!Managua, Managua¡ Aluvión de 1876, ¿Managua podría ser destruida por otro aluvión?

Arrase de árboles sigue impune en la Cuenca Sur de Managua

Aluvión de 1876, ¿Managua podría ser destruida por otro aluvión?

Inundaciones violentas, derrumbes y deslizamientos de tierras actuales en Managua, se parecen a las «premoniciones» de Santos Berroterán días antes del Terremoto de 1972

Pablo E. Barreto Pérez

*Fue “un espantoso aluvión”, dice Gratus Halftermeyer en su “Historia de Managua”.

*Muertos por ahogamiento y enseres domésticos fueron a parar al interior del Lago Xolotlán o de Managua.

*Derrumbe de árboles continúa hacia la Cordillera o Sierras de Managua.

Managua, ya siendo Capital de Nicaragua, fue destruida  por un violentísimo aluvión, ocurrido el 4 de octubre de 1876, según relatan historiadores capitalinos, entre otros, Gratus Halftermeyer.

Ese aluvión (derrumbe, deslizamiento, avalancha, inundación) se originó, supuestamente, en Ticomo, en el Suroeste de Managua, de donde se desprendieron gigantescas cantidades de aguas pluviales, rocas o peñascos enormes, árboles de variados tamaños y lodo, todo lo cual a su paso destruyó gran parte de las cuatro mil casas que tenía Managua, más varios centenares de seres humanos muertos, lesionados y golpeados, algunos de los cuales fueron arrastrados hasta el interior de las aguas del Lago Xolotlán o de Managua.

“El 4 de octubre se desató un fuerte aguacero sobre la Sierra y la Ciudad, y un espantoso aluvión entró por el Suroeste, del lado del camino de Ticomo, y buscó la Calle Honda que después se llamó Calle del Aluvión y es hoy la 1ra. Calle Norte. La gran corriente arrastró árboles y peñascos voluminosos. De estos todavía hay algunos en calles no pavimentadas del Barrio San Antonio. Centenares de víctimas hubo entre ahogados y golpeados”, señala Halftermeyer en  ”Historia de Managua”, escrita por él en la década del 50 del siglo pasado.

“Las autoridades y vecinos prestaron su ayuda como pudieron, tirándoles cables a los que eran arrastrados por la corriente. Muchas personas fueron rescatadas de la muerte por los oportunos auxilios de José Santos y Francisco Zelaya, del joven Nicolás Méndez y de los hermanos Luis, Francisco y Benito Arróliga”, añade la “Historia de Managua”.

Añade la “Historia de Managua”: “Muchos días después se estuvieron recogiendo cantidades de muebles que sobrenadaban en la costa del Lago”. “Los sobrevivientes de esa hecatombe recuerdan con horror esos aciagos días. Por antonomasia se le ha llamado al aluvión: el cordonazo de San Francisco”.

“Managua se está perdiendo…”, le informaban mediante un telegrama lacónico a Pedro Joaquín Chamorro, presidente conservador de la República, quien estaba cumpliendo otra labor de combatir una plaga de chapulines en León.

Otros historiadores añaden que las correntadas del Aluvión del 4 de octubre de 1876 habrían seguido la ruta del lado de donde es hoy la Carretera Sur y entrado al Centro de aquella Managua pequeña por las Avenidas conocidas hoy como Avenidas Bolívar, Sandino y del Centenario, es decir, por donde están ubicadas actualmente la Asamblea Nacional, La Cancillería o Ministerio de Relaciones Exteriores y por lado Este de la antigua Catedral de Managua, frente al antigua Cine Alcázar.

Esos mismos historiadores, en relatos muy breves, indican que varios días antes y el mismo 4 de octubre, en pleno día, había llovido fuerte, sostenido, sin parar, y que eso provocó el aluvión o deslizamiento de tierra, agua, lodo, rocas y árboles, procedentes, supuestamente de las alturas del Valle de Ticomo, en el Sur de Managua.

Avenidas quedaron convertidas en zanjones

Según lo que he leído sobre este desastre mortal en Managua, al menos tres avenidas (de Sur a Norte) quedaron convertidas en verdaderos zanjones, con las casas derrumbadas en sus lados, e inclusive numerosas de esas casitas también fueron arrastradas por las correntadas hacia el Lago Xolotlán o de Managua, cuya orilla sobrepasaba el antiguo Malecón hacia el Sur.

Halftermeyer y los otros historiadores no mencionan sobre dónde fueron sepultados aquellos centenares de cadáveres de ciudadanos capitalinos, que fueron sorprendidos por el violentísimo aluvión, llegado desde el Sur de Managua.

Halftermeyer menciona que en la lucha de salvamento de seres humanos, en medio de las inundaciones, anduvieron José Santos Zelaya López y su hermano Francisco; Nicolás Méndez y los hermanos Luis, Francisco y Benito Arróliga. José Santos Zelaya López, poco tiempo después, se convirtió en Alcalde de Managua y posteriormente, en 1893, en presidente de la República.

Mencionan estos historiadores que poco tiempo después fue necesario rellenar con tierra y arena las hondonadas dejadas por el aluvión, y también se repararon y reconstruyeron las casas dañadas por el paso de las potentes correntadas pluviales, acompañadas de peñascos y árboles, hacia las aguas del Lago Xolotlán o de Managua.

En aquellos días de 1876, Managua tenía unas cuatro mil casitas. Muy pocas eran construcciones fuertes, la mayoría eran de madera y paja, según se lee en la Monografía de Managua”, escrita por el doctor Julián N. Guerrero y su esposa profesora Lola Soriano.

De acuerdo con las descripciones de George Squier y del mismo Julián N. Guerrero, Managua todavía no se extendía ni a las cercanías de donde es hoy la Asamblea Nacional de Nicaragua. Es decir, Managua, la Capital desde 1852, estaba asentada en una faja estrecha, cercana al Lago Xolotlán.

“Aluvión espantoso”, lo llamó Halftermeyer

Es importante recordar que hacia el Sur se extendía un bosque nutrido de árboles, matorrales y hierbas.  En otras palabras, ese “aluvión espantoso” del que habla Halftermeyer en su “Historia de Managua”, se produjo a pesar de que el territorio Sur capitalino estaba lleno de árboles. Las raíces de los árboles, matorrales y hierbas son vitales para amortiguar correntadas y a la vez sirven para la infiltración de agua en el suelo esponjoso, para recargar el acuífero.

Managua, en su orilla del Lago Xolotlán, tiene un poco más de 34 metros sobre el nivel del mar. De esta orilla del Lago Xolotlán hacia el Sur, el territorio es cada vez más alto, es decir, uno va subiendo, hasta llegar a 925 metros de altura en la parte más alta de Las Sierras de Managua, en el poblado de El Crucero, hoy Municipio de El Crucero, perteneciente al Departamento de Managua.

Conclusión: Managua fue destruida o semidestruida por aquel “aluvión espantoso” del 4 de octubre de 1876.

Los managuas, encabezados por gente diligente como José Santos Zelaya López (liberal nacionalista, no vendido al gringo agresor-genocida), reconstruyeron Managua y la siguieron desarrollando hacia el Sur, para los lados de la Laguna de Tiscapa y, precisamente, en rumbo Oeste hacia el Valle y elevaciones casi verticales de Ticomo.

Ya en 1931, cuando Managua es destruida por segunda vez, ahora por el Terremoto del Martes Santos del 31 de marzo de 1931, Managua-Capital ya está cerca, en límites de sus construcciones, de lo que conocemos hoy como “Calle Colón”, o sea del “Gancho de Camino (entrada Sur del Mercado Oriental) hacia el Oeste, rumbo a la Estatua de Ramón Montoya (“Montoyita”), pasando por la Casa Ricardo Morales Avilés, la Iglesia del Redentor, el edificio del Ministerio de Gobernación, la Explanada de la Loma de Tiscapa, la Rotonda de la Plaza Inter, la Central Sandinista de Trabajadores, por donde fue el Estadio Cranschaw, hasta llegar a la Estatua o Monumento a Manuel Montoya (“Montoyita”).

Antes y después de esta fecha trágica, desastrosa, de marzo de 1931, con casi toda la Ciudad Capital en el suelo, ya en Managua se estilaba decir: “Voy para el lado del Lago”, cuando se iba hacia el Norte. “Voy hacia la Montaña”, cuando alguien se dirigía en diligencias o a su casa, ubicada en el lado Sur de Managua, debido a que, precisamente, para el Sur, estaba el bosque nutrido de árboles y matorrales, conocido también como Las Sierras de Managua.

Había cafetales en terrenos hoy urbanizados

Según datos escritos que he encontrado, en aquellos días de 1931, algunas haciendas cafetaleras estaban dentro de Managua hasta en la antigua Hacienda El Retiro, la cual le fue robada por Anastasio Somoza García a los alemanes residentes en Managua, antes de que los nazifacistas alemanes, encabezados por Hitler, iniciaran la matanza de más de 51 millones de seres humanos mediante lo que se conoció como “Segunda Guerra Mundial”.

Inclusive, donde es hoy la Colonia del Periodista y vecindarios como La Esperanza,  había cafetales, los cuales necesitan árboles para sostener su cosecha.

Cuando yo llegué a Managua en mayo de 1970, la Managua-Capital de entonces ya estaba más allá de la Calle Colón. Estaba desarrollándose o poblándose en el Barrio San Judas, se acababan de construir Colonias populares como Catorce de Septiembre, Proyecto Piloto, Nicarao, Primero de Mayo, Salvadorita (hoy Cristian Pérez Leiva), Maestro Gabriel, Colonia Managua, Colonia Máximo Jerez, Repartos Bolonia, Los Robles, Altamira, Ciudad Jardín, Jardines de Santa Clara…

Se estaban  empezando a construir Repartos como Bello Horizonte y Cinco de Junio, Colonias como Villa Progreso, Luis Somoza (hoy Diez de Junio), San Jacinto, la hoy Miguel Gutiérrez, Villa Libertad, Villa La Sabana.

Ya era un poco antigua la Colonia Centroamérica, donde hubo un Terremoto en 1968. Recuerdo perfectamente que era muy difícil ir y venir a estas Colonias y Repartos porque todavía no existían las llamadas Rutas de Autobuses Urbanos Colectivos, como las que se establecieron en la década del 80 con el gobierno revolucionario sandinista, pues los managuas de estos vecindarios debían viajar a pie, en unas camionetas destartaladas de pasajeros, las cuales operaban sólo cuando estaban “en buen estado mecánico”, entre las siete de la mañana y las tres o cuatro de la tarde.

Recuerdo que habían unos autobuses viejos llamados EMITESA, entre algunos vecindarios capitalinos y el antiguo Barrio La Fuente y “Bariloche” (Reparto Schick, después), cuya entrada y salida era un camino repleto de polvo en verano y de lodo infernal en la época lluviosa. Por este camino se llegaba hasta el Cine Ideal, instalado en la orilla del camino, al final de “Bariloche”(Reparto Schick”) y el famoso Tanque Rojo, el cual era llenado con agua, para que los vecinos de “Bariloche” llegaran a traer el agua en carretones y “al hombro”.

Bosque estaba por Colegio Cristo Rey

Antes del Terremoto del 23 de diciembre de 1972, por ejemplo, para llegar al Colegio Cristo Rey, uno tomaba un camino-cauce repleto de árboles a los lados. Ese camino nutrido de árboles, matorrales y hierbas, continuaba en línea recta hasta llegar a la Comarca Las Sierritas de Managua (cruzando la Carretera a Masaya), donde, como es sabido, en ese punto geográfico ya está uno en los llamados Lomos de Las Sierras de Managua o de El Crucero, es decir, escalando hacia lo más alto de la Cordillera de Managua, la cual se inicia (en arco) en el Complejo Volcánico de Masaya y termina abruptamente en la orilla del Lago Xolotlán o de Managua, un poco al Oeste de la pequeña Ciudad de Mateare, Municipio del Departamento de Managua.

Estos bosques mencionados, entonces ubicados desde el “Gancho de Caminos”, por ejemplo, hacia el Sur, eran determinantes para que los managuas dijeran cuando iban hacia el la Sur: “Voy hacia la Montaña”.

Además, mientras eran edificadas las casas de Villa Libertad, recuerdo, todavía se sembraba algodón donde son hoy las Américas I, III y IV, y se extendían hacia la Comarca Sabana Grande,  y también donde fueron construidas las casas de las América II, un poco al Norte de las Colonias Las Mercedes y Unidad de Propósitos, situadas a la orilla de la Carretera Norte, muy cerca del Lago Xolotlán o de Managua y en las proximidades del Aeropuerto Sandino.

En 1971 cayeron dos aviones en los algodonales mencionados, uno de ellos propiamente donde se construyó después Américas Cuatro (Hoy Villa Venezuela), después del Terremoto del 23 de diciembre de 1972.

Era un avión de carga. Su caída, se dijo, fue por desperfectos mecánicos. No logró llegar al Aeropuerto Internacional de Las Mercedes. Casi al mismo tiempo, en ese mismo año 1971, también cayó un avión fumigador de algodón  sobre una casa de la Colonia Catorce de Septiembre, en la orilla de esos algodonales.

Para cultivar estos algodonales, por supuesto, los somocistas y sus aliados algodoneros derrumbaron millones de árboles en este sector Oriental de Managua.

Y desde entonces, el derrumbe de decenas de millones de árboles de la Cuenca Sur y de la Cordillera Sur de Managua ya nunca se detuvo hasta en el año 2005.

Ocurrió el Terremoto del 23 de diciembre de 1972 cuando Managua, una Ciudad pequeña, concentrada, ubicada entre el Lago de Managua, el Hospital El Retiro, Los Robles y Colonia Centroamérica por el lado Sureste, y las colonias y Repartos ya mencionados por el rumbo Oriental y Carretera Norte.

Managua quedó derrumbada casi totalmente. (Los invito a leer artículos míos sobre este tema en esta página Web). Anastasio Somoza Debayle, jefe de la tiranía somocista, la oligarquía local: banqueros, constructores, comerciantes grandotes, prestamistas usureros, se juntaron y a la vez se pelearon por el fabuloso negocio de la reconstrucción de Managua.

Anarquía somocista ocasionó una Managua sin rumbo

La tiranía somocista, encabezada por Anastasio Somoza Debayle y su Guardia Nacional (o ejército de ocupación permanente de Estados Unidos en Nicaragua), en realidad no hicieron un Plan de Reconstrucción o un Plan de Desarrollo de Managua, para indicar hacia dónde se construirían nuevos vecindarios después del Terremoto de 1972.

La necesidad de casas para miles de familias damnificadas por el Terremoto de 1972, debido a que lo habían perdido todo, provocó una explosión de nacimiento de Asentamientos en terrenos de lotificadores explotadores, aliados de Somoza Debayle, y al mismo tiempo los constructores, también aliados de Somoza unos y otros no, empezaron a construir nuevas colonias en terrenos localizados rumbo a las faldas de las Sierras o Cordillera Sur de Managua.

Los Asentamientos y “Repartos Ilegales” se fueron edificando de manera espontánea. Managua fue creciendo en forma de abanico hacia el Suroeste, hacia el Suroriente, hacia el Este y hacia el Noreste, y para ese crecimiento iban cayendo decenas de millones de árboles, matorrales y hierbas. También los campesinos continuaron derrumbado árboles, para tener tierra donde cultivar granos básicos como frijoles, maíz y hortalizas como tomates, chiltomas y zanahorias.

No hubo un Plan de Reconstrucción lógico, sostenible, ajustado a los peligros o desastres naturales históricos, ocasionados por aluviones y terremotos en Managua. El gobierno somocista dejó que el asunto creciera de esa manera, a pesar de las recomendaciones técnico-científicas dejadas por especialistas mejicanos después del Terremoto de 1972.

La Managua de hoy es una Managua que tiene más de 400 Asentamientos Humanos Espontáneos, y un total de 602 Barrios. Tiene ahora 15 kilómetros de largo desde el Aeropuerto Sandino hasta el Kilómetro Siete Sur y ocho kilómetros de ancho desde la orilla del Lago de Managua y la Carretera Norte hasta, por ejemplo, el límite Sur de la Colonia Villa Libertad.

Managua sigue creciendo con una “Espada de Damocles” encima

El asunto de la explosión demográfica no paró allí. Cuando el Terremoto de 1972, Managua tenía un poco más de 500 mil habitantes. Actualmente, en 2010, tiene casi dos millones de habitantes. Es decir, es una Ciudad Capital en crecimiento, en demanda de servicios de infraestructura, de agua potable, de energía eléctrica, de teléfonos, de casas, de calles nuevas, de instalaciones de “aguas servidas”, de universidades, de colegios de secundaria y de primaria, etc.

El gobierno revolucionario sandinista, en la década del 80, echó a andar un Plan de Reforestación masiva en la Cuenca Sur, de construcción de micropresas para retener correntadas de aguas pluviales, de mejoramiento de los desagües, y se sembraron más de dos millones de árboles en las calles de Managua, gracias a lo cual Managua ya es conocida como la Capital Verde de Centroamérica.

El régimen sandinista revolucionario perdió las elecciones de 1990. Llegaron al poder gobiernos de derecha, conservadores-neoliberales, que abandonaron todos los proyectos de reforestación y de mejoramiento de la Cuenca Sur y Cordillera de Managua, y al revés, comenzando con Arnoldo Alemán Lacayo, Alcalde de Managua de 1990 a 1995, los Lomos de El Crucero (Cordillera Sur de Managua) se vieron invadidos por autorizaciones de la Alcaldía capitalina para construir nuevos repartos, residencias, calles pavimentadas para entrar a esos nuevos vecindarios, para lo cual continuaron derrumbando los pocos árboles que estaban quedando.

Roberto Cedeño Borgen, Alcalde después de Alemán, continuó con esas políticas de autorizar construcciones nuevas de repartos tanto al lado Norte como al lado de la Carretera a Masaya, y hacia las Sierritas de Santo Domingo. Allí están los repartos o residencias lujosas, con nombres bonitos (la mayoría nombres extranjeros), con sus calles pavimentadas y hasta les instalaron sus propios sistemas de agua potable, con pozos artesianos, tuberías, tanques y todo..

Herty Lewites Rodríguez, por el Frente Sandinista, se convirtió en Alcalde de Managua en el 2001. Reforzó y amplió esas políticas, sin el consentimiento del Frente Sandinista, y hasta vendió terrenos de la Alcaldía de Managua, en la orilla de la Carretera a Masaya, para convertirlos en ostentosos centros comerciales, de lujo, para complacer a un sector pequeño de la población capitalina, que, precisamente, sólo vive pensando en los lujos, en el derroche, aunque eso signifique destruir la Naturaleza.

¿Impunidad de urbanizadores, a pesar de leyes y reglamentos vigentes?

Llegó Dionisio “Nicho” Marenco Gutiérrez a la jefatura de la Alcaldía de Managua, en representación del Frente Sandinista. Me tocó a mí ser concejal del FSLN en este período de enero del 2005 a enero del 2009.

A pesar de las diferencias políticas de “Nicho”  y algunos personeros del nuevo gobierno sandinista (comienza en enero del 2007), este Alcalde Marenco entiende perfectamente el drama histórico de los desastres que han destruido a Managua en tres ocasiones, y se propuso ponerle freno a la destrucción de los bosques y matorrales de la Cuenca Sur o Sierras de Managua.

Pero… para sorpresa nuestra, los urbanizadores de Managua ya están, al parecer, acostumbrados a actuar con impunidad absoluta, pues en la medida en que pasó el tiempo nos fuimos dando cuenta de que primero procedían a construir donde les da la regalada gana y después llegaban a pedir el permiso de construcción a la Alcaldía de Managua. Lo mismo ocurría con la construcción de algunos edificios.

En Managua hay un Reglamento de Uso de Suelos, que necesita actualización. Yo personalmente, como presidente de la Comisión de Gobernabilidad cuando estuve en la Alcaldía, intenté actualizar este Reglamento, pero fue imposible porque los intereses de urbanizadores y negociantes sucios con relación a urbanizaciones, se imponen en la Alcaldía de Managua. Ahí quedó el proyecto de Ordenanza listo para aprobarse, pero cada vez que se llevaba hacia el Plenario del Concejo Municipal, algún “pero” surgía y no se discutía, mucho menos aprobarse.

Sin embargo, el Reglamento de Uso de Suelos actual indica claramente dónde se pueden construir viviendas y dónde no, tomando en consideración las fallas geológicas del subsuelo de Managua y los terrenos inestables, porosos, con tendencia al derrumbe, en la medida en que uno avanza, sube, hacia los Lomos de las Sierras de Managua o Cuenca Sur de Managua.

Los árboles, matorrales y hierbas forman la vegetación natural, la cobertura del suelo. Habiendo abundancia de árboles, matorrales y hierbas, el agua de lluvia se ve detenida en sus raíces y por tanto no corre con violencia pendiente abajo, como ocurre actualmente en Managua.

Los árboles, matorrales y hierbas representan la vida futura de Managua

Esos árboles asimismo facilitan la infiltración de agua de lluvia hacia el manto acuífero, de donde sacamos el agua potable de los pozos artesianos para que los dos millones de managuas, la bebamos, sin traerla de lejos como le ocurre actualmente a ciudades como Trípoli (Libia), en el Norte de África.

Por este fenómeno señalado, el bosque, los árboles y matorrales están desapareciendo de los Lomos y de la parte superior de las Sierras o Cordillera de Managua. Y al revés, crecen la cantidad de casas o repartos, mansiones lujosas, carreteras y  calles pavimentadas, parqueos o estacionamientos también pavimentados o adoquinados, todo lo cual provoca que las correntadas pluviales sean cada vez más violentas  pendiente abajo, hacia el Lago de Managua, donde vive la inmensa mayoría de los pobladores capitalinos.

En la propia cúspide (925 metros de altura) de las Sierras, o en su Lomos elevados, hay también, repito, mansiones de personajes conocidos, quienes han derrumbado los árboles y construídos carreteras para llegar a sus propiedades.

Invito a que cualquier capitalino o ciudadano nicaragüense se detenga, en la Carretera Sur, a la altura del INCAE y dirija la mirada hacia el Oeste, y verá una mansión lujosa en la propia cúspide de la Cordillera de Managua, lo cual demuestra cuán abusivos somos en contra de la Naturaleza, en contra de las Sierras de Managua.

Destrucción canallesca

Derrumbe mortal en Posoltega nos dice lo que podría ocurrir

Lo dije en numerosas sesiones del Concejo Municipal de Managua cuando era concejal por el Frente Sandinista: Por esta destrucción canallesca de la Cordillera de Managua, de la Cuenca Sur de Managua, estamos preparando las condiciones para que haya un nuevo aluvión, deslizamiento de tierra, alud con peñascos y árboles y lodo, como aquel aluvión que destruyó Managua en octubre de 1876, lo cual fue parecido al derrumbe en el Volcán Casitas, en noviembre de 1998, que ocasionó 3,000 muertos y la destrucción total de las Colonias Rolando Rodríguez y El Porvenir, en el Municipio de Posoltega, Departamento de Chinandega.

La Avalancha del Volcán Casitas, frente a Posoltega, se produjo porque los Callejas de Chinandega construyeron una carretera hacia la cúspide del Volcán, y en esa misma cúspide se instalaron antenas radiales en un terreno precisamente inestable, inclusive con hervideros o fumarolas allí mismo, lo cual facilitó el desprendimiento de rocas inmensas, árboles gigantescos, lodo y tierra, todo mezclado con la lluvia copiosísima que caía al paso del Huracán Mitch, en noviembre de 1998. Los responsables de esa alteración del suelo en la cúspide del Casitas no han sido castigados.

Repito asimismo: Según lo que pude observar personalmente cuando era concejal en la Alcaldía de Managua, muchas construcciones de edificios y casas en Managua, más puentes y otras obras infraestructurales, se están edificando no conformes a las normas vigentes de construcción, y tampoco se pone en uso riguroso el Reglamento de Uso de Suelos, lo cual nos pone en peligro de que a la hora de un nuevo Terremoto, haya otra mortandad espantosa como las ocasionadas por los Terremotos de marzo de 1931 y 23 de diciembre de 1972.

Sostengo nuevamente que todos los managuas debiéramos reflexionar sobre estos dos asuntos tan vitales para la vida de la Ciudad Capital misma y sus dos millones de habitantes, incluyendo los animalitos domésticos que viven con nosotros.

Managua es la gran casa que le dejamos a nuestros hijos y nietos, y vale la pena que pensemos con sentido común, precisamente, para resguardar la vida eterna de la Ciudad Capital y también la vida de nuestros descendientes.

Pablo E. Barreto Pérez: periodista, investigador histórico, fotógrafo, Cronista de la Capital, Orden Independencia Cultural Rubén Darío, Hijo Dilecto de Managua, Orden Servidor de la Comunidad del Movimiento Comunal Nicaragüense, Orden José Benito Escobar Pérez de la Central Sandinista de Trabajadores (CST nacional) y Orden Juan Ramón Avilés de la Alcaldía de Managua.

Residente en la Colonia del Periodista No. 97, frente al portón del parque, en Managua. Teléfonos: 88466187  y 22703077.

Acerca de Pablo Emilio Barreto Pérez

Pablo Emilio Barreto Pérez es: *Orden Independencia Cultural Rubén Darío, *Orden Servidor de la Comunidad e Hijo Dilecto de Managua.
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2 respuestas a !Managua, Managua¡ Aluvión de 1876, ¿Managua podría ser destruida por otro aluvión?

  1. Rafael Herrera-Romero dijo:

    Pablito, Pablito. Cualquiera que lee tu reportaje deduce que las administraciones liberales antes de la catástrofe piricuaca («Sandinista») fueron lo mas positivo que le pudo haber ocurrido a Nicaragua. Cuantos repartos y colonias creó lo que vos llamas Somocismo.

  2. que feo seria otro Aluvion de nuevo

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