¿Yugo colonial sigue uncido en América Central? ¿Declaración de Independencia fue una farsa imperial española perversa, de los criollos y del Clan Aycinena?

¡Independencia¡,  Independencia de Centroamérica, ¿fue real?, ¿fue una farsa colonial perversa planificada por criollos y Clan Aycinena?

Españoles trasladaron el poder a sus hijos criollos en 1821

 ¿Yugo colonial español sigue uncido en América Latina?

 *Pablo E. Barreto Pérez

 *Miles de patriotas independentistas nicaragüenses, salvadoreños, hondureños y guatemaltecos fueron condenados a muerte, sufrieron prisiones perpetuas como el Padre Tomás Ruiz Romero y otros enfrentaban las represiones en calles, caminos y montañas

El primer país en sacudirse el yugo colonial en América Latina fue Haití, en 1804. Sí, los antiguos esclavos negros, rebelados y mediante una revolución popular, se dieron el lujo de expulsar al Ejército colonial francés, con el cual, su jefe Napoleón Bonaparte, se paseaba impune y triunfante en sus conquistas maleantes por Europa, después del triunfo de la Revolución Francesa Burguesa y de proclamarse (el general Bonaparte) emperador de Francia, y de ese modo, restablecía el orden monárquico que había motivado la toma violenta de La Bastilla y de la ejecución en la guillotina de los reyes despóticos por parte de los revolucionarios, encabezados por Maximilien de Robespierre.

Aquella Revolución Francesa Burguesa, encabezada por jefes del capitalismo naciente en  Europa, en 1789, proclamó libertades liberales y la igualdad entre los hombres, y de paso ese viento huracanado revolucionario de libertades anticoloniales, trajo sus soplos hasta la América colonizada y sojuzgada; y puso en jaque al hasta entonces omnímodo poder de los colonizadores europeos sanguinarios, cruelísimos, atroces, feroces, genocidas, ladrones, esclavistas, racistas, quienes ya habían matado a 51 millones de indígenas (nuestros abuelos) desde que Cristóbal Colón, equivocando el rumbo (lamentablemente) llegó a nuestras tierras sagradas en octubre de 1492.

Para minar más el poder omnímodo de los colonizadores españoles, portugueses, ingleses, holandeses y franceses, los antiguos esclavos negros de las plantaciones plataneras y de todo tipo en Haití, estos colonos caribeños decidieron enfrentar a sus antiguos amos blancos, rubios y bestiales ocupantes de nuestras tierras, y expulsaron al Ejército de Francia, que poderoso e imparable, se paseaba triunfante por Europa, con Napoleón Bonaparte a la cabeza.

Precisamente al triunfo de este movimiento independentista haitiano, el audaz Simón Bolívar, Libertador de América del Sur, pudo obtener armas y tres mil hombres facilitados por los triunfantes anticolonialistas haitianos de la Isla La Española, adonde inicialmente llegó Cristóbal Colón genocida y ladrón en octubre de 1492.

Todos estos movimientos militares, políticos, libertarios y sociales, conmovieron, estremecieron el poder palaciego en España y sus dominios de terror de “ultramar” en América, adonde llegaron repartiendo machetazos, balazos, puñaladas, decapitaciones, ahorcamientos, cortes de tajo de piernas, brazos y manos, degollamientos con cuchillos muy filosos, embestidas con caballos entrenados, hogueras de la “Santa Inquisición” de Tomás de Torquemada, y descuartizamiento de seres humanos con perros entrenados especialmente en estos menesteres genocidas, todo basado en que ellos, los europeos españoles, rubios, sanguinarios y brutales, tenían, indiscutiblemente, un avance tecnológico militar, de conocimientos científicos, políticos y sociales superiores a los de las Comunidades Aborígenes o indígenas (Tribus, Gens) nuestras, que apenas contaban con arcos y flechas de madera y mucho miedo a lo desconocido.

Vientos libertarios repercuten en América

Todos estos acontecimientos libertarios, en Europa, Haití y los movimientos independentistas en América del Sur (jefeados por Simón Bolívar, San Martín, Sucre), repercutieron en las Provincias de Centroamérica, especialmente entre tres grupos bien definidos, que ya en esos momentos se disputaban la posibilidad de arrebatarle el poder a los militares y funcionarios del régimen colonial español, cuyo asiento principal estaba, en 1821, en Guatemala, encabezado por el Brigadier General Gabino Gainza.

Estos tres grupos eran: criollos, intelectuales (médicos, abogados, literatos, etc.) y dirigentes indígenas y mestizos como el Padre Tomás Ruiz Romero (chinandegano-nicaragüense), quien participó, inclusive,  y jefeó la llamada “Conjura de Belén”, en Guatemala.

Los llamados criollos eran hijos de españoles, nacidos en América durante la colonización genocida, esclavistas, robos colosales de nuestros recursos naturales y tierras comunales.

Los académicos o intelectuales eran, mayoritariamente, mestizos, indígenas y comerciantes medianos y pequeños, que tenían concepciones distintas a la de los criollos en la lucha por la Independencia. Estos intelectuales, mestizos, indígenas y comerciantes medianos y pequeños, abrazaban las ideas liberales y republicanas de la Revolución Burguesa Francesa, recién triunfante en Francia y que avanzaba indetenible en Europa. Es decir, estos intelectuales propugnaban por el establecimiento de la República, y en el caso de Centroamérica, la República Federativa de Centroamérica.

Los criollos le disputaban el poder político, militar y económico a sus padres y madres españoles, quienes ostentaban por nombramientos del Rey de España los cargos militares,  políticos, administrativos, de encomenderos, ideológicos, etc.

Esos criollos, en la mayoría de los casos, eran poseedores de enormes extensiones de tierras (latifundistas), eran grandes comerciantes, eran encomenderos, traficaban con mercancías, y gozaban, por supuesto, de los grandes privilegios por haber mantenido a nuestros indígenas como esclavos durante 300 años, y de ese modo la mano de obra les salía regalada, mientras, al mismo tiempo, mataban a todos aquellos indígenas, mestizos y negros  (esclavos africanos, capturados o comprados y traídos a América por la fuerza) que pretendieran rebelarse contra los colonialistas españoles.

Además, estos criollos eran partidarios de la anexión de estas Provincias Centroamericanas a México, con el general Agustín Iturbide como Rey, y de ese modo seguir manteniendo el dominio colonial español. Incluso, pensaban, tenían planeado, arrebatar el poder a sus padres españoles y establecer ellos, los criollos, la monarquía constitucional, según el historiador Frances Kinloch Tijerino, autor de Historia de Nicaragua del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (Universidad Centroamericana).

En cambio, según Severo Martínez Peláez y Jorge Eduardo Arellano, estos intelectuales o académicos, apoyados por una parte de la masa de mestizos e indígenas, presionaban, conspiraban, para que la lucha revolucionaria independentista desembocara en el derrocamiento completo del régimen criminal colonial español.

 Patriotas centroamericanos por la República. Criollos por monarquía constitucional

Los criollos y los funcionarios oficiales del régimen colonial se entendían muy bien, y al parecer ambos estaban claros de que era necesario maniobrar políticamente para que finalmente el poder económico, político, militar, comercial, de posesión de tierras, propagandístico e ideológico quedase en manos de los hijos de los españoles. Es decir, el yugo colonial español ponerlo en manos de los españoles nacidos en América Central, en este caso en El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica.

Según Severo Martínez Peláez, guatemalteco y autor del libro Patria del Criollo, y Jorge Eduardo Arellano, nicaragüense, autor de Historia Básica de Nicaragua, la enorme mayoría de mestizos e indígenas no estaban interesados en el movimiento independentista,  debido a que quienes lo jefeaban eran precisamente los “criollos” y los llamados intelectuales o académicos procoloniales, entre los cuales había también presbíteros, médicos, abogados, maestros y distintos profesionales de aquellos días de 1821.

De acuerdo con Martínez Peláez, Arellano y numerosos autores, entre otros, el médico independentista republicano Pedro Molina, la primera rebelión revolucionaria notoria, en 1808, en Guatemala, la encabezó Simón Bergaño Villegas, quien propugnaba porque el régimen español sanguinario fuese derrocado por medio de las armas, y que se establecieran las Repúblicas correspondientes en Centroamérica.

Bergaño Villegas  y su grupo de compañeros rebelados, entre intelectuales, mestizos e indígenas, fueron juzgados por los opresores españoles en Guatemala, quienes  condenaron a muerte a los que consideraron cabecillas principales, a otros les aplicaron condenas de cárcel perpetua en mazmorras guatemaltecas y algunos fueron desterrados a Chiapas, por ejemplo.

Dos años después, el 16 de septiembre de 1810, se produjo el llamado “Grito de Dolores”, mediante una Insurrección o rebelión popular de decenas de miles de  indígenas y mestizos, jefeados por el Padre Miguel Hidalgo, en la Parroquia de Dolores, en México. Estos insurrectos en México demandaban la abolición de los tributos y la esclavitud y exigían poner fin al régimen colonial genocida.

Como es sabido, el Padre Hidalgo y el numeroso grupo de mestizos e indígenas fueron derrotados, capturados y fusilados algunos por el ejército colonial español, entre otros, el Padre Miguel Hidalgo. El movimiento independentista de Hidalgo fue asumido por el también sacerdote José Morelos.

Esto no detuvo la lucha, pues el 5 de noviembre de 1811 se produjo la llamada Insurrección Independentista de San Salvador, El Salvador, encabezada por el presbítero José Matías Delgado, Presbítero Nicolás Aguilar, don Manuel Antonio Aguilar, don Manuel José Arce, don Domingo Antonio de Lara, don Miguel Delgado, don Juan Delgado, don Carlos Fajardo, don Francisco Morales, don Pedro Pablo Castillo, don Mariano Fagoaga y don Mariano José de Lara.

19 días después, el 24 de noviembre de 1811, se produjo la rebelión revolucionaria independentista de Santa Ana, en El Salvador. Ésta la encabezaron José Agustín Alvarado, don Leonardo Antonio Fajardo, José Guadamuz Miranda, doctor Bernardo Letona, Vicente Fajardo, Antonio López y Marcelo Zepeda. Todos estos patriotas salvadoreños fueron  perseguidos y sacrificados brutalmente por los colonizadores españoles.

 Condenados a muerte

El 22 de diciembre del mismo año 1811 se registra otra rebelión revolucionaria independentista, esta vez en Granada, Nicaragua, jefeada por Miguel Lacayo, Telésforo Argüello, Juan Argüello, don Manuel Antonio de la Cerda, Joaquín Chamorro, Juan de la Cerda, Francisco Díaz Cordero, José Gabriel O´Horan, José Dolores Espinoza, León Molina, Cleto Bendaña, Vicente Antonio Castillo, Juan Espinoza, teniente coronel de Milicias Pío Argüello,  don José Manuel de la Cerda, Pedro Guerrero, Silvestre Selva,  Mateo Antonio Marure, Francisco Cordón León.

Casi al mismo tiempo,  se produjo la Insurrección o rebelión de León, encabezada por el Frayle Benito Miguelena, José Gabriel O´Horan, José Francisco Barrundia, José Francisco de Córdova, Juan de Dios Mayorga, Santiago Celis, Fulgencio Morales y José Venancio López.

Las autoridades genocidas coloniales españolas fueron especialmente salvajes, brutales, con los insurrectos granadinos, porque estos con su acción armada potente lograron destituir a todos los funcionarios del régimen colonial en Granada y también obligaron a renunciar de sus cargos privilegiados a algunos criollos o hijos de españoles nacidos en Nicaragua. 16 de los insurrectos fueron condenados a muerte, nueve recibieron condenas de cárcel perpetua y 130 penas de varios años de cárcel. Además, les confiscaron sus propiedades a todos los implicados en la Insurrección, entre otros, a la patriota Josefa Chamorro.

La Historia de Frances Kinloch Tijerino afirma que los insurrectos granadinos andaban armas de fuego, machetes, cuchillos, garrotes, varillas metálicas, pedazos firmes de madera, cadenas y otros instrumentos sólidos para golpear severamente.

¿Murió Rafaela en cruce de balazos en Granada?

Cuando uno lee las páginas de Rafaela, del doctor Pasos Marciap, se entera de que al ocurrir los tiroteos y enfrentamientos en la Plaza de Granada, entre los criminales españoles y los patriotas granadinos, presuntamente en esos cruces de balazos habría muerto Rafaela, la heroína del Fuerte de San Carlos, en el Río San Juan.

Casi inmediatamente, el 2 de enero de 1812, se produjo el llamado levantamiento revolucionario independentista de Tegucigalpa, Honduras. Este lo jefearon Julián Francisco Romero y José Antonio Rojas.

El 23 de febrero de 1812 se registró la llamada Sublevación de Chiquimula, en Guatemala, donde realmente ardían las discusiones sobre los intentos fallidos por la Independencia en las Provincias de Centroamérica.

Los jefes visibles de esta Sublevación de Chiquimula fueron:  Rafael Arriaza, Pedro Barillas, Manuel Antonio Calderón, Presbítero Esteban Carcaño, Norberto Calderón, Ramón Contreras, Francisco Cordón, Mariano León, Patricio Cordón, Victoriano Madrid, Manuel María León, Gabriel Marroquín, Ángel Morales, Francisco Mariano Moreno, Francisco Ordóñez, José María Orellana, Capitán José Esteban Páiz, Juan Orellana, Capitán Juan Carlos Páiz, Ramón Páiz, Miguel Pío Páiz, Ramón Páiz, Isidro Salguero, Norberto Urrutia y Juan de Dios Mayorga.

Conjura de Belén, jefeada por el Padre Tomás Ruiz Romero, Prócer nicaragüense y centroamericano

Una de las últimas rebeliones populares, ya cercanas al 15 de septiembre de 1821, fue la llamada Conjura de Belén, en Guatemala, donde aparece como uno de los jefes principales el Padre o presbítero indígena Tomás Ruiz Romero, chinandegano, nicaragüense, quien también participó en la Insurrección o rebelión de León.

Estos insurrectos o sublevados en el Convento de Belén, elaboraron un plan para apoderarse del cuartel de armas, sublevar al pueblo guatemalteco y liberar a los presos políticos o revolucionarios independentistas de Guatemala, y que por supuesto abundaban en las cárceles de los criminales genocidas y ladrones  españoles en América del Sur, en toda Centroamérica, en México, en Granada, en León, en Rivas, en Masaya, en San Salvador, en Santa Ana,  en Tegucigalpa, en Chiquimula, en Chiapas, en Dolores (México) y en la propia ciudad de Guatemala.

Ruiz Romero, según los relatos, fue capturado, juzgado y desterrado a mazmorras religiosas en Yucatán, donde murió virtualmente abandonado. Corrió igual suerte que miles de patriotas que luchaban por la llamada Independencia de Centroamérica.

Según los historiadores de las insurrecciones o rebeliones previas a 1821, en el Convento de Belén, Guatemala, se registró nuevamente una especie de asamblea de conjurados, encabezados por Tomás Ruiz Romero, con el fin de gestar un movimiento revolucionario, que tenía como finalidad derrocar, demoler y aniquilar por completo tanto al Ejército español colonial agresor ocupante como a todo el aparato de dominación colonial.

 Conjura incluía entregarle armas al pueblo

 El Plan incluía entregarles las armas al pueblo guatemalteco y sustituir al gobierno colonial corrompido y saqueador con gente capacitada y del propio pueblo de Guatemala.

Para estos fines, previamente se habían efectuado Juntas o reuniones en la casa de Cayetano Bedoya y Juan de la Concepción, todas coordinadas por el Padre Tomás Ruiz Romero. A estas reuniones, presuntamente, acudieron también Manuel Julián Ibarra, guarda del Almacén del Cuerpo de Artillería del ejército español; José Francisco Barrundia, alférez del Escuadrón de Dragones Milicianos; Fray Víctor Castillo, don Joaquín Yúdice, Andrés Joaquín Dardón, Fray Manuel San José, el indígena Manuel Tot, José María Montúfar, Manuel Paggio y Mariano Bedoya.

Todos fueron traicionados por delatores, que corrieron a informar al ejército genocida de los colonizadores españoles.

 ¿Excelentísima Diputación Provincial?

Todos estos datos mencionados arriba, aparecen también en “Memorias para la Historia de la Revolución de Centroamérica”, la cual señala que la “Excelentísima Diputación Provincial” estaba integrada por José Matías Delgado, Mariano Beltranena, José Valdez, Antonio Rivera Cabezas y José Mariano Calderón, algunos de ellos vinculados directamente al poder colonial y a los “criollos”, hijos de españoles en América.

Junta General

La “Junta General donde se proclamó la Independencia”, la integraban el canónigo y doctor José María Castillo, Fray Ramón Casáus y Torres, Arzobispo de Guatemala y el licenciado José Cecilio del Valle, igualmente ligados directamente al poder colonial de España.

Junta Provisional consultiva

La Junta Provisional Consultiva la formaron o integraron: Miguel de Larreynaga Balmaceda,  criollo, nacido en Telica, Nicaragua, escribano y funcionario del régimen español en Guatemala; licenciado José Cecilio del Valle, Honduras, también funcionario de los colonizadores en Guatemala; licenciado  José Antonio Alvarado, Costa Rica,  presbítero, conde (noble europeo); y  doctor Juan José de Aycinena y Piñol (del Clan Aycinena), representó a Quezaltenango. Todos ligados directamente al poder de los colonizadores españoles en Guatemala.

Don Pedro Molina, médico, del grupo numeroso que propugnaba por el derrocamiento revolucionario de los colonizadores españoles y el establecimiento inmediato de la República Unida de Centroamérica (después Molina fue presidente de Guatemala), escribió parte de las “Memorias para la Historia de la Revolución de Centroamérica”, indica que a su grupo, a su mujer Dolores y a él mismo, los hicieron aparecer en informes posteriores como “los distinguidos en gritar” a favor de la Independencia, en las calles de Guatemala, donde inclusive hicieron fogatas callejeras.

Estos “gritones” no tuvieron acceso, no los dejaron entrar, al local en que los llamados 13 próceres firmaron el Acta de Independencia con Gabino Gainza, el Brigadier General que controlaba el “orden colonial” con su ejército imperial, colonial, en Guatemala y en el resto de Provincias de Centroamérica.

Entre esos “gritones” se mencionan: Doctor Pedro Molina y su esposa Dolores Bedoya, José Francisco Córdova, José Francisco Barrundia, José Basilio Porras, Juan Montúfar Coronado, Manuel Montúfar Coronado, Marcial Zebadúa y León, José Beteta y el teniente coronel José Vicente García Granados.

Según las “Memorias” mencionadas, José Cecilio del Valle, Mariano Larrave, Antonio Robles y José Ignacio Foronda, al momento de la Independencia en 1821, tenían un partido político independentista disfrazado en Guatemala.

Colonizadores apresurados por entregarles poder a sus “criollos”

 La grandísima verdad es que el Rey de España, sus jefes militares, sus funcionarios en el gobierno colonial de “ultramar” en las Provincias y ciudades impuestas a nuestros indígenas a punta de balazos, machetazos, degollamientos, decapitaciones, cercenamiento de manos, piernas, dedos, matanzas a puñaladas, ahorcamientos, descuartizamientos con perros y caballos entrenados, esclavitud cruel y sanguinaria, hasta completar 51 millones de indígenas asesinados, más robos colosales de nuestros recursos naturales, estaban ahora (en 1821) desesperados, porque ahora, a pesar de la represión mortal, el pueblo estaba rebelado, insurreccionado, y se apresuraron a maniobrar, con el fin de dejar depositado el poder político, económico, militar, comercial, propagandístico e ideológico, en manos de sus hijos los criollos, y por ese motivo Gabino Gainza, el jefe colonial militar indiscutible, convoca el 15 de septiembre a sus funcionarios cercanos, para “declarar la Independencia”.

Los 13 firmantes, próceres de la Independencia, dejan estampada su preocupación de que el mismo pueblo proclamara la Independencia por su cuenta. Esto queda claro en el “Acuerdo” o artículo 1 de los 18 acordados y publicados ese día 15 de septiembre de 1821.

Esos 13 firmantes son los siguientes: Brigadier General Gabino Gainza, jefe político provincial; José Antonio Larrave, regente de la Suprema Corte de Guatemala; Mariano de Beltranena, L. Mariano Calderón, José Matías Delgado, Manuel Antonio Molina, Mariano de Larrave, Antonio de Rivera, L. Antonio de Larrave, Isidro Valle y Castricciones, Mariano de Aycinena, Pedro de Arroyave, teniente coronel Lorenzo de Romaña y José Domingo Duiéguez. Este último fungió como secretario.

El artículo primero dice textualmente: “…Que siendo la Independencia del gobierno español la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso, el señor jefe político la mande a publicar para prevenir las consecuencias que serían terribles, en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”.

Es decir, Gainza y el resto de firmantes estaban bien o muy claros de que el pueblo centroamericano estaba gestando una revolución verdadera con insurrecciones y rebeliones, y era necesario apresurarse, para trasladar el poder a los “criollos” y enmascarar con la palabrita “Independencia” el escamoteo del poder político para los sectores populares centroamericanos y latinoamericanos.

Aquellos “criollos”, sus padres españoles y amigos funcionarios del régimen colonial genocida español, en más de 300 años de dominio omnímodo, se apoderaron de enormes extensiones de tierras que habían sido de las tribus, gens o Comunidades Indígenas nuestras, tenían dominio monopólico total del comercio, manejaban toda la red de obtención y distribución de las riquezas naturales nuestras, es decir, tenían en sus manos todo el aparato económico, político, militar, propagandístico, ideológico, dominio completo, y para colmo, de esa matriz de poder, nacen (en el futuro inmediato) los políticos conservadores locales, nace de su seno la oligarquía (latifundistas, banqueros, industriales poderosos y comerciantes grandotes), y todo este entramado socioeconómico y de dominación clasista, capitalista, neocolonial-imperialista  que seguimos padeciendo en Centroamérica, imponiendo cadenas perversas y mortales, las cuales deben ser convertidas en añicos por siempre para el bienestar de nuestros pueblos centroamericanos.

Estos criollos (convertidos en conservadores, cachurecos, timbucos, vende patria, traidores a sus territorios y en contra de la gente, en fin, convertidos en oligarcas), fueron quienes desbarataron los esfuerzos de Unidad Centroamericana, promovida, ejecutada y organizada en la práctica, por liberales ilustrados, progresistas y revolucionarios en aquel momento, como Francisco Morazán Quesada y Gerardo Barrios Espinoza, ambos asesinados por las nacientes oligarquías feroces, atroces y muy primitivas de Costa Rica y El Salvador.

Cuando yo estudiaba primaria en la Escuela del Tololar, periférica de la Ciudad de León, preguntaba a los maestros y maestras por el Acta de Independencia de Centraomérica; sí, y aquellos educadores nunca pudieron mostrarme esa Partida de Nacimiento de América Central, porque a ellos el Ministerio de Educación no se las había pasado en documentos oficiales, Lo mismo me pasó cuando empecé a estudiar secundaria un tiempito en Larreynaga-Malpaisillo, Municipio del Noreste del Departamento de León, Nicaragua. Era como si fuese prohibido conocer toda el Acta de Independencia de nuestros países centroamericanos.

Managua, 10 de septiembre del 2009.

Pablo E. Barreto Pérez: periodista, editor, investigador histórico, fotógrafo, Cronista de la Capital, Orden Independencia Cultural Rubén Darío, Hijo Dilecto de Managua, Orden Servidor de la Comunidad del Movimiento Comunal Nicaragüense, Orden José Benito Escobar Pérez de la Central Sandinista de Trabajadores (CST nacional) y Orden Juan Ramón Avilés de la Alcaldía de Managua.

Residente en la Colonia del Periodista No. 97, frente al portón del parque, en Managua. Teléfonos: 22703077 y 88466187.

EXCELENTE ARTÍCULO…. espero poder leer más sobre la Historia de Nicaragua y su gente. Saludos desde Matagalpa – Nicaragua.

La Independencia Centroamericana: Grande, siniestra y oscura farsa de la Independencia criolla

A. Barahona, 15 septiembre, 2020

La independencia de Centroamérica, conseguida con apenas esfuerzo el 15 de Septiembre de 1821, esconde un oscuro y siniestro pasado y no es lo que se nos ha estado enseñando por casi doscientos años en las escuelas, colegios y universidades del país: erróneamente se nos ha vendido la idea que los pueblos centroamericanos lograron una independencia genuina, ocultando la fuerza objetiva de los hechos, y donde incluso se han visto involucrados personajes destacados de nuestra historia, quienes con el tiempo se convirtieron en referentes de la identidad de nuestros pueblos.

La tan cacareada independencia de 1821 no fue un hecho improvisado y casual; esta fue producto de meses de negociaciones, maquinaciones y manipulaciones de parte de la corona española y de los criollos de la región, quienes en realidad estaban más empeñados en no permitir que se produjeran eventos de real emancipación, tales como los de otras partes del continente latinoamericano.

En Haití, Venezuela, Colombia, Ecuador, Argentina, Bolivia y Chile, la participación del pueblo fue tan amplia  que dio lugar a guerras independentistas. En estos países España pagó un elevado precio, político y económico, perdiendo gran parte de los territorios conquistados por los primeros espadachines e hidalgos. En Centroamérica y México, los españoles se empeñaron en no perder su dominio, lo cual dio lugar a que se produjeran intensas y secretas negociaciones entre los criollos y las autoridades españolas para evitar cualquier asomo de cambio que atentara contra sus privilegios de clase y casta.

Criollos eran los hijos de españoles, nacidos en América esclavizada, humillada, robada, invadida por ladrones europeos. Los criollos eran cómplices del exterminio de nuestros abuelos indígenas o aborígenes.

Así nace el proyecto de la Nueva España o Reinado de México bajo el control de Agustín de Iturbide, pariente directo de los reyes de España y quien ya había vencido en batalla a los verdaderos independentistas mexicanos (Miguel Hidalgo, José María Morelos e Ignacio López Rayón), y que amparado en la idea de crear una monarquía constitucional, sujeta a España, defensora de la Iglesia Católica, instauró el imperio mexicano.

Iturbide fue proclamado emperador en mayo de 1822, pero sus maniobras para lograr esta condición venían de antes; es tanto así que desde principios de 1821 se realizaron negociaciones entre los criollos mexicanos, alineados en el proyecto de la Nueva España, y la clase criolla explotadora centroamericana, representada por la familia que por entonces controlaba económica, religiosa y políticamente la región, los  famosos Aycinenas.

El Clan Aycinena, fundado por Juan Fermín Aycinena, era, en Guatemala, un grupo de criollos poderosos, vinculados directamente al Imperio Colonial Español, porque eran banqueros, de los más grandes terratenientes, esclavistas, encomenderos, políticos influyentes, monopolizadores del comercio guatemalteco y de casi toda Centroamérica. Eran odiosos y odiados por la mayoría de pobladores guatemaltecos.

Los movimientos independentistas en Centroamérica nacen a partir de 1805 en El Salvador, donde se produjeron las primeras manifestaciones de esta índole; el supuesto fuego independentista se extendió a Nicaragua y Honduras en 1808, 1810 y 1812, respectivamente  − paradójicamente es Ramón Guzmán, un español, quien encabeza este movimiento en Honduras en 1810-, en este año hubo algunas conspiraciones aisladas contra el poder de la corona española, los cuales fueron rápidamente desarticulados por las autoridades peninsulares ibéricas en complicidad y complacencia de gran parte de la clase criolla.

Así llegamos a los acontecimientos de 1821, donde había una minoría criolla a favor de la independencia y otra gran mayoría apegada a los intereses coloniales españoles, y  celosa además de sus privilegios ancestrales, se resistían a divorciarse de la tutela española. En el mes de septiembre de ese año al ruido o murmullo de una posible independencia de México, se llevan a cabo reuniones y discusiones en la ciudad Guatemala sobre la posibilidad de independizarse del poder del imperio español; en estas participan los criollos pudientes (ricos o millonarios) y las autoridades españolas, entonces representadas por el comandante de armas de la corona en esta región Gabino Gainza y su apoderado legal José Cecilio del Valle; en ellas son marginados del debate los independentistas más radicales (Pedro Molina, Dionisio de Herrera, Pedro Córdova, Manuel José Arce, José Antonio Alvarado y otros quienes tuvieron que conformarse de estar pendientes de lo que sucedía en tales misas negras). Todas las reuniones fueron a puerta cerrada, pero algo se filtraba en los pasillos del cabildo municipal, lugar de tan connotados encuentros.

Esa semana del 15 de septiembre fue crucial, ya que se estaba produciendo el debate de si la Junta Consultiva seleccionada para el mismo poseía las plenas facultades legales para declarar la soberanía e independencia de Centroamérica. Gabino Gainza y Mariano de Aycinena argumentaban que había que tomar una decisión rápida pues se corría el riesgo de que el vulgo (el pueblo) obligara al congreso a una independencia absoluta, lo cual acarrearía una guerra civil, que al final terminaría con estas naciones.

Es así cómo José Cecilio del Valle la hace de secretario y comparsa o cómplice consciente de Gabino Gainza y se deciden a redactar el acta de independencia.

Después de casi dos semanas de discusiones ya todo estaba frito y cocido: ilegalmente y sin tener facultades constitucionales para proclamar la independencia, y con el apoyo de las maquinaciones de Gabino Gainza, José Cecilio del Valle y el patriarca, el marqués Mariano de Aycinena, se dictaminó una declaración de independencia, la cual terminó redactando el apoderado legal de la corona española, don José Cecilio del Valle, quien al final no puede firmar la misma por ser juez y parte.

Bajo esta declaratoria asume como jefe de Estado de la supuesta recién nacida nación centroamericana nada más y nada menos que el propio comandante español imperial de armas, don Gabino Gainza.

Además de no poseer legitimidad legal, la tal declaración de independencia padece de achaques tanto de forma como de contenido, los cuales era imposible que personajes como el mismo José Cecilio del Valle desconociera, siendo él tan docto y sabio en jurisprudencia.

Para el caso, la tal “Declaración de Independencia” incurre en tres graves errores: primero, en la misma no hay una declaración de hechos, o sea que no se justifican o no se hace denuncia en ella  de los perjuicios a que incurre el Imperio Español sometiendo a estos pueblos, que hoy ellos mismos declaran desobedecer; segundo, no hay una declaración de territorio que la nueva nación reclamase, es decir, desde dónde y hasta dónde, reclamamos y declaramos ser nación independiente, y tres, en el documento no existe una declaración de bienes, ya que toda nación debe contar con bienes materiales y recursos humanos (reserva de oro, moneda, infraestructura, cantidad poblacional, ejército, etc.)

Al final, el documento del acta parece ser un artilugio legal para que estos pueblos pudieran unirse después, y por su cuenta, al nuevo Imperio Mexicano, y eso fue justamente lo que pasó, tal como ya lo  había negociado con Iturbide el Marqués de Aycinena a través del intendente de Chiapas, Manuel Ramírez y Paramo (existen cartas reveladoras de Mariano de Aycinena dirigidas a Ramírez, donde él negocia la Unión de Centroamérica con el Imperio Mexicano).

Por eso no es de extrañar que al producirse la unión, José Cecilio del Valle apareciera de la noche a la mañana como funcionario de primer nivel en el gobierno de Iturbide (primero como secretario general y después como ministro de relaciones exteriores), puestos que ya habían sido negociados de antemano con la clase criolla guatemalteca a través de los Aycinenas.

Para tener idea del poder de la familia Aycinena en Centroamérica, 71 miembros de la misma eran parte del gobierno español en toda la región; para el año de 1821 todos ellos sumados devengaban un sueldo equivalente a dos millones de pesos anuales.

Los acontecimientos producidos el 15 de septiembre de 1821 surgen en definitiva al margen del pueblo llano; este fue el momento en que un pequeño grupo de personas sustituyeron la bota del colonizador español por la de sus hijos, quienes heredaron los privilegios de sus padres; esto dio lugar además a una nueva casta de caudillos, quienes para controlar sus territorios y tener un clima de convivencia pacífica y de respeto entre ellos, crearon los partido políticos cachurecos (conservadores, oligárquicos), los cuales apenas se diferenciaban por sus colores y otra simbología: los liberales adoptaron el color rojo en sus banderas y también eran “fiebres” por ser supuestamente cabezas calientes, mientras que a los conservadores tenían el color azul como su distintivo más visible, y eran llamados “cacos” por ladrones y “serviles” por ser siempre incondicionales a los intereses extranjeros.

Estos dos partidos políticos con la misma ideología de dominación económica y social pasaron a convertirse tiempo después en nuestro país, en los partidos cachurecos guatemaltecos de Liberal y el Partido Nacional.

En realidad, si vamos a hablar de la independencia de Centroamérica, ésta en realidad se produjo el 1 de julio de 1823, fecha en que se declararon independientes los países pertenecientes a la recién abolida Capitanía General de Guatemala, creando de paso la República Federal de Centro América, la cual fue libre e independiente de la corona española de México y de cualquier otra nación.

Y en esta nueva declaración de independencia de nueva república si se hace una declaración de hechos, de territorio y de bienes, haciéndola los representantes legítimos de los pueblos centroamericanos.

“Con qué solemnidad celebramos el día de la independencia”.  Estas fueron palabras sarcásticas pronunciadas por Francisco Morazán mientras caminaba bajo la pertinaz llovizna al regresar hecho prisionero de Cartago a San José, sabiendo que iba ser asesinado por criollos cachurecos ticos ese día 15 de septiembre de 1842.  

Participantes y firmantes del Acta de Independencia de América Central

Acta de Independencia de Centroamérica localizada en las instalaciones de la Asamblea Legislativa de El Salvador.

Idioma  Español

Función               Declarar la independencia de Centroamérica con respecto al Imperio Español

Creación              15 de septiembre de 1821

Ratificación        15 de septiembre de 1821

Ubicación            Archivo General de Centroamérica

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Firma de la Independencia, pintura del pintor chileno Luis Vergara Ahumada, que representa el momento en que el padre José Matías Delgado firma el acta a las 9:35am.

El Acta de Independencia de Centroamérica, también conocida como Acta de Independencia, es el documento legal mediante el cual la Diputación Provincial de la Provincia de Guatemala, proclamó el 15 de septiembre de 1821 la separación de la Monarquía Española, aunque invitando a la vez a las otras provincias del antiguo Reino de Guatemala a enviar diputados para que un congreso decidiera en 1822 sobre si se confirmaba o no la independencia absoluta.​

Promulgación del acta

La reunión de la Diputación fue presidida por el Jefe Político Superior Gabino Gainza y el acta la redactó el célebre intelectual y político hondureño José Cecilio del Valle a los escribanos indígenas Lorenzo Romaña y Domingo Dieguez de acuerdo a versión del Dr. Orlando Betancourth. La sesión se efectuó en el Palacio Nacional, que estaba ubicado en lo que hoy día se conoce como el Parque Centenario en la Nueva Guatemala de la Asunción.​ El documento original se conserva en el Archivo General de Centroamérica en dicha ciudad.​

La intendencia de San Salvador aceptó con entusiasmo la decisión de la Diputación guatemalteca, cuya acta fue secundada por las Diputaciones Provinciales de Comayagua (28 de septiembre) y de Nicaragua y Costa Rica (11 de octubre). Sin embargo, estas dos últimas provincias se manifestaron reacias a admitir la autoridad de Guatemala.

El 29 de octubre de 1821, el emperador Agustín de Iturbide por medio de su canciller o primer ministro José Manuel de Herrera envió una carta al capitán general de la Junta Provisional Consultiva de América Central, Gabino Gainza y Fernández de Medrano, cuya junta presidía a los delegados representantes de las provincias de Chiapas, San Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica con la propuesta de unirse al Imperio mexicano de acuerdo a las Tres Garantías de los Tratados de Córdoba.

Aunque una de las cláusulas del Acta de Independencia establecía la formación de un congreso para «decidir el punto de Independencia y fijar, en caso de acordarla la forma de gobierno y la ley fundamental que deba elegir», el 2 de enero de 1822, 5​ por voto mayoritario de los ayuntamientos de las cinco​ provincias, con San Salvador como principal oposición a esta decisión y Costa Rica sin llegar a un acuerdo definitorio. De hecho, la entonces Provincia de Costa Rica no ratifica su anexión al imperio como consecuencia de la primera guerra civil costarricense (Batalla de Ochomogo), no obstante envió en su representación a la Junta Nacional Constituyente a un diputado, quién posteriormente fue miembro del Consejo de Estado del Emperador Agustín I (Florencio del Castillo).​ Al abdicar Agustín de Iturbide a la corona mexicana el 19 de marzo de 1823, se da la separación de las provincias, a excepción de Chiapas, la cual se unió a la república mexicana como un estado federado.​

Firmantes y participantes

Invitados a la sesión del sábado 15 de septiembre de 1821 a las 9:35 a. m.: Los nombres con asteriscos (*) fueron los firmantes del Acta de Independencia de las Provincias de Centro América.

Audiencia de Guatemala:

Brigadier Gabino Gainza, presidente (*)

Francisco de Paula Vilches, oidor regente

Lic. José Cecilio del Valle, auditor de guerra

José Valdés Guzmán, oidor

Miguel Larreynaga Balmaceda, oidor

Miguel Moreno, oidor

Tomás Antonio O’Horán y Argüello, auditor

José Velasco, director de la Renta de Tabaco

Antonio María Rivas, contador de la Real Caja

Fernando Palomo, contador de Arbitrios

Pedro Delgado Nájera, administrador de Correos

Juan Bautista Jáuregui, capitán de Ingenieros

Lorenzo de Romaña, secretario del Gobierno (*)

Diputación Provincial

Mariano Beltranena y Llano (*)

José Matías Delgado (*)

José Mariano Calderón (*)

Manuel Antonio de Molina (*)

Antonio Rivera Cabezas (*)

José Domingo Diéguez, secretario (*)

Ayuntamiento de la Nueva Guatemala de la Asunción

Mariano de Larrave, alcalde Primero (*)

Mariano de Aycinena y Piñol, síndico primero (*)

Pedro de Arroyave, síndico segundo (*)

José Antonio de Larrave, regidor (*)

Isidoro del Valle y Castriciones, regidor (*)

Iglesia Católica

Ramón Casaus y Torres, arzobispo

Antonio García Redondo, deán

José María Castilla, provisor y vicario general

Francisco Algarín, agustino

Luis Escoto, dominico

Luis García, mercedario

Mariano Pérez de Jesús, recoleto

Juan de San Diego, belemita

José Antonio Taboada, franciscano

Juan José Batres, San Sebastián

Enrique de Loma, Candelaria

Ángel María Candina, Los Remedios

Víctor Castillo, La Merced

Universidad de San Carlos de Guatemala

Antonio de Larrazábal y Arrivillaga, rector

Serapio Sánchez, claustro

Mariano Gálvez, claustro

Consulado de Comercio

Francisco de Arrivillaga

Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala

José Francisco Córdova

Santiago Milla

Cuerpos Militares

Coronel Javier Barrutia

Oficial Mariano de Asturias

Oficial José Ignacio Larrazábal

Oficial Rafael Montúfar

Oficial Domingo Ariza

Oficial Félix Lagrava

Oficial Francisco Taboada

Coronel Manuel Arzú

Oficial José Villafañe

Sargento de milicias Antonio Arzú

Además de los asistentes oficiales, en la antesala del Real Palacio se encontraban el Tercer Marqués de Aycinena Presbítero Juan José de Aycinena y Piñol, José Francisco Barrundia y Cepeda, Pedro Molina Mazariegos, Basilio Porras y María Dolores Bedoya.

El tesorero, Manuel Vela, los calificaría, poco tiempo después, como una gavilla de hombres comprados. La concurrencia con sus gritos exigía a los representantes de las distintas instituciones la emancipación política del Reino de Guatemala.

(*) Los trece firmantes originales del acta del 15 de septiembre de 1821.

Referencias

 «Documentos de la Unión Centroamericana». Sistema de Información de Comercio Exterior – Organización de Estados Americanos. Consultado el 12 de octubre de 2014.

 «Dónde se firmó el Acta de Independencia de Guatemala 14 de febrero 2018». Xplorando Guatemala. 14 de febrero de 2018.

 «8 curiosidades del Acta de Independencia de Centroamérica». Estrategia y negocios. Consultado el 30 de agosto de 2021.

 Visión Panorámica de la Historia de México. 11.ª ed. Porrúa, 1978.

 «Acta de la Union de las Provincias de Centro America al Imperio Mexicano». Sistema de la Integración Centroamericana.

 La Anexión de Centro America a Mexico. 1923. Archivado desde el original el 27 de julio de 2020. Consultado el 21 de octubre de 2020.

 Independencia Nacional de El Salvador.

 «Memoria Política de México». memoriapoliticademexico.org. Consultado el 21 de septiembre de 2020.

Acta de Independencia, aprobada en Guatemala, 15 de Setiembre de 1821

Código de la Legislación de la República de Nicaragua, Don Jesús De la Rocha

Palacio Nacional de Guatemala, quince de septiembre de mil ochocientos veinte i uno.

Siendo públicos e indudables los deseos de independencia del gobierno español, que por escrito i de palabra ha manifestado el pueblo de esta capital: recibidos por el último correo diversos oficios de los ayuntamientos constitucionales de Ciudad Real, Comitan i Tuxtla, en que comunican haber proclamado i jurado dicha independencia i escitan a que se haga lo mismo en esta ciudad: siendo positivo que han circulado iguales oficios a otros ayuntamientos: determinado, de acuerdo con la escelentísima Diputación provincial, que para tratar de asunto tan grave se reuniesen en uno de los salones de este palacio la misma Diputación provincial, el ilustrísimo señor Arzobispo, los señores individuos que diputas en la escelentísima audiencia territorial, el venerable señor Dean i cabildo eclesiástico, el escelentísimo Ayuntamiento, el M. I. Claustro, el Consulado, el M. I. Colejio de abogados, prelados regulares, jefes i funcionarios públicos: congregados todos en el mismo salón; leídos los oficios espresados: discutido i meditado detenidamente el asunto i oído el clamor de “Viva la independencia,” que repetia de continuo el pueblo que se veia reunido en las calles, plaza, patio, corredores i ante-sala, de este palacio, se acordó por esta Diputación e individuos del escelentísimo Ayuntamiento:

1. º Que siendo la independencia del gobierno español la voluntad general del pueblo de Guatemala, i sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el señor jefe político la mande publicar, para prevenir las consecuencias que serian temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo.

2. º Que desde luego se circulen oficios a las provincias, por correos estraordinarios, para que sin demora alguna se sirvan proceder a elejir diputados o representantes suyos, i estos concurran a esta capital a formar el Congreso que debe decidir el punto de independencia jeneral i absoluta, i finar, en caso de acordarla, la forma de gobierno i lei fundamental que deba rejir.

3. º Que para facilitar el nombramiento de diputados, se sirvan hacerlo las mismas juntas electorales de provincia, que hicieron o debieron hacer las elecciones de los últimos diputados a cortes.

4. º Que el número de estos diputados sea en proporción de uno por cada quince mil individuos, sin escluir de la ciudadanía a los orijinarios de África.

5. º Que las mismas juntas electorales de provincia, teniendo presentes los últimos censos, se sirvan determinar, según esta base, el número de diputados o representantes que deban elejir.

6. º Que en atención a la gravedad i urjencia del asunto, se sirvan hacer las elecciones de modo que el dia primero de marzo del año próximo de 1822 estén reunidos en esta capital todos los diputados.

7. º Que entre tanto, no haciéndose novedad en las autoridades establecidas, sigan estas ejerciendo sus atribuciones respectivas, con arreglo a la Constitución, decretos i leyes, hasta que el Congreso indicado determine lo que sea mas justo i benéfico.

8. º Que el señor jefe político, brigadier don Gabino Gainza, continúe con el gobierno superior político i militar, i para que este tenga el carácter que parece propio de las circunstancias, se forme una junta provisional consultiva, compuesta de los señores individuos actuales de esta Diputación provincial i de los señores don Miguel Larreinaga, Ministro de esta audiencia: don José del Valle, Auditor de guerra; Marques de Aycinena: Dr. don José Valdes, tesorero de esta Santa Iglesia: Dr. don Anjel María Candina; i Lcdo. don Antonio Robles, alcalde 3. º Constitucional: el primero por la provincia de Leon: el segundo por la de Comayagua: el tercero por Quezaltenango: el cuarto por Sololá i Chimaltenango: el quinto por Sonsonate; i sesto por Ciudad Real de Chiapas.

9. º Que esta junta provisional consulte al señor jefe político en todos los asuntos económicos i gubernativos dignos de su atención.

10. Que la religión católica que hemos profesado en siglos anteriores i profesaremos en los siglos sucesivos, se conserve pura e inalterables, manteniendo vivo el espíritu de relijiosidad que ha distinguido siempre a Guatemala, respetando a los ministros eclesiásticos, seculares i regulares i protejiéndolos en sus personas i propiedades.

11. Que se pase oficio a los dignos prelados de las comunidades relijiosas para que cooperando a la paz i sociego, que es la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de un gobierno a otro, dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad i concordia a los que estando unidos en el sentimiento jeneral de la independencia, deben estarlo también en todo lo demás, sofocando pasiones individuales, que dividen los ánimos i producen funestas consecuencias.

12. Que el escelentísimo Ayuntamiento a quien corresponde la conservación del orden i tranquilidad, tome las medidas mas activas para mantenerla en toda esta capital i pueblos inmediatos.

13. Que el señor jefe político publique en un manifiesto haciendo notorios, a la faz de todos, los sentimientos jenerales del pueblo, la opinión de las autoridades i corporaciones; las medidas de este Gobierno, las causas i circunstancias que lo decidieren a prestar en manos del señor alcalde 1. º , a pedimento del pueblo, el juramento de independencia i fidelidad al Gobierno americano que se establezca.

14. Que igual juramento preste la junta provisional, el escelentísimo Ayuntamiento, el ilustre señor Arzobispo, los tribunales, jefes políticos i militares, los prelados regulares, sus comunidades relijiosas, jefes i empleados en las rentas, autoridades, corporaciones i tropas de las respectivas guarniciones.

15. Que el señor jefe político de acuerdo con el escelentísimo Ayuntamiento, disponga la solemnidad i señale el dia en que el pueblo deba hacer la proclamacion i juramento expresados de independencia.

16. Que el escelentísimo Ayuntamiento acuerde la acuñación de una medalla que perpetúe en los siglos la memoria del dia “Quince de septiembre de mil ochocientos veinte i uno”, en que se proclamó su feliz independencia.

17. Que imprimiéndose esta acta i el manifiesto espresado, se circule a las escelentísimas diputaciones provinciales, ayuntamientos constitucionales i demás autoridades eclesiásticas, regulares, seculares i militares, para que siendo acordes en los mismos sentimientos que ha manifestado este pueblo, se sirvan obrar con arreglo a todo lo espuesto.

18. Que se cante, el dia que designe el señor jefe político, una misa solemne de gracias, con asistencia de la junta provisional, de todas las autoridades, corporaciones i jefes, haciéndose salvas de artillería i tres dias de iluminacion.

Palacio Nacional de Guatemala, setiembre 15 de 1821.- Gabino Gainza – Mariano de Beltranena – José Mariano Calderon – José Matias Delgado – Manuel Antonio Molina – Mariano de Larrave – Antonio de Rivera – José Antonio de Larrave – Isidoro del Valle i Castriciones – Mariano de Aycinena – Lorenzo de Romaña – Domingo Diéguez, Secretario.

NOTA: Se respeta el contenido original del texto, conservando la ortografía, gramática y redacción de la época en que fue elaborado.

Asamblea Nacional de la República de Nicaragua.

Complejo Legislativo Carlos Núñez Téllez.

Avenida Peatonal General Augusto C. Sandino

Edificio Benjamín Zeledón, 7mo. Piso.

Teléfono Directo: 22768460. Ext.: 281.

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Acerca de Pablo Emilio Barreto Pérez

Pablo Emilio Barreto Pérez es: *Orden Independencia Cultural Rubén Darío, *Orden Servidor de la Comunidad e Hijo Dilecto de Managua.
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