Antonio Lenin Fonseca Martínez, Antonio Lenin Fonseca Martínez, Héroe y Mártir de la Revolución Popular Sandinista

Antonio Lenín Fonseca Martínez, Antonio Lenin Fonseca Martínez

Encontré entre mis archivos digitales esta biografía de Fonseca Martínez. No sé quién la escribió. Me parece buena, porque retrata parte de la vida juvenil de este médico patriota sandinista, especialmente cuando desplegaba sus energías inagotables para organizar al pueblo para el derrocamiento de la tiranía somocista genocida; se muestra su audacia militar, su valentía intrépida en los combates contra la Guardia Nacional y sus orejas despreciables y finalmente su caída heroica cuando iba en retirada hacia Cosigüina, Potosí y Golfo Chorotega (Fonseca). Le hice algunos arreglos o mejoras.

Datos biográficos sobre la vida y lucha del Héroe y Mártir Dr. Antonio Lenín Fonseca Martínez. Nació en la Ciudad de León (Nicaragua), el 17 de enero de 1951 y murió en combate el 3 de junio de 1979, en Chinandega, a los 28 años de edad.

Su padre fue Noé Fonseca, propietario del almacén Dreyfus. Fue incorporado al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) por Francisco José “Camilo” Jarquín y su hermano William Fonseca Martínez, alrededor de 1970.

Su hermano William había participado en la red de apoyo logístico a la gesta guerrillera de Pancasán, en 1967, según relató «Camilo» Jarquín.

Antonio Lenín Fonseca Martínez era conocido en las filas revolucionarias del FSLN con el pseudónimo de “Ariel”. Vivía en la Colonia Hipódromo, en el Barrio San Felipe; estudió en colegios públicos y se bachilleró en el Instituto Nacional de Occidente (INO) en el año de 1969. Estudió medicina y se graduó en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN).

Antonio Lenín Fonseca cultivó una amistad muy personal con los inspectores del INO, miembros de la Juventud Liberal Somocista, Antonio Alemán y su hermano Arnoldo Alemán Lacayo (orejas ambos de la Guardia Nacional), quien se convertiría en Alcalde de Managua (1990) y presidente de Nicaragua posteriormente en 1997), lo cual le permitió conocer la filosofía del liberalismo antipatriótico, ladrón y genocida.

El hecho de haber sido médico y la amistad antes mencionada, debieron influir, en la década del 90 del siglo 20, para que los gobiernos de derecha, liberales somocistas y conservadores zancudos,  no se atrevieran a quitar el nombre al Hospital Antonio Lenín Fonseca Martínez, ubicado en el Noroccidente de la Ciudad de Managua.

Ingresó a la Escuela de Medicina entre 1970-1971. En ese tiempo, en el Movimiento Estudiantil Revolucionario circulaban libros como el Diario del Che en Bolivia, el manual escrito por la autora chilena Martha Harnecker, libros sobre la guerra de Vietnam, libros de Ho Chi Minh, Mao Tse Tun (sus cuatro obras escogidas) y sobre la guerra de Liberación Nacional en Cuba; así como escritos de Stalin y Lenin.

 En 1969, escuchábamos Radio Rebelde de Cuba, que era una riquísima fuente de información revolucionaria.

William Fonseca, hermano de Lenín, leyó primero el Diario del Che, escrito por é  en Bolivia; luego lo leyó Antonio Lenín Fonseca. Ese Diario del “Che” Guevara de la Serna, era para la juventud como la imagen del joven revolucionario que tenía un conjunto de virtudes y principios dignos de imitar.

La lectura de ese tipo de información llevaría a Antonio Lenín Fonseca a tener cierta capacidad intelectual revolucionaria.

Él fue un asiduo lector de la Historia de Nicaragua; visitaba con frecuencia las bibliotecas del Banco Central de Nicaragua, donde estaban los mejores archivos de todo lo escrito sobre la historia nicaragüense.

Ese conjunto de cosas, más la influencia de algunos compañeros revolucionarios y dirigentes estudiantiles con más experiencia, hizo que los jóvenes de esa época asumiéramos una posición político-ideológica progresista, de avanzada; y conllevó a la participación decidida en los movimientos políticos, huelgas de maestros, de trabajadores de la salud o de la construcción, y huelgas estudiantiles por la Autonomía Universitaria y el 2% del presupuesto nacional para la UNAN. Conocimos las grandes gestas heroicas del Movimiento Estudiantil.

Y también conocíamos sobre los movimientos revolucionarios armados y un poco sobre la lucha sandinista en Nicaragua, porque sobre ésta no había tantos escritos como ahora. Esa formación llevó a Antonio Lenín Fonseca a tomar la decisión de participar directamente en la lucha armada con el objetivo de contribuir a la derrota de la dictadura somocista genocida.

Explorando en las montañas volcánicas maribias

En ese afán, se hicieron varias excursiones de grupos de jóvenes a las montañas o cerros (Momotombo, Chonco, Cerro Negro, Pilas, Rota, Cerro Montoso, etc.), que eran una especie de internamiento incipiente de lo que podrían ser, en el futuro, escuadras clandestinas de combate del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

En 1977 se planteaban muchas preguntas, en el seno del FSLN, alrededor de la lucha popular contra Somoza. La gran pregunta era si la montaña era algo donde sólo se iba a morir; si las bajas que se le hacían a la Guardia Nacional (GN) somocista genocida eran pocas o eran muy poco conocidas; porque la mayor cantidad de población urbana  y rural estaba en occidente, centro y norte del país.

De acuerdo a Francisco J. Jarquín en 1977, William y Antonio Lenín, junto a otros compañeros realizaron una acción de recuperación de armas, al asaltar una armería en el barrio San Juan, enfrente de la gasolinera Molieri, en la Ciudad de León, recuperando escopetas, pistolas y como 10 mil balas y cartuchos. Lenín Fonseca logró cambiar las escopetas por pistolas con un cuatrero, al cual integraría a la lucha y quien murió en combate en Chinandega, en 1979.

Después de asaltar la armería, Antonio Lenín Fonseca no quería regresarse a su casa y más bien deseaba pasar a la clandestinidad; pero como esto último se le negó, lloró de indignación.

Ese mismo año, realizaron una emboscada a la Guardia Nacional en el tope de Sutiaba, donde finaliza la avenida Marcoleta y hoy existe la estatua de un indio.

Cuando se retiraban, después de causar cinco bajas al enemigo, entre heridos y muertos, Lenín Fonseca se fue dentro de un pozo, cerca de la iglesia de San Pedro, y se fracturó dos costillas, pese a lo cual continúo su actividad. William y Lenín formaron parte del Estado Mayor del Frente Occidental Rigoberto López Pérez.

Continúa Coca señalando: surgió la tesis insurreccional o tendencia tercerista que planteó la necesidad de que la gente participara masivamente en la lucha contra la dictadura. Esto sumado al asesinato de Pedro Joaquín Chamorro –que fue como una gran chispa que encendió al país y a la movilización popular-, aceleró la lucha contra Somoza y la participación masiva de la gente contra la dictadura somocista genocida.

Fue así como desde principios de 1978 comenzó la preparación larga y minuciosa de la Insurrección Sandinista de septiembre de 1978. Antonio Lenín Fonseca y su hermano William participarían en la organización y ejecución de dicha Insurrección, que duró nueve días en León y otras ciudades del país, durante la cual se atacó la Cárcel  21 y el Comando Departamental de la Guardia Nacional en León.

¿Combatientes Populares cegados por las nubes?

En los últimos días de combate, en septiembre de 1978, en León, cuando la mayoría de los combatientes sandinistas estaban cansados, sufrían de sueño, pesadillas e insomnio, Antonio Lenín Fonseca decía: algunos compañeros han muerto porque les cegó la inteligencia la nube; se les puso una nube encima de la cabeza y no vieron nada; ni vieron al enemigo encubierto.

Habiéndose cumplido el objetivo de movilizar a la gente desde el punto de vista político y militar, y no pudiendo vencer a la GN en ese momento, se decidió la retirada de la ciudad para tratar de conservar la fuerza, reorganizarla y continuar la lucha. Al retirarse las escuadras guerrilleras en septiembre de 1978, William Fonseca fue capturado y ejecutado por la GN en el reparto Estrella, al Norte de la Ciudad de León. Dicho reparto hoy se llama William Fonseca.

En octubre de 1978, se organizaron las Milicias Populares, cuyo logotipo era un combatiente popular con una gorra y un fusil Fal. Este fusil fue como el arma oficial en la lucha insurreccional, aunque la gente usaba lo que encontraba, cualquier arma de cacería, rifles, escopetas, machetes, palos, bombas de contacto, etc.

En los meses de noviembre-diciembre de 1978, Antonio Lenín Fonseca y yo iniciamos a estudiar nuestra especialidad médica en el Hospital Occidental 14 de Julio, en Managua (hospital que desde 1979 lleva el nombre de Antonio Lenín Fonseca Martínez). Antonio Lenín Fonseca empezó a estudiar la especialidad de ginecología y obstetricia, de acuerdo al Dr. Álvaro López Largaespada, uno de sus compañeros de promoción en León. Asistíamos de 7 de la mañana a 12 del mediodía.

Buscábamos quién cubriera los turnos y nos regresábamos a la Ciudad de León para trabajar hasta las 10 u 11 de la noche en la actividad revolucionaria, propaganda y organización de combates contra los guardias y sus orejas, como parte del Estado Mayor del Frente Occidental Rigoberto López Pérez (FORLP). Antonio Lenín Fonseca trabajaba en la Comisión Política y yo en la Comisión Militar. Como teníamos la posibilidad de movernos semi clandestinamente, recaían sobre nosotros muchas responsabilidades.

Entre las responsabilidades estaban: buscar y organizar a los mejores Combatientes Populares de León. William Fonseca, Antonio Lenín Fonseca y otros compañeros contactaron a la escuadra de “Charrasca”. Los dirigentes en los barrios de León nos organizamos con los compañeros que conocíamos (trabajadores, desocupados, jóvenes estudiantes de secundaria, etc.).

Aparecen los Combatientes Populares feroces de “Charrasca”

En una ocasión fui llamado para que Antonio Lenín Fonseca me traspasara la responsabilidad de atender a la escuadra de “Charrasca” y surgió una situación un poco divertida. A las tres de la tarde estábamos en una casa de seguridad en el barrio San Felipe esperando que llegaran miembros de la escuadra de “Charrasca”. Antonio me dijo: ya van a venir los malos, ahí los vas a conocer.

Y fueron llegando uno por uno. Eran jóvenes bien vestidos, muy educados, decían “buenas tardes”, ¿qué tal?, ¿cómo están?, y después que habían entrado el Gringo, Pisis, Chepe Carreta y otros, le pregunté a Antonio Lenín Fonseca: ¿y los malos a qué horas vienen? Me respondió: “¡estos son los malos!, ¡Míralos bien y vas a ver!…”

Quizá lo que quiso decir Antonio Lenín Fonseca era que esos muchachos eran Combatientes Populares feroces, sobre cuyos hombros estaría principalmente la lucha contra la GN en León y por lo cual había que saber conducir a esa fuerza.

Así continuamos trabajando en León hasta que un día el periodista Armando Quintero Martínez anunció en un radio-noticiero local que había dos médicos que tenían el control de las armas y de las fuerzas revolucionarias sandinistas de la Ciudad de León que luchan contra el general Somoza; y dio el dato de 110 fusiles de guerra, que era exactamente la cantidad que teníamos acumulada en ese momento, las cuales se usaban casi diario en la lucha contra la Guardia Nacional del tirano Anastasio Somoza Debayle. Por tal razón, fuimos trasladados a Chinandega. Nos sustituyeron en León, Aracely Pérez, quien estaba en Chinandega; y Edgard Lang, quien estaba en Managua.

Seguimos trabajando las 24 horas del día, arduamente: organizando los combates, la recuperación de armas, trasiego de armas provenientes de El Salvador y Honduras hacia el interior de Nicaragua, etc., hasta planificar la ofensiva final, la cual era necesaria porque el Frente Sur Benjamín Zeledón Rodríguez tenía un mes de estar combatiendo a la GN en una guerra de posiciones (a lo largo del mes de mayo de 1979); y era necesario lanzarse a combatir a la GN para descompresionar ese Frente de Guerra, ubicado en Rivas.

Se decidió que el 2 de junio de 1979 iniciaría la Ofensiva Final en Chinandega; el ataque se planificó para las dos de la tarde. Antonio Lenín Fonseca dirigiendo a las mejores fuerzas, con las mejores armas que teníamos, incluyendo un lanzacohetes RPG-7, era el responsable de atacar el Comando Departamental de la GN.

Otro compañero y yo, teníamos la responsabilidad de atacar el Comando GN del Ingenio San Antonio, en Chichigalpa, Posoltega y la zona campesina aledaña.

Las cosas no sucedieron como fueron planificadas, pues los guerrilleros que bajaron del cerro  Chonco, dirigidos por el negro Williams y otros compañeros, para apoyar a la columna de Antonio Lenín Fonseca y Marlene Tapia Ramírez, fueron detectados en el by-pass de Chinandega, entre las tres y cuatro de la madrugada, y así se iniciaron los combates.

Antonio Lenín Fonseca y sus compañeros caen en emboscada de la GN

Las fuerzas que atacaríamos el Ingenio San Antonio, Chichigalpa y Posoltega, estábamos en los manglares, cerca de la orilla del mar y en los límites del ingenio mencionado, cuando sonó el radio-comunicador diciendo:

-Venado, venado.

-Aquí banano –contesto-.

-Aquí venado, venado; adelante banano. Estamos combatiendo en las calles. Tenemos más de dos horas de estar combatiendo.

-¿Cómo van? –pregunto-.

-Le hemos hecho varias bajas a la guardia y también la guardia nos ha hecho varias bajas a nosotros.

Se interrumpió la comunicación y esas fueron las últimas palabras que pude escuchar de Antonio Lenín Fonseca Martínez. Y nosotros iniciamos de inmediato el ataque que nos habían ordenado. Después conocería como se desarrollaron las acciones en la mañana del día 2 de junio de 1979 en Chinandega.

Posteriormente, una vez que triunfó la Revolución el 19 de julio de 1979, conocí detalles de lo que había pasado. Las fuerzas de Marlene Tapia Ramírez fueron aniquiladas en el Barrio Guadalupe, en el centro de la ciudad de Chinandega. Hoy podemos ver en el Parque Central de Chinandega la lista de los héroes y mártires (Marlene y sus compañeros). Antonio Lenín Fonseca partió en retirada hacia Potosí, junto a Patricia Lindo, Isabel Cárdenas y otros compañeros, tratando de encontrarse con otros camaradas que venían de El Salvador. En esa retirada fueron emboscados por la GN. Así murió Antonio Lenín Fonseca Martínez, combatiendo.

Discusión acalorada para colocarle su nombre a Hospital Occidental de Managua

Él fue enterrado en una fosa común. Fui a desenterrarlo. En ese momento hablé sobre quién era él. Me tocó enterrarlo y hablar nuevamente sobre él, en su despedida. Vine al Hospital 14 de Julio para reunirme con los trabajadores y proponerles que el hospital se llamara Antonio Lenín Fonseca Martínez. Al principio los trabajadores se oponían porque hubo enfermeras que libraron luchas heroicas, lo cual nunca se negó; y seguí explicando sobre el trabajo desarrollado por Antonio Lenín Fonseca. Al final, los trabajadores, el sindicato y la dirección del hospital apoyaron la idea y por eso conocemos hasta hoy el hospital con el nombre de Antonio Lenín Fonseca Martínez.

En una ocasión, Antonio Lenín Fonseca me planteó que tenía dolor de muela y yo le dije: andá donde la doctora Guido o el doctor Guerra para que te la compongan. Entonces, me quedó viendo y me dijo: y si me pegan un tiro y me matan, para qué me la van a componer, que les compongan las caries a otro. Sin embargo, fue; le quitaron el dolor y le compusieron la muela. Seguimos trabajando, pero sus palabras parecían una premonición porque uno de los tiros que recibió era en la mandíbula y en el otro en el costado derecho.

Antonio Lenín Fonseca Martínez era como todos nosotros; le gustaba la música; siempre hablaba de las canciones de Julio Iglesias. Entre las canciones que más le gustaban estaba aquella que dice más o menos así: “Al final la vida sigue igual/ unos que vienen otros que se van/ unos que viven otros morirán.” También era enamorado de la belleza de la mujer. Tuvo su novia. Tuvo su esposa. Y dejó una hija muy parecida a él.

Antonio Lenín Fonseca era trabajador; su personalidad era jovial, dirigente de buen carácter y trato fraternal. Si alguna vez se enojó mucho con alguno de nosotros, no pudimos ver las impresiones de ese enojo con signos de violencia, sino que en general, siempre se mantenía tranquilo.

Es importante señalar que la personalidad de Antonio Lenín Fonseca permitió, digamos, que fuera un compañero que en su trabajo aglutinara gente, o sea, que con su estilo de trabajo atraía, no rechazaba. Para los que estudiamos con él, para los estudiantes de medicina, fue un buen amigo. Se ganó el sobrenombre de “Polilla” por su manera de ser: jovial, alegre, bromista, tranquilo. Todos lo queríamos. Y para los que tuvimos la oportunidad de combatir a su lado, de trabajar juntos, fue una buena experiencia…haber compartido la vida en esos momentos de riesgo, de alto riesgo mortal, con un compañero de buen carácter, de gran eficiencia en su trabajo y de gran valentía.

Acerca de Pablo Emilio Barreto Pérez

Pablo Emilio Barreto Pérez es: *Orden Independencia Cultural Rubén Darío, *Orden Servidor de la Comunidad e Hijo Dilecto de Managua.
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