Río San Juan, Río San Juan nicaragüense, ¿qué hay detrás de tanta pelea tica?

Defensa nica unánime de la Soberanía Nacional

Río San Juan nicaragüense, ¿qué hay detrás de tanta pelea tica?

*¿Quieren despojarnos o robarnos el Río San Juan y el Lago de Nicaragua?

*!Claro¡, ya destruyeron sus bosques, sus ríos, y ahora intentan apoderarse de los nuestros¡

*¿Domina el narcotráfico en el gobierno tico?  ¿Por qué insisten tanto en que nuestro Ejército Nacional desocupe nuestro territorio en las orillas del Río San Juan de Nicaragua?

*¿Qué ocultan con tanta rabia y desesperación? ¿Ocultan a narcotraficantes y a la ocupación yanqui? ¿Son ya una base militar del gobierno genocida norteamericano, como Colombia?

¿Ticos expansionistas, piratas, corsarios y con espíritu de usurpadores modernos de territorios ajenos?

Pablo E. Barreto Pérez

El Río San Juan es nicaragüense desde siempre, y por tanto forma parte de la identidad nacional de Nicaragua, es parte integral de su Soberanía nacional indivisible, el Río San Juan es una arteria sanguínea vital de la integridad territorial nicaragüense.

El gobierno costarricense y la clase oligárquica dominante de Costa Rica, que se las ha sado de “amanerada”, “culta” y muy “democrática” dizque al estilo “democrático” suizo, han estado siempre al acecho, como el lagarto o el tiburón toro, agazapados y listos a dar el zarpazo, a clavar los colmillos y garras,  con sus pretensiones de irse tragando, engullendo como las ballenas, nuestro enorme y caudaloso Río San Juan de Nicaragua y nuestro suelo fronterizo, situado, precisamente, en la margen derecha Sur del Río San Juan. ¿Tienen planeado apoderarse también del Lago de Nicaragua?

Esta actitud de los “tiquillos” no es nueva, pues el 25 de julio de 1824 se anexaron el territorio llamado “Partido de Nicoya”, posteriormente llamado Guanacaste, de 10, 140 kilómetros cuadrados, a pesar de que sabían claramente de que este territorio estuvo subordinado al gobierno español y nicaragüense, primero colonial y después independiente, ubicado en Granada, en 1821, y a  León, en 1823. Es decir, era territorio en dominio pleno de Nicaragua.

Para anexarse Nicoya o Guanacaste, el régimen tico de entonces, de aquellos tiempos de los “criollos” consolidándose en el poder político “independiente”, ya anunciando lo que serían en el futuro, acomodaron  el asunto de tal manera, que según sus historias oficiales, los pobladores de La Cruz y Guanacaste “se reunieron “voluntariamente” en cabildo”, y decidieron “anexarse” a Costa Rica.

Los “cabildos” sin el Alcalde o autoridades coloniales españolas, como figura había ya desaparecido, pero para justificar la anexión de Guanacaste a Costa Rica recurrieron a ese ardid sucio para despojarle a Nicaragua una parte valiosa de su territorio, de más de 10,000 kilómetros cuadrados.

¿Ticos son imitadores de usurpadores como Estados Unidos y Gran Bretaña?

Poco después de este despojo a Nicaragua, en 1846, el nuevo régimen criminal de Estados Unidos despojó a México de dos millones 200,000 kilómetros cuadrados de su territorio en Texas (Golfo de México, territorio lleno de petróleo) y California (territorio repleto de oro), y después también se robaron Hawai volcánico y Puerto Rico caribeño, sólo cuatro ejemplos.

Para llevar a cabo este despojo a México, el gobierno genocida gringo recurrió al ardid de meter “colonos” en Texas y California. Cuando ya estuvieron posesionados de los territorios, según plan concertado seguramente, los “colonos” llamaron a su gobierno norteamericano para que los “defendiera” de supuestas agresiones del gobierno mexicano, pues lógicamente México reclamaba su territorio. Entonces, le hicieron la guerra a México y lo despojaron de dos millones 200,000 kilómetros cuadrados de su territorio. El filibustero esclavista y racista William Walker fue “presidente” espúreo de California después de estos sucesos de despojo a México.

Igual hicieron los ingleses colonialistas en Sudáfrica y Australia, casi al mismo tiempo, adonde mandaron colonos británicos y holandeses (los “böers”) para apoderarse de ambos territorios, donde mataron a millones de pobladores indígenas, para imponerse a sangre y fuego, igual que los españoles colonizadores en nuestra América.

Descaradamente, nos despojaron de Guanacaste. Recordemos otro “pecadillo” de uno de los gobiernos ticos de aquellos tiempos de “criollos” dominantes, representantes de terratenientes, oligarcas y lacayos de los dos primeros, cuando en 1842 capturaron en su territorio y fusilaron a Francisco Morazán, presidente de la Federación de Estados Centroamericanos y principal impulsor de la Unidad en Centroamérica, después de la llamada “Independencia” de América Central.

Cañas-Jerez y Cleveland fijaron coordenadas fronterizas

¡Claro¡, las ambiciones expansionistas, de conquista, de usurpación de territorio nicaragüense, no paró con el despojo de Guanacaste en 1824. Las ambiciones tiquillas, esta vez de apoderarse del Río San Juan de Nicaragua (¿también del Lago de Nicaragua?), no pararon, y fue necesario recurrir a la firma del Tratado Cañas-Jerez, precisamente para dejar claras las fronteras, en 1858.

Fue necesario, inclusive, el Laudo Cleveland y Alexander (arbitraje, sentencia de árbitro), en 1888, para que la frontera entre Nicaragua y Costa Rica, ubicada al Sur del Río San Juan, quedara todavía más clara.

Sí, al Sur del Río San Juan de Nicaragua, esta frontera no es exactamente en la orilla del Río, pues las coordenadas correspondientes fueron dejadas claras por el arbitraje del Laudo Cleveland, el cual, a la vez, valga la redundancia deja claro que el Río San Juan es totalmente nicaragüense, y que por concesiones (no sé de dónde, ni cómo salieron) políticas, en busca de paz, de armonía entre los pueblos, a Costa Rica se le otorgó el derecho de navegación con fines comerciales, y se le prohibió navegación con buques de guerra en el Río San Juan.

¿Se detuvieron las ambiciones expansionistas ticas, después del Convenio Cañas-Jerez y  Laudo Cleveland?

Codicia continúa, y también dragaron Río San Juan hacia Río Colorado

Los sucesos históricos posteriores demuestran claramente que esas codicias funestas de apoderarse del Río San Juan, no pararon nunca, pues el gobierno “democrático” tico lanzó unilateralmente sus planes oficiales de utilizar su derecho de navegación en nuestro San Juan, para convertir los alrededores, en forma paralela, en escenario y ruta turística de Costa Rica, para lo cual construyeron hoteles, embarcaciones, programas de giras turísticas encima de nuestro territorio, pues el Río San Juan es territorio soberano de Nicaragua.

Además, desde hace varias décadas dragaron la orilla de nuestro Río San Juan para echar  sus aguas hacia el caudal del Río Colorado (en territorio tico), con el fin de desarrollar allí proyectos hidroeléctricos y turísticos también. Casi el 90 por ciento del caudal del Río Colorado proviene del Río San Juan de Nicaragua.

Fueron creadas, en la década del 80, la Reserva Indio Maíz y Guatuzos con apoyo de las Naciones Unidas.

Mientras tanto, por falta de mantenimiento o dragado, el curso navegable (histórico y centenario) del Río San Juan se fue deteriorando, lo cual, de algún modo, dio como consecuencia que hasta el tiburón toro dejara de ingresar por sus aguas, partiendo de su desembocadura en el Mar Caribe hasta llegar al interior del Lago Cocibolca (de Granada o de Nicaragua).

El gobierno tico y los empresarios avaros o ambiciosos expansionistas ticos, continuaron su campaña de intentos de apoderarse del Río San Juan. Recordemos que en la década del 90, especialmente cuando era presidente Arnoldo Alemán Lacayo, este se vio obligado a ordenarle al Ejército Nacional de Nicaragua a que prohibiera la navegación de policías armados en el Río San Juan, en 1998.

Haciendo uso de su derecho soberano, siendo el garante de la Soberanía Nacional de Nicaragua, el gobierno nicaragüense decide cobrar un peaje en el 2001, lo cual volvió a irritar al gobierno de Costa Rica, pues creyéndose “dueños”, u obedeciendo a sus planes de continuar en campaña para apoderarse del Río San Juan, protestaron, y el gobierno tico llevó o elevó la controversia a la Corte Internacional de Justicia de las Naciones Unidades, ubicada en La Haya, Holanda. La Corte Internacional de Justicia aclaró más todavía el asunto de las coordenadas fronterizas, mandó a instalar los mojones y determinó nuevamente que Costa Rica no puede navegar el Río San Juan con policías armados.

Nuevos vigores en defensa de Soberanía Nacional

Al llegar nuevamente a la Presidencia de Nicaragua el comandante Daniel Ortega Saavedra, en enero del 2007, retomó o continuó, por medio de la Cancillería o Ministerio de Relaciones Exteriores, las gestiones judiciales en La Haya, donde ambas partes (ticos y nicas) presentaron argumentos legales e históricos del 2 al 12 de marzo del 2009.

Y dándole continuidad al mismo tema, la Corte Internacional de Justicia le reconoce sus derechos de navegación con fines comerciales a Costa Rica, dejando claro los magistrados de La Haya que el Río San Juan es nicaragüense, que Nicaragua tiene soberanía plena en el Río San Juan por estar dentro de su territorio nacional.

La codicia o ambiciones ticas por el Río San Juan, en cuya margen derecha han construido grandes complejos turísticos y productivos, se irrita, se asusta, se encoleriza nuevamente (¿o es puro teatro calculado?) al dar a conocer el gobierno de Nicaragua que haciendo uso de su derecho soberano, procederá a dragar más de 30 kilómetros del curso original del Río San Juan de Nicaragua, para rehabilitar su potencial navegable original, pues está demostrado históricamente que antes de la Independencia de Centroamérica, inclusive, barcos de gran calado entraban por el Río desde su desembocadura en la Barra del Colorado (Mar Caribe) hasta el Lago de Nicaragua en su desaguadero en la orilla de la Ciudad San Carlos, fundada por los colonizadores  españoles para defensa del mismo Río San Juan.

Dragar o limpiar sencillamente es de lo más normal en la desembocadura de los ríos famosos, con el fin de que los Deltas no se llenen de arena o sedimentos, que provocan que el agua se explaye e impida la navegación. Esto está pasando actualmente hacia la desembocadura del Río San Juan, especialmente en épocas secas o de verano.

Es de lo más común en Nicaragua, por ejemplo, dragar las bahías o los sitios en que están ubicados nuestros puertos marítimos y lacustres, para que las lanchas y barcos no encallen por arena, sedimentos o piedras, árboles arrastradas por los ríos, lagos o los dos océanos que tenemos en nuestras costillas.

Me imagino que los mismos ticos hacen labores de dragado en sus puertos y en desembocaduras de ríos conocidos. ¿Cuál es el “pecado”, entonces, de que Nicaragua haga uso de su Soberanía Nacional sobre el Río San Juan y aplique su responsabilidad para que el Río San Juan funcione normalmente?

Costa Rica “fachentea” con soberanía ajena

Además, el gobierno de Nicaragua, presidido por el comandante Daniel Ortega Saavedra, ha sido clarísimo de que al mismo tiempo se combate el narcotráfico en el lado nicaragüense, en la orilla del Río San Juan y en su curso acuático nacional, pues está comprobado que los negociantes criminales del narcotráfico internacional han tenido como “ruta” de su transporte de drogas Colombia (sitio de origen), Costa Rica, Nicaragua, Guatemala, México y finalmente Estados Unidos, el principal consumidor y comprador, pues se afirma que más del 40 por ciento de su población está implicada directamente en consumo y comercio de drogas.

El Ejército Nacional mientras tanto ha estado en labor de persecución tenaz de narcotraficantes en las cercanías del Río San Juan, de  controles y ocupación de drogas, de naves acuáticas y aéreas, de decomiso de armas, municiones y vehículos de estos malditos narcotraficantes, los cuales han estado utilizando territorio nicaragüense, también territorio tico y el mismo Río San Juan, para trasladar drogas de Sur a Norte por nuestros territorios, entre otros los hermanos Reyes (“tarzanes”, nicaragüenses). Estos al ser descubiertos y ocupados sus medios de transporte y la droga misma, corrieron hacia San José, Capital de Costa Rica, a denunciar al gobierno de Nicaragua porque les había ocupado la finca en que operaban con narcotráfico. El gobierno tico les apoyó su denuncia y además salió acusando a Nicaragua de haberle “invadido” su territorio, ¿cómo fue posible esto? ¿los narcos dan órdenes al gobierno tico? ¿los narcos están coludidos con funcionarios del gobierno de Costa Rica? ¿cómo es este asunto tan extraño?

El gobierno tico ha “fachenteado” de manera insolente en el pasado reciente de que no tiene Ejército  (y te dicen que lo abolieron en 1948), pero en su campaña recientísima por sus ambiciones de apoderarse del Río San Juan de Nicaragua, ahora aparecieron moviéndose con hombres uniformados, con ametralladoras calibre 60, luciendo cananas de esas ametralladoras  enrolladas como serpientes en sus cuerpos “rambos”,  al mejor estilo de Ejército en Zafarrancho de combate hacia la frontera de Nicaragua, y alegando mentirosamente que Nicaragua les ha echado lodo del dragado en su territorio y que nuestro Ejército Nacional hasta se apoderó de una (¿?) Isla Calero.

No dicen, ¡claro está¡, que los narcotraficantes se mueven en su territorio, y que además ellos mismos, en el gobierno tico, han publicitado que actualmente tienen en su territorio a tropas norteamericanas hasta en cantidad de 7,000, más decenas de buques de guerra y también decenas de helicópteros de combate, en supuestos ejercicios de “buena voluntad” (¿de qué, de apoderarse de Centroamérica otra vez?), con el pretexto  de “labores humanitarias” y de instalar radares (¿para qué, para espiarnos otra vez?), ¿para qué quiere radares Costa Rica? ¿Van a cooperar con los entreguistas del territorio colombiano, donde hay actualmente nueve bases militares del gobierno genocida de Estados Unidos?

Firmeza y prudencia nicaragüense

Ante la firmeza para defender la Soberanía Nacional y la prudencia del presidente Daniel Ortega (dichosamente tenemos un Estadista probado, honrado y defensor sin vacilaciones de la Soberanía Nacional), el gobierno tico y sus chovinistas oligárquicos se fueron de “queja” ante la Organización de Estados Americanos (OEA), me imagino, para que esta mandara a “castigarnos” por no someternos a los caprichos y ambiciones bandidas de negociantes sinvergüenzas, como en el pasado, en 1965, cuando la OEA (“Ministerio de colonización yanqui” en el pasado reciente) dio “luz verde” para poner en práctica el llamado “Tratado de Defensa Recíproca” (TIAR), en realidad un instrumento de guerra de agresión de Estados Unidos, para agredir a República Dominicana, por ejemplo, en lo cual participaron  directamente el gobierno norteamericano y la Guardia Nacional genocida de la dictadura somocista d Nicaragua, y mataron a casi 60 mil dominicanos rebeldes, para restablecer la “democracia” de la muerte en territorio dominicano.

Los tiempos han cambiado. Las dictaduras o tiranías militares que como plagas tenía a su servicio completo Estados Unidos en América Latina, se acabaron. Ahora se impone el diálogo, la negociación, la verdad sobre asuntos territoriales y políticos, y precisamente por todo esto el gobierno tico ha quedado al descubierto, se le cayó el telón teatral con el cual han venido engañando a su propio pueblo durante más de un centenar de años, especialmente en las últimas cinco décadas.

Contra el pueblo tico, yo no tengo nada en contra; tampoco contra sus intelectuales, profesionales y técnicos honrados. Al revés, me parece que el pueblo de Costa Rica ha sido solidario en varias etapas de nuestra historia centroamericana, pues nos apoyaron para expulsar a los filibusteros, José Figueres Ferrer fue amigo nuestro, Carlos Fonseca Amador y Manolo Cuadra Vega, por ejemplo, recibieron apoyo solidario en Costa Rica en condiciones de clandestinidad difíciles, y más apoyo solidario recibimos del pueblo tico cuando en Nicaragua desarrollábamos lo más duro y mortal de la Insurrección Sandinista (FSLN) de 1979, con las armas en la mano, de forma masiva, para derrocar al régimen somocista sanguinario y genocida.

Los dos pueblos: nicaragüenses y ticos, hombres y mujeres comunes, nada tienen que ver en la pelea sucia de negociantes y oligarcas costaricenses

Después, por la estampida de desempleo ocasionada por los gobiernos neoliberales de 1990 al 2007, el pueblo tico y su gobierno le han dado sitio donde laborar a varios centenares de miles de nicaragüenses, y al mismo tiempo, por supuesto, nuestros fortachones y laboriosos hombres y mujeres nicaragüenses, han llegado a suelo tico a levantar la producción agropecuaria de manera gigantesca y a la vez a servir en los ámbitos domésticos y en talleres de servicios diversos, pues algunos sectores de pobladores costarricenses no quieren hacerse cargo de trabajos pesados como los que realizan nicaragüenses, especialmente en la zona Norte de Costa Rica, donde el gobierno tico ha permitido el derrumbe generalizado de bosques y dañado y contaminado ríos hasta con minería a cielo abierto.

Como pueblos centroamericanos, los costarricenses y nicaragüenses tenemos intereses comunes. El presidente Ortega Saavedra ha sostenido que recursos naturales como el Río San Juan de Nicaragua deben ser compartidos por los pueblos hermanos, para vivir en paz y armonía, pero a la vez ha sostenido nuestro presidente sandinista que no permitiremos la “vivianada” de que intenten despojarnos de la Soberanía Nacional que siempre hemos tenido sobre el Río San Juan, por ejemplo.

Conclusión: El Río San Juan es nicaragüense totalmente. Nuestro Patriotismo de hoy es unánime en defensa de la Soberanía sobre el Río San Juan. Dichosamente, lo celebro de verdad, no son hoy los tiempos aquellos de los traidores como Emiliano Chamorro Vargas, Adolfo Díaz Resinos, José María “Chema” Moncada Tapia, de Anastasio Somoza García, Luis Anastasio Somoza Debayle y Anastasio Somoza Debayle, y compañía, quienes se vendieron al demonio imperialista y vendieron el territorio patrio de Rubén Darío y del General Sandino.

Revisando Historia Nacional, escrita por nuestros historiadores, unos conservadores y otros liberales, nunca hubo tal unanimidad como la de hoy en defender, al menos, la Soberanía Nacional sobre el río San Juan.

Eso sí, vale recordar que el Río San Juan, “desaguadero” o “vaciante” del Lago de Nicaragua hacia el Mar Caribe, ha estado allí desde hace centenares de miles o millones de años, cuando se formaron nuestros suelos por movimientos marinos y erupciones volcánicas apocalípticas.

Nuestros abuelos conocieron Río San Juan desde hace 6,000 años

Cuando llegaron los primeros pobladores o seres humanos a nuestras tierras, hace ya más de 6,000 años, nuestros abuelos indígenas allí encontraron el Río San Juan.

A la llegada de los colonizadores españoles, en 1524, encontraron por primera vez el Río San Juan caudaloso, en el cual navegaron ellos, y lo vieron propicio para sus comunicaciones en barcos de guerra y comerciales.

Otra potencia colonial criminal, la inglesa, les disputó el dominio del Río San Juan a los españoles colonizadores, pues los británicos, además de dominar la Costa Atlántica, pretendían el dominio de Granada también.

Por eso hubo incursiones de piratas (corsarios o filibusteros) en el Río San Juan como Henry Morgan, Jhon Davis, Jhon Morris, un tal Harrison y Francois Ollanoais, más la incursión oficial del almirante inglés Horacio Nelson, quien también fue derrotado en las aguas del Río San Juan, y en este caso particular fue nuestra heroína Rafaela Herrera quien puso en fuga a Horacio Nelson.

Debido a estas incursiones, los colonizadores españoles construyeron 12 “fuertes” o fortalezas a lo largo de los casi 200 kilómetros de recorrido del Río San Juan entre San Carlos y su desembocadura en el Océano Atlántico. Uno de esos “fuertes” fue el de la Inmaculada Concepción, en El Castillo.

Ese “desaguadero” majestuoso, bendición de la Naturaleza en Nicaragua, se da, desde hace centenares de miles de años, gracias a que en territorio nicaragüense hay una cuenca grandísima que comienza en el Departamento central de Jinotega, desde el Lago de Apanás, se interna en el Lago Xolotlán o de Managua, continúa hacia el interior del Lago de Nicaragua, y a la altura de San Carlos se vacía en “desaguadero” del Río San Juan para el Atlántico.

Celebro con gran alegría que la Asamblea Nacional de Nicaragua haya sesionado en San Carlos, Departamento de Río San Juan, para reafirmar la Soberanía Nacional sobre nuestro Río San Juan de Nicaragua. Los empresarios del COSEP también se pronunciaron a favor de defender el Río San Juan. ¡Eso es buenísimo¡

Le doy pleno respaldo al presidente Ortega Saavedra para que se presione por la reanudación de la Comisión Binacional, con el fin de abordar este asunto fronterizo entre Costa Rica y Nicaragua, y que además, el asunto sea llevado nuevamente a La Haya, para que esta sentencie que sean colocados todos los mojones, en la línea fronteriza ya claramente establecida por la Laudo Cleveland, para que esto quede finiquitado de una vez por siempre.

El Río San Juan ha sido de Nicaragua, sigue siendo de su Soberanía plena y lo será por siempre, porque tenemos la razón y no admitimos la fuerza, ni zafarranchos de combate para impresionar a las opiniones públicas nacionales y extranjeras.

Ya no podemos seguir perdiendo o cediendo nuestro territorio, pues recordemos que el régimen dictatorial hondureño nos arrebató  otros 10,000 kilómetros cuadrados de Mokorón, en 1961; y Colombia nos despojó de otros miles de kilómetros cuadrados en los Cayos San Andrés, Providencia, Roncador, Quita Sueño y Serrana, en el Mar Caribe, y precisamente estos tres despojadores se han juntado (¡qué casualidades más horribles¡) en esta campaña sucia de los intentos de arrebatarnos el Rio San Juan de Nicaragua, de arrebatarnos nuestra Plataforma Continental en el Caribe, ¿y también intentan apoderarse del Lago de Nicaragua?

¡Basta ya¡, como dijo el presidente Ortega Saavedra, no podemos permitir que nos sigan robando más  territorio nicaragüense. Los nicaragüenses, por supuesto, estamos unidos en la Defensa de la Soberanía Nacional.

Pablo E. Barreto Pérez: periodista, investigador histórico, fotógrafo, Cronista de la Capital, Orden Independencia Cultural Rubén Darío, Hijo Dilecto de Managua, Orden Servidor de la Comunidad del Movimiento Comunal Nicaragüense, Orden José Benito Escobar Pérez de la Central Sandinista de Trabajadores (CST nacional) y Orden Juan Ramón Avilés de la Alcaldía de Managua.

Residente en la Colonia del periodista No. 97, frente al portón del parque, en Managua. Teléfonos: 88466187, 88418126 y 22703077.

Cubadebate

Con los votos del oficialista Partido Liberación Nacional (PLN), el Movimiento Libertario y el diputado evangélico del partido Renovación Costarricense, Justo Orozco, el pasado 1º de Julio el Congreso de Costa Rica autorizó el ingreso a ese país de 46 buques de guerra de la Armada de los Estados Unidos, 200 helicópteros y aviones de combate, y 7.000 marines. Si bien la multiplicidad de versiones encontradas no permiten ver con claridad el origen de esta decisión, la escasa evidencia disponible parece señalar que fue Washington quien solicitó la internación de las tropas. Es sumamente llamativo el silencio de la prensa de Estados Unidos sobre el tema y la ausencia de cualquier referencia explícita a esta autorización en los boletines de prensa diarios de los departamentos de Estado y de Defensa, todo lo cual alimenta la sospecha de que fue la Casa Blanca la que tomó la iniciativa favorablemente acogida por el Congreso costarricense y para la cual exigió la mayor discreción. Lo que se le comunicó al país centroamericano fue que la situación imperante en México había forzado a los cárteles de la droga a modificar sus rutas tradicionales de aproximación e ingreso a Estados Unidos y que para desbaratar esa maniobra era preciso garantizar el despliegue de un sólido contingente de fuerzas militares en el istmo centroamericano, condición sine qua non para librar una efectiva batalla en contra del narcotráfico. Como era previsible, el gobierno de la Presidenta Laura Chinchilla – estrechamente vinculada a lo largo de muchos años con la USAID, nada menos- brindó todo su apoyo y el de sus parlamentarios para responder obedientemente a la requisitoria de Washington.

A nadie sorprende la apelación al pretexto del narcotráfico pues es el que corrientemente utiliza Washington-a falta de otros, como los que brindara el terremoto en Š

 

Haití- para justificar la intrusión del personal militar estadounidense en los países de Nuestra América. No obstante, conspira contra la credibilidad de este argumento el hecho que sean precisamente los países caracterizados por una fuerte presencia militar de Estados Unidos quienes sobresalen por su producción y comercialización de narcóticos. Tal como quedó demostrado en El Lado Oscuro del Imperio. La Violación de los Derechos Humanos por Estados Unidos, fuentes inobjetables de las Naciones Unidas (la UNODOC, la Oficina de la ONU contra la Droga y el Crimen) demuestran con estadísticas abrumadoras que desde que las tropas de Estados Unidos se instalaron en Afganistán se produjeron grandes avances en la producción y exportación de opio y la fabricación de heroína, a la vez que en Colombia la presencia estadounidense no fue óbice (sino todo lo contrario) para que se registrase una notable expansión de los cultivos de coca. [1]

 

Todo esto no debería causar sorpresa alguna, por varias razones. Una de ellas es que el país que se arroga el derecho a combatir el narcotráfico en todo el mundo demuestra una incapacidad tan asombrosa como sospechosa para hacer lo propio dentro de sus fronteras, desde desmontar las redes que vinculan a las mafias del narco con las autoridades, las policías y los jueces locales y estaduales que hacen posible el negocio de la droga hasta implementar una campaña mínimamente significativa para contener la adicción y recuperar a los adictos. Nada sorprendente, insistimos, por cuanto el narcotráfico mueve una cifra que se empina por encima de los 400.000 millones de dólares, anuales, que luego son convenientemente ³lavados² en los numerosos paraísos fiscales que los principales países capitalistas han establecido a lo largo y a lo ancho del planeta (comenzando por Estados Unidos y Europa) para ser luego introducidos al sistema bancario oficial y, de ese modo, fortalecer los negocios del capital financiero. Por otra parte, la debilidad e inconsistencia de este pretexto, el de la ³lucha contra el narcotráfico², se tornan más evidentes cuando se aprende que Estados Unidos es el primer productor mundial de marihuana, lo que según un estudio de la Fundación Drug Science, reporta a ese país una suma superior a los 35.000 millones de dólares, cifra que supera el valor combinado de la producción de trigo y maíz. [2] Tercero y último, ¿cómo subestimar la importancia que tienen el control y la administración del negocio de los narcóticos para sostener la dominación imperialista en las provincias exteriores del imperio? ¿No fue acaso Gran Bretaña quien reintrodujo el opio en China (droga que había sido prohibida por el emperador Yongzheng debido a los perjuicios que ocasionaba a su población) cuyo consumo masivo promovido por los británicos sirvió para equilibrar sus déficits de balanza comercial con el celeste imperio? Para impulsar esa adicción entre los chinos, británicos y portugueses libraron dos guerras, entre 1839 y 1842 y 1856 y 1860, a resultas de las cuales establecieron dos cabeceras de playa para organizar el tráfico del opio en toda la China: una en Hong Kong, bajo control inglés, y otra en Macao, dominada por los portugueses. ¿Por qué tendríamos hoy que pensar que Estados Unidos, hijo putativo del imperio británico, habría de ser movido por otros intereses cuando declara, de la boca para afuera, la guerra al narcotráfico? ¿No resulta acaso funcional a sus intereses tener una América Latina caracterizada por la proliferación de ³estados fallidos² – carcomidos por la corrupción que genera el tráfico de estupefacientes y sus secuelas: desintegración social, mafias, paramilitares, etcétera- e incapaces por eso mismo de ofrecer la menor resistencia a los designios imperiales?

 

El permiso concedido por el Congreso de Costa Rica se extiende por seis meses, a partir del 1º de Julio del corriente año. No obstante, esta concesión, que se materializa en el contexto de la Iniciativa Mérida (que abarca a México y Centroamérica) es un proyecto que tiene metas pero no plazos, por lo cual la probabilidad de que las tropas usamericanas salgan de Costa Rica a fines de este año y retornen a sus cuarteles en la metrópolis es prácticamente cero. Además, la experiencia internacional enseña que tanto en Europa como en Japón las tropas que Estados Unidos estacionara allí después de la Segunda Guerra Mundial por unos pocos años, extendidos luego con el pretexto de la Guerra Fría, ya llevan en esas locaciones más de 65 sin que sus jefes den las menores muestras de aburrimiento o deseos de regresar a casa. En Okinawa, la repulsa generalizada de la población local contra los ocupantes yankis -que, amparados en su inmunidad, matan, violan y roban a su antojo- no fue suficiente para forzar el desmantelamiento de la base norteamericana. De paso, este incidente subraya la valentía y eficacia del gobierno de Rafael Correa que sí logró la salida de las tropas norteamericanas de la base de Manta. Y en caso de que hubiera un clamor popular exigiendo re-editar tan insólita ocurrencia en Costa Rica, un par de operaciones criminales de esas que la CIA sabe montar muy bien harían que ese pedido se revirtiese instantáneamente, sobre todo con un gobierno como el de Laura Chinchilla que se desvive por demostrar su incondicional sumisión a los dictados del imperio.

 

Al igual que lo establecido en el Tratado Obama-Uribe mediante el cual Colombia le cede inicialmente el uso de siete bases militares a Estados Unidos, en el caso que nos ocupa el personal militar de este país gozará de total inmunidad ante la justicia costarricense, y sus integrantes podrán entrar y salir de Costa Rica a su entera voluntad, circular por todo el territorio nacional vistiendo sus uniformes y portando sus pertrechos y armamentos de combate. Con esta decisión la soberanía de Costa Rica no sólo es humillada sino que llega a los límites del ridículo para un país que, en 1948, abolió sus fuerzas armadas y que, en gran medida gracias a eso, pudo desarrollar una política social de avanzada en el deprimente contexto regional centroamericano porque el gendarme oligárquico había sido desbandado. En lo que hace al armamento, la autorización del Congreso permite el ingreso de guardacostas y pequeños navíos pero también de otros como el portaaviones de última generación MakinIsland, botado en Agosto del 2006 y dotado de capacidad para albergar a 102 oficiales y1.449 marines, pudiendo transportar 42 helicópteros CH-46, cinco aviones AV-8B Harrier y seis helicópteros Blackhawks. Aparte de eso la legislación aprobada extiende su permiso para naves como el USS Freedom, botado en el 2008, con capacidad para combatir a submarinos e internarse en aguas poco profundas. El permiso se extiende también a otros navíos, tipo catamarán, un buque hospital y vehículos varios de reconocimiento con capacidad para transportarse tanto por mar como por tierra. Armamentos y pertrechos que, en síntesis, de poco y nada sirvan para combatir al narcotráfico, en el dudoso caso de que esa sea la voluntad de los ocupantes. Es más que evidente que su objetivo es otro.

Esta iniciativa del gobierno norteamericano hay que situarla en el contexto de la creciente militarización de la política exterior de los Estados Unidos, cuyas expresiones más importantes en el marco latinoamericano han sido, hasta ahora, la reactivación de la Cuarta Flota, la firma del tratado Obama-Uribe, la de facto ocupación militar de Haití, la construcción del muro de la vergüenza entre México y Estados Unidos, el golpe de estado en Honduras y la posterior legitimación del fraude electoral que elevó a Porfirio Lobo a la presidencia, la concesión de nuevas bases militares por el gobierno reaccionario de Panamá, a todo lo cual se le agrega ahora el desembarco de los marines en Costa Rica. Por supuesto, todo lo anterior articulado con el mantenimiento del bloqueo y acoso a la Revolución Cubana y el permanente hostigamiento a Venezuela, Bolivia y Ecuador. En el plano internacional el desembarco de los marines norteamericanos en Costa Rica debe ser interpretado en el marco de la inminente guerra contra Irán y la grotesca provocación a Corea del Norte, sobre cuyas gravísimas consecuencias hace tiempo viene advirtiendo en sus Reflexiones el Comandante Fidel Castro Ruz.

 

En conclusión, el imperio avanza en la militarización de la región y en los preparativos para una aventura militar de proporciones globales. Si la agresión a Irán finalmente llegara a consumarse, como autorizarían a pronosticar los aprontes vistos en estos últimos días, la gravísima situación internacional resultante impulsaría a los Estados Unidos a procurar garantizar a cualquier precio el control absoluto y sin fisuras de lo que sus estrategas geopolíticos denominan la gran isla americana, un enorme continente que se extiende desde Alaska a Tierra del Fuego, separado tanto de la masa terrestre eurasiática como de África y que según ellos desempeña un papel fundamental para la seguridad nacional norteamericana. Esa es la razón de fondo por la cual se ha venido produciendo, preventivamente, la desorbitada militarización de la política exterior estadounidense. Es ridículo que se pretenda convencer a nuestros pueblos que la veintena de bases militares establecidas en Centro y Sudamérica y en el Caribe, a las que ahora se suma el desembarco en Costa Rica, y la activación de la Cuarta Flota tienen por objetivo combatir al narcotráfico. Cómo lo enseña la experiencia, a éste no se lo combate con una estrategia militar sino con una política social, que Estados Unidos no aplica dentro de sus fronteras ni permite que se lo haga afuera gracias a la enorme influencia que el FMI y el Banco Mundial tienen sobre países vulnerables y endeudados. La experiencia antes de Colombia y ahora de México (¡con sus más 26.000 muertos desde que el presidente Felipe Calderón declarase su ³guerra al narcotráfico²!) atestiguan que la solución al problema no pasa por los marines, portaviones, submarinos y helicópteros artillados sino por la creación de una sociedad justa y solidaria, algo que es incompatible con la lógica del capitalismo y repugnante para los intereses fundamentales del imperio. En síntesis: el desembarco de los marines en Costa Rica tiene por objetivo reforzar la dominación norteamericana en la región, derrocar por diversos métodos a los gobiernos considerados ³enemigos² (Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador), debilitar aún más a los vacilantes y ambivalentes gobiernos de la ³centro-izquierda² y fortalecer a la derecha que se ha hecho fuerte en el litoral del Pacífico (Chile, Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras y México), reordenando de ese modo el ³patio trasero² del imperio para así tener las manos libres y la retaguardia asegurada para salir a reafirmar la prepotencia imperial guerreando en otras latitudes.

 

Acerca de Pablo Emilio Barreto Pérez

Pablo Emilio Barreto Pérez es: *Orden Independencia Cultural Rubén Darío, *Orden Servidor de la Comunidad e Hijo Dilecto de Managua.
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