de trabajadores en Don Bosco

El Primero de Mayo de 1979, la actividad de los trabajadores en el Centro Juvenil Don Bosco, fue reprimida mortalmente, a balazo limpio, como siempre, por la dictadura genocida del somocismo.

Llegó jefeando la tropa de asesinos un tal Bandor Bayer, quien ordenó abrir fuego de metralla, mientras los trabajadores desarmados y aterrorizados, corrían hacia el Sur de Don Bosco, buscando una salida hacia la Pista frente al hoy Mercado Carlos Roberto Huembes Ramírez.

Entre los perseguidos a balazos iba Lucío Jiménez Guzmán, quien vio cómo caían sus compañeros de carrera desesperada. La andanada de centenares de balazos, disparados por la pandilla de asesinos de la dictadura genocida, acabaron con la vida de ocho obreros allí en Don Bosco.

Jiménez Guzmán corrió y corrió sin cesar, hasta alcanzar los muros del Sur de Don Bosco y se salvó milagrosamente de ser alcanzado por los disparos de fusiles automáticos del somocismo.

En Don Bosco quedó regado parte del río de sangre que la dictadura del somocismo genocida venía derramando desde 1934, cuando fue asesinado el General Augusto C. Sandino y casi todos los miembros del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua.

Llegó el momento de la Insurrección Final contra la tiranía  somocista, y Jiménez Guzmán, por supuesto, apareció en la primera fila de combates, combatiendo al lado de Marcos Somarriba García en el Barrio Santa Rosa, hacia donde disparaban las tanquetas y ametralladoras de la guardia asesina desde el lado del Aeropuerto.

Antes de la Insurrección Final en junio ya habían caído en combate varios de los compañeros de Jiménez Guzmán en las luchas sindicales clandestinas de Managua, entre otros, Francisco Meza Rojas y Camilo Chamorro.

Durante la Insurrección cayó René Cisneros Vanegas en San Judas y Gabriel Cardenal Caldera fue capturado cuando trasegaba armas en su Volswaguen desde San Judas hacia el sector Oriental de la Ciudad de Managua, después de fracasar el levantamiento armado en el Suroccidente y Noroccidente capitalino y de producirse la masacre somocista de Batahola, donde los marinos yanquis de la Embajada Norteamericana le dieron «una ayudadita» a los guardias de la EEBI al disparar también en contra del Repliegue de Combatientes Populares, procedentes de Monseñor Lezcano.

Jiménez en Insurrección de Managua y Repliegue a Masaya

Al producirse el Repliegue Táctico (Retirada) de Managua a Masaya, miles de pobladores, combatientes populares, jefes guerrilleros experimentados en las montañas, Jiménez Guzmán y yo, vamos rumbo a Masaya, sorteando a los guardias genocidas somocistas tanto en la salida silenciosa y clandestina de Managua, como en Veracruz, en Piedra Quemada, en Nindirí, en el Cerro Barranca, el Cerro Coyotepe y la entrada misma a la Ciudad de Masaya, al tercer día, porque el Repliegue se registró los días 27, 28 y 29 de junio de 1979.

Masaya era atacada sistemáticamente por la pandilla de asesinos genocidas del somocismo desde la Fortaleza carcelaria del Coyotepe, y Jiménez Guzmán continuó en labores de combate, con el dedo en los gatillos de los fusiles automáticos, en vez del uso cotidiano del centímetro, las máquinas de coser, las tijeras y las agujas.

Los guardias somocistas genocidas, encabezados por el general Fermín Meneses Cantarero, habían sido desalojados de sus 16 cuarteles internos de la Ciudad de Masaya; y se habían atrincherado en los cerros Coyotepe y Barranca, en la Fábrica INCA en la llamada Hielera, sitios, todos, ubicados en el lado Norte de la Ciudad de Managua y fuera de la Ciudad de Masaya.

Centenares de los replegados a Masaya encontraron la muerte en el Repliegue de Managua a Masaya, allí en Piedra Quemada, en la misma Ciudad de las Flores y en los combates de Diriamba y Jinotepe, entre otros, Rolando «Cara Manchada» Orozco Mendoza.

Llegó el luminoso 19 de Julio de 1979, día en que la tiranía somocista de la muerte se derrumbó estrepitosamente por el accionar guerrillero y de las balas libertarias disparadas por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, mediante sus Jefes Guerrilleros y Combatientes Populares.

Regreso triunfante a Managua

En los contingentes victoriosos regresaban Lucío Jiménez Guzmán, Pedro Ortiz Sequeira, Ricardo Robleto Espinoza, Iván García Abarca, Mercedes Vigil, María Lourdes Casco, Carlos Borge Galeano, Juan Briones Castro, etc., todos los cuales se convirtieron casi inmediatamente en los organizadores de la soñada Central Sandinista de Trabajadores, fundada el 26 de julio de 1979.

Todos ellos, incluyéndome yo, llegamos a la Explanada y Loma de Tiscapa, donde se esperaban fuertes combates con las tropas élites del somocismo genocida, las cuales ya habían huido como las ratas asustadas por miles de gatos, el pueblo y los guerrilleros armados, los cuales antes eran cazados a mansalva por estos asesinos y guardianes tenebrosos de la tiranía, de «La Estirpe Sangrienta: Los  Somoza».

Allí permanecimos acantonados en la Explanada de la Loma de  Tiscapa, después conocida como Chipote, donde se comenzaron a distribuir tareas planeadas en la más rigurosa clandestinidad, entre otras, la de organizar la Central Sandinista de Trabajadores, a los sindicatos, a los trabajadores y trabajadoras, con un nuevo contenido, el revolucionario, para echar por la borda el sindicalismo oportunista, vacilante o vendido al somocismo genocida, como ocurrió desde 1940 hasta el Triunfo de la Revolución Popular Sandinista.

Esos primeros dirigentes sindicales mencionados, formados en los CORN, en el fragor del combate más duro contra el somocismo, no contaban con formación sindical, pero comprendían claramente la necesidad inmediata de organizar un nuevo tipo de sindicalismo, el revolucionario, el sandinista, con una ideología afianzada en el materialismo histórico, en el marxismo-leninismo.

Fundan la CST, con Pedro Ortiz Sequeira de coordinador

Jiménez Guzmán no recuerda quién le dijo: «Deben irse a organizar la Central Sandinista de Trabajadores», mientras él mismo meditaba en medio del bullicio de Combatientes Populares y el palpitar lejanísimo de las Estrellas, las cuales contábamos de noche acostados en el suelo, boca arriba, mientras esperábamos órdenes militares en la Explanada de Tiscapa.

Pedro Ortiz Sequeira, René Núñez Téllez, Jiménez Guzmán, Carlos Borge Galeano, Ricardo Robleto Espinoza, Denis Meléndez, Juan Briones Castro, entre otros, fueron enviados a reportarse a la Casa Ricardo Morales Avilés, donde se puso a funcionar un Comité Organizador Revolucionario, y se les dio la tarea de irse a formar la Central Sandinista de Trabajadores.

Recibieron orden de irse a Ciudad Jardín, donde ya funcionaban Comisiones de Organización Sindical pocos días después del Triunfo de la Revolución Sandinista.

En estos primeros días ya aparece Pedro Ortiz Sequeira como «Coordinador» de la Central Sandinista de Trabajadores, designado directamente por la Dirección Nacional del Frente Sandinista, debido a su experiencia de luchador popular en la Ciudad de Managua.

Jiménez Guzmán, quien con el pasar de los años se convierte en una leyenda del movimiento sindical sandinista, se queda muy poco tiempo en el accionar de organización de la CST en Managua, pues como estaba enamorado de una morena costeña, le pidió a Pedro Ortiz Sequeira que lo enviara a la Costa Atlántica, para organizar el sindicalismo revolucionario costeño.

Jiménez Guzmán y Glenda Monterrey organizan sindicatos en Caribe

Sindicalizados eran analfabetas

A esta misión lo mandan con Glenda Monterrey Vásquez, quien había sido catedrática universitaria en la UNAN-Managua y sindicalista también. Ambos se encargan de organizar los sindicatos sandinistas entre los misquitos caribeños en el Norte y el Sur, particularmente en Kukalaya.

Casi inmediatamente, Jiménez Guzmán fue asignado a trabajar con los mineros de Bonanza, Rosita y Siuna, donde se encontró a los obreros en plena organización de Sindicatos, por primera vez libres de las represiones mortales de las empresas mineras yanquis y de la Guardia Nacional del somocismo genocida.

Aquellos obreros, algunos ya ancianos y otros todavía jóvenes, presentaban un aspecto físico de encorvados, con arrugas muy pronunciadas a pesar de que no eran tan viejos, lo cual reflejaba el nivel de explotación salvaje a que eran sometidos por el sistema imperialista y somocista de saqueo de los recursos naturales y del chupado de la vida de los pobres obreros, cuyas pagas o salarios eran realmente miserables.

Jiménez Guzmán se encontró con una curiosidad excepcional durante una gran asamblea (o congreso) de obreros y campesinos de las Minas de Bonanza, Rosita y Siuna (verdaderos enclaves yanquis desde principios del siglo 20), adonde llegaron centenares de líderes sindicales mineros y campesinos haciéndose acompañar de una muchacha estudiante de secundaria, o que más o menos sabía leer y escribir, pues ellos, la inmensa mayoría eran analfabetas.

Sí, analfabetas. La Revolución Sandinista encontró hasta un 75 por ciento de analfabetismo en sectores como las Minas caribeñas, costeñas o atlánticas y en el Departamento de Río San Juan, donde la dictadura militar somocista mantenía a sangre y fuego la ignorancia y la explotación más brutal posibles.

Jiménez Guzmán se asombró al ver lo insólito de que las muchachas, como secretarias de los campesinos, apuntaban las ideas discutidas en unos cuadernos, llevados especialmente allí, a la Asamblea sindical, por primera vez, pues antes del Triunfo Revolucionario Sandinista del 19 de Julio de 1979, aquellos líderes obreros realizaban sus reuniones en la más rigurosa clandestinidad, sin apuntar nada, huyendo de la guardia  somocista y de los patrones yanquis esclavistas de las Minas de Bonanzas, Rosita y  Siuna.

Aquel espectáculo le indicó a Jiménez Guzmán que allí eran urgentes la organización de los Sindicatos, alfabetización de los obreros y campesinos y la intervención gubernamental de las minas, para terminar aquel oprobio, ignominia, infamia desde siempre en las minas mencionadas.

Aquellos obreros y campesinos, oprimidos desde siempre, comenzaron a trasmitir demandas puntuales por medio de Jiménez Guzmán, a quien veían como intermediario entre ellos y el nuevo régimen revolucionario sandinista.

Pidieron condiciones favorables para sus sindicatos, convertidos en libres y poderosos repentinamente, beneficios sociales negados desde siempre, atención médica contra sus daños pulmonares y sanguíneos, medicinas, trato justo y humano y puesta en su lugar a los bárbaros explotadores rubios yanquis, que desde la época de Sandino ya eran los patrones de vendepatrias como Adolfo Díaz Resinos, José María “Chema”  Moncada Tapia y Emiliano Chamorro Vargas.

Se crearon equipos de trabajo político-organizativo para darle fuerza a los sindicatos de las Minas caribeñas, los cuales, por primera vez, empezaron a tener comunicación directa por teléfono, barcos y Fuerza Aérea Sandinista, hasta la nueva Central Sandinista de Trabajadores (CST), en Managua.

Se les empezaron a suministrar materiales escritos sobre cómo mejorar los sindicatos, cómo superar las horripilantes condiciones de trabajo dejadas por las empresas mineras extranjeras criminales de los yanquis, y al mismo tiempo empezaron a escribir o contar  sus memorias de cuántos de sus compañeros habían muerto, vomitando la sangre, dentro de las Minas, o fuera de ellas cuando ya no servían y estaban «dañados», es decir, con los pulmones inservibles o la sangre contaminada por plomo o químicos usados dentro los minerales.

Centenares de estos obreros mineros estaban «dañados», pero felices, porque finalmente eran libres y se organizaban como realmente habían soñado siempre.

Sindicatos de la CST crecen muy rápido, causando asombro en el país

El mismo Lucío Jiménez Guzmán estaba feliz, asombrado, porque la organización sindical crecía ahora fluidamente por la presión acelerada de los mineros y de los campesinos. Organizarse se había vuelto vital, indispensable para mejorar las condiciones de salud, económicas, de educación, de viviendas, de mejoras dentro de los pozos infernales de las Minas y porque debían salir de aquellos tubos terráqueos sofocantes los trabajadores ya «dañados».

Jiménez Guzmán al mismo tiempo fue dedicado a recorrer comunidades campesinas entre Puerto Cabezas, las Minas y Waspán, en el Norte del Caribe nicaragüense, con el fin de organizar sindicatos en empresas estatales, tanto en los cascos urbanos como en las zonas rurales semi pantanosas.

Les anochecía en los caminos largos, fangosos y solitarios de la Costa Atlántica o Caribeña nicaragüense. En las comunidades rurales, Jiménez Guzmán y su grupo ponían en práctica sus conocimientos de «dinámica de grupos», especialmente relacionada con la comunicación directa, o trasmisión de conocimientos científicos e informaciones por medio de asambleas y conversaciones grupales.

Terminada la jornada organizativa de la CST en Puerto Cabezas,  Minas Rosita, Siuna y Bonanza, más Waspam y sus comunidades rurales, Jiménez Guzmán y  Glenda Monterrey Vásquez  regresan a Managua seis meses después, a finales de diciembre de 1979.

La Central Sandinista de Trabajadores (CST), para entonces, está en incontenible crecimiento organizativo en Managua y resto de ciudades importantes como León, Chinandega, Masaya, Granada, Rivas, Estelí, Matagalpa, Jinotega, Carazo, en las Minas de Chontales, en los Puertos del Rama, Corinto, San Juan del Sur, en Aserradores, en las Minas del Limón (Francisco Meza Rojas), Santa Pancha y Santa Rosa del Peñón.

Era «un boom» sindical asombroso

En esos días se formaban filas de dirigentes sindicales dentro de la nueva sede de la nueva Central Sandinista de Trabajadores en la Casa José Benito Escobar Pérez, en Managua.

En esa labor agotadora estaban enfrascados en Managua Pedro Ortiz Sequeira, Denis Meléndez y Juan Briones Castro, quienes se iban muy noche del local de la CST José Benito Escobar Pérez, para que todo mundo pudiera organizarse en sindicatos.

Jiménez Guzmán es convertido en Secretario de Organización de la CST nacional, comandada todavía en esos momentos por Pedro Ortiz Sequeira, con el fin de que Lucío se dedique a organizar cuidadosa y detalladamente a la Central Sandinista en todo el país.

Lamentablemente, no existe registro sistemático de aquella valiosa y extraordinaria organización de la CST en todo el  país, pero al mismo tiempo se desprendieron sindicatos de la Central de Trabajadores de Nicaragua (CTN), de la CST(i), del Frente Obrero, de la CAUS, de la CUS…

Los sindicatos nuevos, afiliados a la CST, aparecieron por miles en los Ingenios Azucareros, en los Puertos de Corinto, de Granada, Rama, Puerto Cabezas, en Bluefields, en las Bananeras chinandeganas, en las fábricas de territorios urbanos, en instituciones gubernamentales, en las Alcaldías, en el Aeropuerto Internacional, en las jaboneras, en el Ferrocarril, en los algodonales, en los cafetales, en las montañas, en los mercados, en los Diarios o Periódicos, en las Radioemisoras, en el Sistema Sandinista de Televisión, en las Aceiteras, en los Hospitales y Centros de Salud, en las Escuelas, en las Universidades, en los Ministerios, en los Entes Autónomos, en las Minas, en los Teatros, en los Cines, los talabarteros, los carretoneros o cocheros…!donde quiera se formaban Sindicatos!

Pasa veloz el tiempo, agitado, porque pronto llegó la agresión yanqui otra vez, ahora en 1981, apenas dos años después del Triunfo de la Revolución Popular Sandinista.

En ese año, 1981, Denis Meléndez ya es Secretario General de la CST en Managua.

En ese momento se estaba viviendo un boom en la organización sindical, acaparado por la Central Sandinista de Trabajadores.

Transcurre el tiempo intenso, con profundidad histórica revolucionaria extraordinaria, y en 1983, la Dirección Nacional Histórica del FSLN le manda a preguntar a Lucío Jiménez Guzmán por un nombre para nuevo Secretario General, con el fin de sustituir de ese cargo a Iván García Abarca, el segundo Secretario General de la CST.

Eligen a Lucío Jiménez como Secretario General de la CST

Jiménez Guzmán recomienda a Denis Meléndez ante la Dirección Nacional del FSLN, según confiesa, pero para sorpresa suya, lo designan a él (Lucío) como nuevo Secretario General de la CST, lo cual le convirtió, como se sabe, en uno de los hombres más poderosos del mundo sindical revolucionario sandinista.

Ya entonces se había instalado la sede nacional de la CST, desde donde Jiménez Guzmán dirige todo el aparato organizativo y funcional de la Central Sandinista de Trabajadores.

Jiménez Guzmán seguía asombrándose, en esos días de 1983, pues aparecieron organizándose los «aurigas» o cocheros, los talabarteros, los loteros, los comerciantes, los taxistas, era una avalancha de gente y la verdad es que la Central Sandinista era como el aparato social y popular del FSLN.

Jiménez Guzmán recuerda, en aquella avalancha, el Sindicato de CATERAN, los trabajadores del Azúcar, los Sindicatos de la Carretera Norte, la fuerza fundamental de la Central Sandinista de Trabajadores; los de Ciudad Sandino (MACEN, SOLECTRA, PROCON), los Sindicatos de INCESA, Standard Oill, ASA…

Aquello era, insisto, un boom sindical, es decir, no había problema para organizar Sindicatos. El clavo era «¿como atenderlos?», recuerda ahora Jiménez Guzmán.

En la Central Sandinista nacional habían, al menos, 200 dirigentes sindicales a tiempo completo, para atender aquel mundo inesperado de organización de varios miles de  Sindicatos, los cuales no se organizaban por temor a la represión en la época de la tiranía genocida somocista.

Según recuerda Jiménez Guzmán, en este mundo sindical sandinista, revolucionario, con ideas socialistas a mediano o largo plazo, aparecía una figura poderosa enfrente a los trabajadores organizados: Jaime Weelock Román, uno de los 9 miembros de la Dirección Nacional del FSLN (hoy completamente separado del Frente Sandinista de Liberación Nacional), la cual venía privilegiando a los obreros y campesinos como una de las Fuerzas Fundamentales de la Revolución Sandinista.

Miles de sindicatos CST imponen dominio histórico

Este privilegio acentuado, de contenido ideológico y político profundos, era profundamente acentuado entre los años 1979 y 1984, porque todo el proceso productivo, educativo, de salud, organizativo, etc., en la Revolución Sandinista estaba destinado a la consolidación de la nueva clase dominante en los campos políticos y militar revolucionario, clase constituida, por supuesto de obreros, campesinos, maestros, soldados, técnicos, profesionales e intelectuales patriotas, obreros agrícolas, productores medianos y pequeños, todos agrupados en torno al proceso revolucionario sandinista.

Sin embargo, este matrimonio, con luna de miel plena, empezó a perder su dulzura entre los años 1984 y 1985, analiza Jiménez Guzmán, por el peso avasallador, de destrucción material generalizada y de muerte, de la agresión militar norteamericana mercenaria somocista y por el emprendimiento de políticas macroeconómicas del gobierno revolucionario sandinista.

Las medidas económicas restrictivas, de ahorro y de sobreesfuerzos en la producción, empezaron, al mismo tiempo, a apretar los salarios y los beneficios sociales de los trabajadores, recuerda Jiménez Guzmán 15 años después.

Comienzan restricciones y distanciamientos por la agresión yanqui

Estas restricciones económicas a los trabajadores, motivaron un leve distanciamiento entre la dirigencia nacional de la CST, encabezada por Jiménez Guzmán y la Dirección Nacional del FSLN, cuerpo dirigente revolucionario que había designado a Víctor Tirado López para atender directamente a organizaciones sindicales y populares como la CST, Asociación de Trabajadores del Campo, Federación de Trabajadores de la Salud, a la  Asociación de Maestros (ANDEN), a las Mujeres organizadas, a la Unión de Periodistas de Nicaragua…

Este distanciamiento se produjo debido a que los dirigentes sindicales consideraban la necesidad de desarrollar Nicaragua (dejada en el fondo del zanjón del subdesarrollo por la tiranía somocista) «por la vía agroindustrial», mientras, especialmente Weelock Román, tenía otras concepciones económicas.

Cuando Daniel Ortega Saavedra, presidente de la República y Secretario General del FSLN, iba a tomar una decisión económica importante, debía tomar en cuenta a los poderes del Ejército, el Banco Central y a Jaime Weelock Román, jefe del Ministerio de Desarrollo Agropecuario, los cuales, prácticamente, determinaban las políticas macroeconómicas, asegura Lucío Jiménez Guzmán.

Por estas políticas macroeconómicas, añade Jiménez Guzmán, otros sectores sociales alcanzaban reivindicaciones económicas superiores a las de los obreros y campesinos.

Ya no existía el matrimonio sólido de los primeros años hacia los obreros y campesinos, sostiene Jiménez Guzmán, lo que obligó a los dirigentes sindicales de la CST a reivindicar con más fuerza las demandas salariales y sociales de los 150, 000 afiliados de la Central Sandinista de Trabajadores en todo el país.

«Te debo aclarar, eso sí: el pueblo urbano y campesino fue mimado de la Revolución Sandinista, nosotros los trabajadores fuimos también mimados del gobierno revolucionario sandinista, pero ocurría que la crisis impuesta por la guerra de agresión yanqui, provocaba crisis económica, y la obligación nuestra como CST era proteger los logros históricos alcanzados por los trabajadores, no al revés, y estas contradicciones provocaban esos encontronazos entre la dirigencia de la Central Sandinista y dirigentes del gobierno revolucionario», señala Jiménez Guzmán.

Acordate,  indica Jiménez Guzmán, que además del empleo generalizado, el gobierno revolucionario llevó el abastecimiento: comida, medicinas, ropa, bienes materiales de todo tipo, instrumentos de trabajo, médicos,  maestros, soldados, ingenieros agrícolas y hasta medios de comunicación, hasta los rincones más ignorados de Nicaragua.

Entonces, en esos primeros años, por el boom organizativo en la CST y la Asociación de Trabajadores del Campo, la gente humilde se acostumbró rápido a este abastecimiento, a sus empleos, a sus reivindicaciones sociales, a sus mejoras, nunca vista antes en ninguna etapa histórica, lo cual les motivaba a reclamar por medio de la Central Sandinista de Trabajadores, analiza este legendario dirigente sindical revolucionario.

«Empezó un rejuego social por la distribución de la riqueza del país…allí radicó el problema principal», sostiene Lucío Jiménez Guzmán.

La verdad es que la guerra de agresión, impuesta por los yanquis atroces genocidas de siempre, estaba imponiendo asimismo un modelo económico, contra el cual se empezaba a luchar, agrega el análisis de Lucío.

Esto obligó al mismo tiempo a la organización de la CST de manera superior, más allá del sindicalismo, en las filas de la defensa militar: en las Milicias Obreras, en los Batallones de Reserva, en los Puestos de Mando

Acordate las contradicciones económicas surgidas en esos días, pues los capitalistas criollos se convirtieron en parásitos, pues se compraban un camión con lo que valía una motocicleta, además de que promocionaban la guerra en contra de los trabajadores, según confesarían ellos mismos tiempo después, recuerda Lucío Jiménez Guzmán.

Productores capitalistas oportunistas, “echados” y manipuladores

Las políticas económicas del gobierno revolucionario trataban de mantener a flote la producción agrícola e industrial nacional, para lo cual le daban financiamientos elevados a estos productores capitalistas, quienes ponían sus «condiciones», mientras el capital prácticamente se les regalaba, se aprovechaban de la inflación, se les hacían concesiones enormes, tenían precios elevados asegurados con el café, estaban sobreseguros de ganar, mientras el país se descapitalizaba y para los trabajadores no iba quedando nada, o quedaba muy poco.

Al final, el sostén real de la economía, eran los trabajadores, sobre cuyos hombros descansaba la producción de rubros básicos como el café, frijoles, maíz, legumbres, verduras, ajonjolí, mientras al mismo tiempo andaban con el fusil y las ametralladoras en el hombro, para repeler los ataques contrarevolucionarios yanqui-somocistas.

Los trabajadores sostenían el país entero, mientras los que se llenaban de dinero eran los capitalistas ociosos, que cómodamente disfrutaban de los grandes financiamientos bancarios y ganancias aseguradas de antemano sin correr los riesgos de los trabajadores en los campos de batalla y en los campos mismos de la producción de café, granos básicos, etc.

De esa manera, la producción agrícola era deficiente, mientras los trabajadores nuestros ponían enormes cuotas de sacrificios en levantar esa producción y en la defensa política, ideológica y militar del país.

¿Fue un error ésto? !Claro que lo fue! Luego decían que los obreros del campo y de la industria eran deficientes, pero la realidad es que la Industria en su conjunto era ineficiente, acordate que eran obsoletas las tecnologías encontradas por la Revolución Sandinista.

Maquinaria obsoleta, jamás la repusieron ni mejoraron

Esta maquinaria ya era obsoleta cuando los Estados Unidos nos impusieron un rol en el Mercado Común Centroamericano, esas maquinarias ya vinieron usadas, eso es lo que siempre han impuesto los yanquis a sus capataces capitalistas de América Central.

¿Te imaginas que productividad le podíamos reclamar a esa maquinaria obsoleta 20 años después de llegadas, de impuestas en Centroamérica. Esa era la triste realidad de la Industria nuestra, mientras los capitalistas parásitos sólo se enriquecían sin trabajar a costas del gobierno revolucionario y de los trabajadores organizados en la CST y en la Asociación de Trabajadores del Campo.

Con esa realidad tecnológica atrasada, obsoleta, había que hacer un recambio de maquinaria, ponerla nueva, o al menos en buenas condiciones, para poder elevar la productividad en estas empresas privadas y estatales.

«Cuando vos hablabas de productividad en la Industria, no podías hablar o referirte únicamente a la capacidad productiva de los obreros, de los trabajadores en general, pues también debías incluir en el análisis la capacidad o incapacidad de la maquinaria obsoleta, o en buen estado, y asimismo a la recalificación de la fuerza de trabajo», analiza Jiménez Guzmán.

Esto, al principio, no lo entendían los mismos dirigentes sindicales, pero poco a poco, lo fueron analizando y comprendiendo, pero no ocurría lo mismo en algunos cuadros profesionales dirigenciales del gobierno revolucionario, sostiene Jiménez Guzmán al ser entrevistado para estos Apuntes de Historia de la Central Sandinista de Trabajadores.

Acerca del campo era igual, pues se caracterizaba por el uso intensivo de la mano de obra, en vez de un uso intensivo de la tecnología.

Una correcta orientación en esa época hubiera sido una combinación del uso intensivo de mano de obra del campo con uso de una tecnología apropiada.

Cuando ya el 100 por ciento de los obreros te trabajan tres horas, no creo que sea un problema de los obreros…es un problema de organización estructural.

Si en este bar, una persona me dice que sólo puede trabajar tres horas, yo le digo, agrega Jiménez Guzmán, mirá, perdoname, pero aquí hay ocasiones en que es necesario trabajar hasta doce horas seguidas. No estás hablando de un problema de voluntariedad de la gente, es más bien, un problema estructural de la economía. Pero, bueno, nos echaron encima de la CST ese problema.

Brigadas Económicas CST para salvar la economía

Aparecen el Trabajo Voluntario y el Movimiento de Innovadores

Fue así, en medio de estos  problemas, discusiones y tensiones, que surgieron las Brigadas Económicas, aquellas famosas brigadas de obreros, técnicos y profesionales, que se convirtieron en los salvadores de la economía y de las empresas en medio de la guerra de agresión, mientras los capitalistas permanecían ociosos.

Por esos mismos motivos surgió el «Trabajo Voluntario», es decir, la actividad laboral que centenares de miles de trabajadores hacían después de su jornada normal de trabajo, o que se dedicaban los días sábados y domingos a «adelantar trabajo» o «sacar trabajos atrasados en la administración, en la producción de artículos, y hasta en las operaciones también atrasadas en los Hospitales como el Berta Calderón».

En este mismo escenario histórico de la economía nacional agredida, surgen también decenas de miles de Innovadores patrióticos, los cuales surgían de entre los obreros, técnicos y profesionales…En vista del bloqueo económico, comercial y hasta diplomático, porque Estados Unidos ordenó que nos bloquearan por todos lados, estos Innovadores se convirtieron en vitales, en leyendas, pues sacando fuerzas humanas y materiales de entre piezas viejas, ellos, los Innovadores, innovaban esas piezas,  las hacían nuevas, y de ese modo aquellas maquinarias viejas, obsoletas, seguían funcionando.

Esos trabajadores, obreros del campo, técnicos y profesionales, hicieron innovaciones que asombraron a ingenieros, especialistas…Por ejemplo, un especialista francés declaró desahuciada las chimeneas de la Planta Eléctrica de Managua, porque unos tubos internos ya no servían.

Esos obreros, técnicos y profesionales, se metieron dentro de las chimeneas oscuras, llenas de hollín afixiante, con linternas y llaves en manos, y poco a poco, con la paciencia de Job, arrancaron los tubos inservibles, construyeron los tubos nuevos, los colocaron en sus lugares, en medio de una oscuridad afixiante por el calor, y las chimeneas volvieron a funcionar ante el asombro de sus mismos compañeros y de funcionarios del gobierno revolucionario sandinista. Hasta vos, Pablo Emilio Barreto, estuviste metido en esas chimeneas con los innovadores, cuando hacías reportajes para el Diario BARRICADA.

Eso ha sido la Central Sandinista de Trabajadores, pues aquellos hombres y mujeres Innovadores, eran de sus mejores  cuadros organizativos y afiliados, que con su ejemplo práctico demostraron lo que era ser sandinista y revolucionario.

Estas Brigadas Económicas, el Trabajo Voluntario y los Innovadores, vitales desde los puntos de vista organizativo, político e ideológico, la verdad es que no tuvieron un impacto significativo en el problema estructural de la economía del país, porque ellos (los Innovadores) lo que hacían era echar a andar una maquinaria obsoleta, inservible, dejada así por la dictadura somocista e impuesta por las políticas imperialistas yanquis, analiza Jiménez Guzmán.

Esto era un problema de subsistencia local. Cuando vos tenías un problema de que no podías cumplir una meta económica, productiva o de producción, llamabas  a los obreros a que te dieran gratis su fuerza de trabajo, con el fin de sobrevivir.

Esto es otra cosa, no es desarrollo económico, es sobrevivencia, es subsistencia económica, por eso hicimos estos Trabajos Voluntarios mediante las Brigadas Económicas y los Innovadores.

A pesar de todo, nosotros, en la CST, dimos respuestas innovadoras espectaculares y extraordinarias jornadas de Trabajo Voluntario, todo organizado por la Central Sandinista de Trabajadores, debido a la existencia de una conciencia revolucionaria muy elevada entre los obreros, técnicos y profesionales organizados en nuestra organización sindical.

Los obreros azucareros de Rivas y Chinandega, por ejemplo, trabajaban doce horas diarias, lo cual se debía a la conciencia que ellos tenían de que su fuerza de trabajo era vital para la defensa de la Patria agredida otra vez por los yanquis. Se sentían ellos parte integral de la Revolución Sandinista.

Trabajadores heroicos y patrióticos revolucionarios

Estos obreros azucareros eran los mártires de la producción nacional,  y para estimularlos nosotros creamos la Orden Constructores del Futuro.

Fue motivada en  que habían tantos hombres y mujeres que comprendieron la esencia de clase popular de la Revolución, del futuro de la Revolución Sandinista,  a pesar de que no tenían grandes conocimientos científicos, sociológicos, económicos,  filosóficos o académicos, y se sacrificaron, hicieron esfuerzos sobrehumanos, nunca vistos en Nicaragua.

Estos obreros tenían enorme cariño por la Revolución Sandinista. De esa manera, las Brigadas Económicas fueron para nosotros como la columna vertebral de un movimiento decadente desde ese momento, decadente en el sentido economicista, pues, inclusive, en la CST ya no se sentía la protección cerrada de los primeros cuatro años del proceso revolucionario…

Y decadente en el sentido de la economía, pues desde ese momento, precisamente, la economía comenzó a irse en «picada». Ya para entonces, fue difícil crecer en el Producto Interno Bruto. Sólo para atrás íbamos.

Todo debido a la guerra impuesta por Estados Unidos con  sus mercenarios somocistas, los cuales iban detrás destruyendo las obras sociales, económicas, ambientales, agropecuarias, de  mejoras de suelos, etc. de la Revolución Sandinista.

Más claro: Los obreros,  y trabajadores en general, construyendo edificaciones en Cooperativas Agrícolas, o empresas industriales, mientras los «angelitos» contrarrevolucionarios de Ronald Reagan andaban la misión de destruirle todo al pueblo humilde de Nicaragua.

Era algo terrible. Las Brigadas Económicas eran como la «moral» de la Revolución Sandinista y del mismo movimiento sindical sandinista y general en el país, porque junto a las Brigadas Económicas teníamos brigadas antieconómicas, el movimiento de robo de los burgueses y contrarevolucionarios, los cuales se daban a la  tarea también de destruir lo que hacían los obreros y campesinos.

Como Secretario General de la CST, a Jiménez Guzmán le tocó encabezar las Brigadas Económicas y la Lucha contra el Robo, el cual tenía implicancias contrarrevolucionarias.

También lucha contra los robos y desviaciones ideológicas

Este asunto sometía a pruebas profundas a los obreros  y trabajadores en general. Se hizo común que en las mismas asambleas de trabajadores se denunciaban los robos por parte de algunos trabajadores.

Estas denuncias contra los robos se hicieron comunes en plena contienda electoral en 1984, cuando, precisamente, la guerra de agresión, mercenaria, somocista yanqui genocida, impuesta por Estados Unidos, estaba en su apogeo, y que tenía como una de sus finalidades destruir todo lo que hacía la Revolución  Sandinista.

No era fácil luchar contra las desviaciones ideológicas y políticas de los mismos trabajadores, en aquellos momentos en que se libraba una contienda militar de suprema importancia por la sobrevivencia de la Revolución Sandinista y de una causa social y económicas justas.

Esa lucha fue muy dura. Los Movimientos Obreros de Alfabetización (MOA) fueron durante 1980, en la época de la gloria revolucionaria y el boom organizativo de la CST, cuando se formaban filas ante las secretarías de Organización de la Central Sandinista de Trabajadores, para la formación de más y más sindicatos sandinistas.

Lucío en reuniones con Daniel Ortega presidente, y en todo el país

Incluso, en la CST se tenía la concepción de que «donde están los combatientes, debemos estar nosotros». Entonces, a Lucío Jiménez Guzmán se lo podía encontrar reunido con  Daniel Ortega Saavedra, en la Casa de Gobierno, o en una asamblea con obreros del Ingenio San Antonio, en la Coca-Cola, en ENABUS, con los estibadores de Corinto y Puerto Sandino, en la  Alcaldía de Managua, allá en El Cuá cerca del Río Coco, en Molukukú,  en medio del  fragor del combate frente a los contrarevolucionarios somocistas y yanquis, etc.

La CST, como organización sindical revolucionaria, estaba allí apoyando a los obreros del campo y la ciudad, a los trabajadores en general, a los cuales les daba apoyo moral y material, para que cumplieran con sus deberes organizativos sindicales.

Por eso, se ve al movimiento obrero tan firme ahora, en su núcleo, porque esa  firmeza la adquirió en condiciones difíciles. Fue, al mismo tiempo, magistral la respuesta que dieron los obreros y trabajadores en general en defensa de la patria agredida en la década del 80.

Te encontrás, por ejemplo, ¿por qué la huelga azucarera duró tres meses? ¿por qué razón a la CST nadie le metió las manos en la huelga azucarera?

Durante la huelga se tenían, nada menos, 200 fusiles extendidos detrás de los obreros azucareros. ¿Por qué cuando la lucha estudiantil, hace muy poco tiempo, los obreros azucareros salieron en defensa de los estudiantes?, porque todos esos obreros azucareros constituían más de un batallón.

Todos los Batallones del Ingenio San Antonio, por ejemplo, eran obreros perfectamente entrenados, fogueados, en prácticas militares, en defensa de la Revolución Sandinista, mediante  la cual se multiplicaron los sindicatos en todo el país.

Esa fue la parte positiva, pues la parte negativa fue cuando se fueron a huelgas en la época de cuando  Virgilio Godoy Reyes era el ministro del Trabajo. Esas fueron las primeras huelgas, terribles…

Resultó que en esos momentos unos «cabezones» del gobierno revolucionario dijeron que «las normas salariales» estaban «malas»,  y por tal motivo, una buena cantidad de obreros  que tenían salarios bajos, pasaron a ganar mucho más,  y quienes tradicionalmente ostentaban buenos salarios, pasaron a ganar menos, en el Ingenio San Antonio y casi todo el país.

Al ocurrir este asunto, se produjo una conmoción económico-social, contradicciones entre los mismos trabajadores, pues el trastorno de las normas salariales afectaba no sólo al obrero, sino también a su familia,  a sus hijos, su mujer, etc.

Inclusive, este problema provocó, al mismo tiempo, fuga de fuerza de trabajo, es decir, los obreros que sintieron disminuidos sus salarios, emigraron hacia otros rumbos.

“Cabezones” ignorantes comparaban salarios de argoneros con soldadores comunes

Hubo un momento, en esos instantes, en que se discutió por qué un argonero devengaba un salario superior al del ministro de Industrias.

Entonces, los dirigentes de la CST, en conjunción con los cabezones del gobierno, fuimos a bajarles los salarios a los argoneros.

Los argoneros eran apenas unos 30 en todo el país. Al bajárseles el salario, optaron por irse del país y nos quedamos sin ni uno. Eso te da una idea de la conmoción causada por aquella medida de los «cabezones» del gobierno,  a la cual nos sumamos nosotros en la CST.

Claro, el problema, muy grave por cierto, es que no había un método científico para valorar cada uno de estos casos de la importancia laboral de cada profesión, oficio u ocupación técnica de los trabajadores en cada una de las empresas privadas y estatales, pues así lo dejaron impuesto los somocistas saqueadores, asesinos y ladrones.

Estos 30 argoneros eran los que habían instalado la Refinería de la ESSO. Estos argoneros eran soldadores altamente especializados, y nosotros, por ignorancia,  queríamos situarlos exactamente igual que los soldadores comunes y corrientes, de los existentes por montones en talleres de soldadura en Managua, o en METASA de Tipitapa.

Similar situación ocurrió en la Cervecería Victoria, donde los obreros y trabajadores en general estaban acostumbrados a un tipo de remuneración contra determinada productividad del trabajo.

Llegamos nosotros, alteramos la estructura salarial y productiva, y se nos vino encima la huelga. Esta huelga de la Cervecería Victoria  duró una semana.

Me tocó quedarme con los huelguistas,  entre ellos, hasta que resolvimos la huelga, a punta de negociaciones, revisiones salariales, concesiones de una y otra parte, porque acordate que a pesar de todo, los trabajadores le tenían amor profundo a la Revolución Sandinista.

Por supuesto, yo no estaba apoyando la huelga, porque mi función era lograr acuerdos, estabilidad laboral, para que funcionaran armónicamente trabajadores y empresas, con el fin de que la producción y la productividad no se detuvieran.

CST en Batallones de Reserva, en defensa de la Patria agredida

Acordate, inclusive, que la organización de los Batallones de Reserva, particularmente, el PANCASAN, en representación de la CST, nos llevó a nosotros a la guerra…ésto era un movimiento amplio de trabajadores.

Además de llevarnos a la guerra, tuvimos  que trasladar fuerzas de trabajo de la ciudad al campo. Son dos movimientos separados. En el primer momento, era lo fino de la guerra de agresión yanqui mercenaria somocista en contra de la Revolución Sandinista.

Nuestra gente se movilizaba, principalmente, para el lado del Cuá, Bocay, Chontales, Boaco, Molukukú, Matagalpa…

Después, acordate, de la experiencia de la CST con su gente en traslado al campo, particularmente algunos contingentes de desempleados…Esa experiencia me parece que fue loca, absurda, ¿por qué?, pues nosotros creíamos tener una orientación económica.

El ”simplismo” en movilizaciones laborales de la Ciudad al Campo

Nosotros veíamos las cosas en forma muy simplistas, por lo menos yo…si FANATEX tiene que cerrar, está bien, cierra porque no hay cómo producir, y entonces, los trabajadores que sobran, los llevábamos al Cuá a trabajar en el campo, es decir, a laborar en un medio adverso para ellos, lo cual era un absurdo, pues la cultura de un obrero urbano sufre un impacto tremendo al sufrir este traslado, contradicción que se resuelve a lo largo de varios años.

Yo mismo soy un emigrado del campo a la ciudad, motivado por el hambre, vine de la zona de Nandaime (Granada). Acostumbrarse a vivir en Managua, acordate, cuesta mucho, porque la vida es más cara, las costumbres son distintas, pues de forma parecida, o al revés, les ocurre a los  que van de Managua hacia el campo, donde las incomodidades son elevadísimas en relación al cómo vive uno en una ciudad como Managua, donde las distancias son relativamente cortas, te subís al autobús, en un taxi, vas al mercado, a los supermercados, al Cine, tenés televisión, están las pulperías, lo bonito de ganar salarios más o menos aceptables, la comida caliente, el agua potable, la ropa bonita, los cosméticos, los jabones, los olores, las mujeres bien vestidas, la posibilidad de estudiar en colegios, universidades…vos sabés todo éso…

Nosotros, en la CST, decidimos mandar gente al campo…fue un fracaso rotundo. Todavía en 1992, ya con el gobierno neoliberal promosocista de Violeta Barrios, yo recibía en la CST alguna gente que se había quedado en el campo, haciéndole «güevo», como decimos popularmente.

Esta gente llegaba a plantearme que estaban  urgidos de regresar a Managua, para reintegrarse a sus familias y buscar cómo insertarse nuevamente en su antiguo mundo laboral, el cual disminuía aceleradamente gracias a la revancha política somocista y por las políticas neoliberales, con una mezcla del somocismo representado en la señora Barrios viuda de Chamorro en el poder político nacional.

La verdad es que aquella movilización laboral hacia el campo, era como una salida de sobrevivencia extrema…es, fue la respuesta que encontramos en aquellos momentos político-militares difíciles por la agresión yanqui somocista mercenaria, jefeada por Ronald Reagan.

¿Fue una locura? Sí,  !fue una locura!, no tiene sentido económico, ni mediano, ni de largo plazo!

¿Qué análisis te merece aquello de los Innovadores, para combatir el bloqueo económico, tecnológico, comercial…para mantener funcionando maquinaria vieja, obsoleta, precisamente impuesta por Estados  Unidos a sus gemelos burgueses serviles de América Latina y Nicaragua? Creo, inclusive, que ésto fue un gran favor a los capitalistas locales.

El gran favor a los capitalistas fue la guerra misma, esa guerra mercenaria, criminal, de asesinos y saqueadores…La guerra para los capitalistas nicaragüenses, fue el gran negocio, acordate… a corto plazo, a mediano plazo «se cagó en ellos…se los llevó el diablo»…La guerra los benefició enormemente. Obtenían camiones por el valor de una motocicleta, se garantizaban buenos precios de sus productos…todo se les garantizaba. Ahora no hayan qué hacer, hasta las empresas más modernas no hayan qué hacer, porque la guerra provoca daños indistintamente de dónde estés ubicado.

Tecnología obsoleta

Vos te vas ahí no más, a una de las fábricas de zapatos, y ves cómo se ha quedado estancada porque  su tecnología es muy vieja, resagada completamente, muy atrasada, cualquier día desaparece.

Te vas a la fábrica de galletas, la Nabisco, igual de resagada porque es muy vieja su tecnología, la cual, además, es impuesta por las empresas trasnacionales que controlan la producción de este tipo y los mercados.

Cualquier empresa de las que tenemos, el Ingenio San Antonio, el Eskimo, las embotelladoras, no se escapa ninguna…todas están  igual de resagadas, tienen las mismas características, formaron parte de un auge, también impuesto según conveniencias de los yanquis, en la década de los 60, por medio del Mercado Común Centroamericano, acordate, lo cual formó parte de la Alianza para el Progreso, o más claramente los planes  imperialistas para contrarrestar a la Revolución Cubana.

Hubo un boom industrial en toda Centroamérica con esta maquinaria vieja, tal vez reparada, que duró unos ocho años, lo cual permitió algún auge económico, pero con controles férreos por Estados Unidos en un área que iba desde Panamá hasta México.

Esa tecnología impuesta ya era vieja, pero además, nunca fue renovada, y por tanto es una maquinaria obsoleta completamente. Esa maquinaria fue la que encontró la Revolución Sandinista al ser derrocada la tiranía atroz somocista genocida el 19 de Julio de 1979.

¿Qué ocurrió, entonces, al ser agredida la Revolución Sandinista, el país por Estados Unidos en la década de los 80 del siglo 20?

Bueno…a los trabajadores les tocó hacer funcionar esa maquinaria obsoleta, como fuese, para que la producción no se parara, y entonces tuvieron que ingeniárselas para reconstruir piezas, hacerlas nuevas, o modificar el funcionamiento esa maquinaria obsoleta, mientras los capitalistas sentados recibían los beneficios de esa producción y de ese heroísmo, pero es que, además, los trabajadores en la inmensa mayoría de los casos, mejoraron esas maquinarias y empresas, les dieron un nuevo valor en miles o millones de dólares, los cuales, hoy por hoy benefician a estos capitalistas parásitos de antes y de ahora.

Esos empresarios llegaron a depender totalmente de los trabajadores, de los obreros, técnicos y profesionales, pues éstos, realmente, hacían funcionar esas maquinarias viejas, inservibles, todo impulsado por el trabajo organizativo, político y revolucionario de la Central Sandinista de Trabajadores (CST).

Te cuento ésto, porque los empresarios ¿cómo iban a comprar maquinaria nueva, con qué modelo, en qué forma, si además Estados Unidos nos bloqueó con su guerra por todos lados, por todos los medios a su alcance?

Es hoy, 1999, y esa tecnología resagada completamente sigue siendo la misma, Le preguntás a los capitalistas por dónde, por qué vía van a desarrollarse, y no te responden nada, no saben, porque a ellos no les interesa el desarrollo, sólo piensan en enriquecerse, en hacer dinero fácil, el desarrollo del país como Nación nunca les interesó.

Por eso, yo digo que la guerra mercenaria, promovida, financiada y sostenida por Estados Unidos, afectó al país y también perjudicó a estos capitalistas, y por tal motivo quiénes son los dueños de Nicaragua, de su mercado, de su prácticamente inexistente producción industrial, las dueñas son las Empresas Trasnacionales yanquis, alemanas, inglesas, japonesas, francesas, etc.

Además, aquellos varios miles de Innovadores de la década de los 80 del siglo 20, te los encontrás entre el ejército de desempleados de hoy, mientras la Globalización de la Economía Neoliberal, atroz, feroz, mortal,  es la que funciona  con los aplausos y elogios del gobierno entreguista, vende patria de hoy, encabezado por Arnoldo Alemán Lacayo.

La dictadura somocista, creada, financiada, entrenada y sostenida por Estados Unidos desde siempre, y el Modelo Económico impuesto también por los mis yanquis agresores y genocidas, fueron, juntos, un freno total del desarrollo económico de Nicaragua, y ese Modelo Económico, perfeccionado, es lo que se sigue imponiendo, nuevamente, en el país.

Acordate que por medio de este Modelo Económico se impusieron roles  industriales a cada uno de los países centroamericanos, en los cuales, llegó un momento en que había sobreproducción, lo que creó una bonanza artificial, pues eso no contribuyó nunca al desarrollo económico real del país.

Bonanza artificial yanqui somocista explotó en 1979

Esa bonanza artificial explotó, se hizo mil pedazos con el Triunfo de la Revolución Popular Sandinista, la cual fue una respuesta política y militar violenta, al agotarse tempranamente el Modelo Económico diseñado por Estados Unidos y sus estrategas explotadores para América Latina.

Este agotamiento se produjo, tempranamente, especialmente por el Terremoto del 23 de diciembre de 1972.

Con el Triunfo de la Revolución Sandinista, se desbarata este Modelo Económico somocista absurdo, porque, además, la Globalización de la Economía Neoliberal viene avanzando terriblemente en un mundo dominado totalmente por las empresas trasnacionales del imperialismo yanqui-europeo, capitalismo salvaje o Neoliberalismo, autor de todas las desgracias que padecen los pueblos en todo el Mundo.

Yo diría que tiro de gracia de este Modelo Económico es la eliminación de las fronteras aduaneras para los productos fabricados e impuestos por empresas trasnacionales, mientras, al mismo tiempo, vos ves que los capitalistas nacionales no reponen la maquinaria obsoleta ya mencionada, ¿cómo van a competir con el capital trasnacional imperialista?

Nunca repusieron una sola tecnología. Te puedo platicar lo que está pasando actualmente en Lechería  La Perfecta. La Revolución Sandinista, vos sabés Pablo Emilio Barreto, desarrolló una política alimentaria, beneficiosa, especialmente, para los pobres del campo y la ciudad.

Industria lechera beneficiosa hoy para extranjeros durante neoliberalismo genocida y empresas multinacionales, porque Llanes son oportunistas y saqueadores…

El gobierno revolucionario agarró «la industria láctea», en particular Jaime Weelock Román, y la elevó, ¿cómo?, pues importó tecnología modernísima para esta fábrica, acordate…Vos te vas a La Perfecta, que en esos momentos era estatal, y la comparás con La Selecta, y te das cuenta de que por la renovación de tecnología moderna, Lechería La Perfecta dejó resagada a La Selecta y se la tragó.

La Selecta fue siempre privada. En cambio, La Perfecta fue confiscada por el Estado Revolucionario Sandinista, el cual la dejó bien equipada, renovada, al perder nosotros las elecciones en 1990…Esto último te demuestra el interés del gobierno revolucionario por desarrollar el país, para sacarlo de la dependencia tecnológica en que lo empantanó el somocismo genocida.

¿Dónde está aquí el error del gobierno revolucionario? En que importó piezas de tecnología, en vez de importar un sistema tecnológico completo.

Entonces, vos te encontrabas en este mundo laboral y de fábricas en que le tocaba dirigir trabajadores a la CST, que en algunos aspectos de renovación de piezas tecnológicas íbamos bien, pero te encontrabas al mismo tiempo con «cuellos de botella», es decir, el mismo problema de maquinaria vieja, inservible, chatarras, lo cual sigue igual en 1999.

Andá ve Lechería La Perfecta ahora, es la líder en producción, desplazó completamente a La Selecta, en una relación de 95 a 5, ¿gracias a quién?, a la Revolución Sandinista, quedemos claros, pero clarísimos, de que los capitalistas locales jamás se interesaron, ni antes, ni ahora, en renovar la tecnología, porque siempre les ha gustado hacer dinero fácil como «comisionistas» de las empresas trasnacionales yanquis, inglesas, japonesas, alemanas, francesas…

¡Ajá¡, pero sin embargo, la acaba de adquirir una compañía trasnacional, italiana, ¿por qué?, porque simplemente descubrió el «cuello de botella» tecnológico, valorado en unos 50 millones de dólares, lo cual le permitirá hacer el enorme negocio en Nicaragua y Centroamérica.

Te debo decir que los Llanes, los antiguos dueños confiscados por ser somocistas, se vinieron a sentar en dinero gracias a la Revolución Sandinista y al gobierno de Violeta Barrios que les devolvió LA PERFECTA con tecnología moderna, y a la vez los Llanes hicieron el fabuloso negocio, de premio de lotería, porque cuando se fueron huyendo de la Revolución dejaron La Perfecta en un cascarón, maquinaria inservible, y ahora resulta que venden ellos una empresa modernísima, que a ellos no les costó nada, «ni un cinco», ¿quién paga ese saqueo?, !el país entero, vos y yo!, como en la época del somocismo genocida, !otra vez!

Este ha sido el mundo de la Central Sandinista de Trabajadores, la cual dirigí con orgullo hasta agosto de 1997.

El Café Soluble sigue produciendo el mismo tarro, es decir, la misma presentación, el mismo producto, no he visto que mejore en nada… Los cigarrillos en la Tabacalera Nicaragüense, igual, hermano…

Capitalistas no mejoran nada, sólo buscan dinero fácil

Esa sigue siendo la realidad, como te digo, de las empresas industriales de Nicaragua, porque los capitalistas no renuevan, no reponen para nada toda esa maquinaria vieja, inservible, que nosotros hicimos funcionar con los innovadores de la CST en la década de los 80.

Es decir, esta actitud de los capitalistas te refleja que el Modelo Económico somocista fue malo, estructuralmente pésimo,  y también que los capitalistas jamás invirtieron en nada, pero, además, en la época del régimen de los Somoza, los capitalistas sacaron su capital fuera del país, lo pusieron fuera en bancos extranjeros…

El mismo Anastasio Somoza Debayle se llevó, en valija, casi dos mil millones de dólares, acordate Pablo Emilio Barreto. Al final, los pobres, vos y yo, seguimos «pagando los platos rotos».

Volvamos un poco, ¿a partir de cuándo, en qué año, sos electo sucesivamente Secretario General de la Central Sandinista de Trabajadores?

No recuerdo fechas exactas, pero fue a partir de 1982

Las cinco Asambleas de los Sindicatos fueron vitales para evaluar cómo íbamos en organización, en participación en la lucha por consolidar la CST, en la Defensa de la Patria agredida, para fortalecer el papel de los innovadores, robustecer las Brigadas Económicas y de paso para afianzar el liderazgo sindical de la CST en el mundo laboral de las fábricas y empresas en zonas urbanas del país.

Elecciones como tales, las efectuamos hasta en 1990. Acordate que el Movimiento Sindical Sandinista viene de un gran auge, una enormidad de obreros, técnicos, profesionales, taxistas, amas de casas, todo mundo se organizaba en la CST después del Triunfo de la Revolución, en el ánimo de los trabajadores no cabía el estar fuera del alero organizativo de la Central Sandinista de Trabajadores.

Acumulamos una enorme experiencia sindical organizativa, éramos reyes en este mundo laboral. Yo tuve la suerte de que al mismo tiempo encabezara la Coordinadora Sindical de Nicaragua. Aprendí, mediante capacitaciones sistemáticas, métodos de dirección y organización sindical.

Antes del 90 no eran tan complicadas las elecciones sindicales en nuestros Sindicatos, en nuestra CST, pues quien era el candidato del Frente Sandinista, ése ganaba indiscutiblemente.

Por eso, yo ganaba las elecciones, era la época monolítica, de unidad, de fortaleza revolucionaria.

Antes de 1990, vos, Lucío Jiménez Guzmán, fuistes reelecto o designado varias veces en la Secretaría General de la CST, ¿quiénes fueron los otros directivos sindicales nacionales en esos distintos períodos en la CST? Carlos Borge Galeano y Ronaldo Membreño Caldera estuvieron con vos en al menos un período como Secretarios de Organización. 

Sí…también Dámaso Vargas Loáisiga, Ronaldo Membreño Caldera, bueno…casi todos los que están actualmente en la Central Sandinista de Trabajadores, incluyendo Roberto González Gaitán, quien es de una generación ya posterior, y tuvo la oportunidad de asistir a cursos internacionales en la OIT, también estuvo fungiendo como director y docente de la Escuela de Capacitación Pikin Guerrero.

Claro, los fuertes, los más notorios, en aquella época revolucionaria éramos Ronaldo Membreño, Dámaso Vargas Loáisiga, Carlos Borge Galeano, Denis Meléndez, Iván García Abarca y yo, entre otros.

La Central Sandinista de Trabajadores llegó a tener 600 sindicatos organizados y trabajadores afiliados eran casi 150 mil en forma efectiva.

Estos afiliados se nucleaban, se afiliaban, se juntaban en Sindicatos alrededor de una causa: se unieron con el boom de la Revolución  y luego en la Defensa de la Revolución Popular Sandinista en la década de 1980.

Habían muchos «pivotes», es decir, muchas cosas que atraían a los afiliados, porque, por primera vez, se firmaban sin obstáculos centenares de Convenios Colectivos, mediante los cuales se mejoraban los derechos sindicales y beneficios sociales y económicos de los trabajadores en general, acordate Barreto Pérez.

Por aclaración, te digo que la Asociación de Trabajadores del Campo fue autónoma, surgió por su cuenta en 1978, independientemente de que nosotros también ayudamos a organizar la ATC, sabíamos que organizábamos sindicatos campesinos para la ATC.

Después todos los Sindicatos eran de la CST, por ejemplo la Unión Nacional de Empleados (UNE)…La palabra «UNE» surgió también en el año 1978 con Denis Meléndez, quien, desafiando a la dictadura genocida del somocismo, se dedicó a organizar los sindicatos de la UNE.

Al Triunfo de la Revolución Sandinista, UNE pasa a formar parte de la CST. La CST tuvo el privilegio de unificar a todo el movimiento sindical sandinista. ANDEN, el Sindicato o Asociación de los Maestros, venía de la Confederación Sindical de Maestros de Nicaragua y pasa a formar parte de la CST después del Triunfo de la Revolución.

La autoridad que se gana la CST, le permitía también organizar Sindicatos de ANDEN en zonas rurales o urbanas del país, lo cual ocurrió de manera parecida con la Federación de Trabajadores de la Salud (FETSALUD)…

La CST era como «un centro». En la Casa José Benito Escobar están la CST, FETSALUD, estuvo ANDEN, y la ATC siempre estuvo aparte, esa es otra historia, pero así llegamos a reunir a más de 100,000 afiliados, lo cual nunca había ocurrido en la Historia del Sindicalismo en Nicaragua.

Cuando se pierden las elecciones de 1990, en el Movimiento Sindical Sandinista hubo como un terremoto, ¿qué fue lo que pasó: confusión o miedo?

Bueno…el terremoto venía desde hacía rato, desde, al menos yo personalmente, ya discrepo con la política económica del gobierno revolucionario sandinista.

¿Cuál política? ¿La Sindical, o las Políticas Nacionales?

Las Políticas Nacionales. Podría decir yo ahora que el Frente Sandinista discrepa internamente con sus políticas económicas…ya habían unos rasgos de no unanimidad en las políticas del gobierno.

Por ejemplo, una cosa era lo que sostenía Jaime Weelock Román, ministro de Desarrollo Agropecuario, y otras las opiniones de Víctor Tirado López, quien atendía directamente a las Fuerzas Fundamentales de la Revolución, entre las cuales se contaba a la Central Sandinista de Trabajadores, o lo que sostenía el Ministro de Industrias en aquellos momentos cruciales del proceso revolucionario sandinista.

Llegó un momento en que los dirigentes sindicales y particularmente yo, retomamos el perfil propio de los trabajadores sindicalizados en la CST.

Asambleas CST registradas por el DORMA para el gobierno

Comienzan las huelgas

En las reuniones nuestras, las del Ejecutivo, Asambleas, siempre había un delegado del DORMA. Este delegado, o delegada, procesaba las reuniones y elaboraba un acta, de la cual pasaba copia a sus responsables y a la Dirección Nacional del FSLN.

Esto era, especialmente, ya en los años 1988 y 1989. Como parte de las contradicciones internas, nosotros desinformábamos al DORMA. Nos reuníamos privadamente, no le informábamos plenamente al DORMA y por tanto se cortaba la comunicación entre ellos y nosotros.

Y así, empezamos a planificar las primeras huelgas, sin el visto bueno del Frente Sandinista. Era conspirativo aquello, algo calculado, no creas que era acordado…Se aparecían algunos miembros de la Dirección Nacional del FSLN, por ejemplo Bayardo Arce Castaño, quien decía: «ésto no puede ser…», pero estaba ocurriendo y así era en aquellos momentos tensos.

Las huelgas fueron numerosas: en FANATEX, la Cervecería, los azucareros, la empresa productora de calcetines por Tipitapa, los mineros…Ya en esos momentos, las demandas eran salariales, debido a que ya en esos días el poder adquisitivo se estaba cayendo, después de una bonanza que les permitió grandes mejorías a los trabajadores organizados en la CST, lo cual fue producto, al mismo tiempo, de aquellas enormes devaluaciones de la moneda.

Con esas huelgas, nos fuimos poniendo metas, cumpliéndolas, y así llegamos a las elecciones de 1990.

Gobierno revolucionario interviene V Asamblea Nacional CST

A mi juicio, allí empezó el terremoto. Llegó un momento en que yo vi muy preocupados a los miembros de la Dirección Nacional del Frente Sandinista por esta situación, pues los trabajadores estaban retomando su perfil de lucha en la CST.

El Gobierno Revolucionario nos intervino, especialmente durante aquella famosa V Asamblea Nacional de los Sindicatos, que fue la última.

En primera instancia, los dirigentes principales del gobierno y del Frente Sandinista estaban de acuerdo en que se hiciera una Asamblea Nacional de los Sindicatos de la CST y la ATC, pero no les parecía que participara en la misma ANDEN, ni FETSALUD, ni la Unión de Periodistas de Nicaragua (UPN)…

Entonces, yo dije, o hay Asamblea con todos, o ustedes no vengan a nuestra Asamblea de los Sindicatos. La hacemos solos, les dije.

Recuerdo que a esa Asamblea llegó la plana mayor del gobierno revolucionario sandinista. Se tiraron una hora de discurso cada uno de los gobernantes, porque ya se decía que nosotros estábamos «desviados».

Comenzó Jaime Weelock Román  hablando de «las perspectivas», del «desarrollo»…luego el Ministro de Industrias con un análisis sobre los problemas industriales, «el  subdesarrollo», después nos cae el Ministro de Finanzas, William Hüper, quien se lanzó otro discurso sobre la «inflación», luego el General  Humberto Ortega Saavedra sobre «el declive estratégico de la guerra», «el triunfo sobre la contra», «el triunfo asegurado»,  y por último el Comandante Daniel Ortega Saavedra, quien habló otra hora de las dificultades económicas, del bloqueo comercial, de la guerra impuesta por los yanquis  en general, de la situación de la economía por la agresión militar norteamericana…

Total…nosotros estábamos hablando de una plataforma sindical reivindicativa, de salarios, pedimentos de beneficios sociales, mejoras en el transporte, solicitudes de capacitaciones para los trabajadores, todo lo cual lo podíamos decir nosotros en el término de media hora, resulta que aquella Asamblea de los Sindicatos fue larguísima, y de lo menos que se habló fue de nuestras reivindicaciones salariales,  sindicales, de convenios colectivos, etc.

La verdad es que la Asamblea fue virtualmente tomada por la plana mayor del gobierno revolucionario durante unas ocho horas, y al final nosotros no pudimos exponer las demandas de los trabajadores. Problemas de este tipo también nos ocurrieron, hermano Pablo Emilio Barreto.

Pienso, analíticamente hablando, que esa intervención del gobierno revolucionario sandinista en la Asamblea Nacional de Sindicatos creó un desbalance de fuerzas, al final en favor de la burguesía reaccionaria, que en esos momentos, además, clavaba los puñales a la Revolución ayudándole, de diversas maneras, a la contrarrevolución yanqui-somocista.

Con este proceso, silencioso en parte, llegamos al 90, cuando perdemos las elecciones.

Por lo menos a mí personalmente, estos problemas me permiten avanzar en las ideas que yo ya venía elaborando en la marcha,  antes del 90 del siglo 20, debido a cosas como éstas que te cuento, hermano Barreto.

Mi primera pregunta fue, como dirigente sindical sandinista: ¿Qué hacemos ahora? Uno de los primeros temores fue sobre la posibilidad de que la guardia somocista genocida volviera al país, al amparo del nuevo gobierno promosomocista y proyanqui de Doña Violeta Barrios de Chamorro, y entonces nos formulamos la idea de organizar una huelga general, para que se viera que el sindicalismo sandinista estaba vivo,  en pie de lucha, dispuesto a dar la batalla nuevamente, como antes de 1979.

Si vos te fijás, el sindicalismo del 90 creció cualitativamente en relación a los años anteriores.

¿Cómo que creció? Si más bien hubo, aparentemente, confusión, miedo, incertidumbre sobre el  futuro cuando se da la pérdida de las elecciones, Lucío?

No, al contrario. En esos momentos yo encuentro la posibilidad de que el sindicalismo sandinista se desarrolle, precisamente, por lo  que veníamos luchando en los dos años anteriores a 1990.

Por lo menos yo me sentía «libre», en el sentido de luchar abiertamente por reivindicar los derechos más elementales de los trabajadores organizados en la Central Sandinista de Trabajadores.

¿Qué querés decir cuando decís «yo me sentía libre»?

En los meses, y un poco en unos dos años anteriores, nosotros los sindicalistas, los sindicatos, la Central Sandinista de Trabajadores, teníamos que someternos  al devenir de la Revolución Sandinista, a los vaivenes y ataques  sufridos por el proceso revolucionario sandinista.

Frente a una derrota electoral, ¿con quién vas a compartir tus derechos? Nosotros no teníamos con  quien compartirlos ya. Entonces, yo me sentí libre  de llevar a cabo todas las iniciativas posibles y poderlas presentar en nombre de los trabajadores organizados en la CST.

De hecho, la huelga de julio de 1990 no tuvo el aval del Frente Sandinista, con excepción de Daniel Ortega Saavedra, porque el FSLN adquirió ciertos compromisos durante el llamado Protocolo de Transición,  con finalidades de sobrevivencia institucional, entre otros: estabilidad del país, sobre los  cuales nosotros no participamos, los ignorábamos y por tanto no estábamos «atados», actuamos independientemente de que hubiesen o no Acuerdos de Transición.

Acordate que la fuerza sandinista organizada, especialmente, y en algún grado la población en general, tenía el sentimiento en esos momentos de que la  guardia somocista podía retornar al amparo del gobierno proyanquimosocista, vende patria, de Doña Violeta Barrios viuda de Chamorro.

Pablo Emilio Barreto Pérez:

Periodista, editor, fotógrafo, investigador histórico, Cronista de la Capital-Managua, Orden Independencia Cultural Rubén Darío, Hijo Dilecto del Municipio de Managua, Orden José Benito Escobar Pérez de la CST nacional, Orden Servidor de la Comunidad del Movimiento Comunal Nicaragüense y Orden Juan Ramón Avilés de la Alcaldía de Managua.

Reside en la Colonia del Periodista, frente al portón de entrada al Parque, en Managua.

Teléfonos: 22703077 y 88466187.

Acerca de Pablo Emilio Barreto Pérez

Pablo Emilio Barreto Pérez es: *Orden Independencia Cultural Rubén Darío, *Orden Servidor de la Comunidad e Hijo Dilecto de Managua.
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